Litoral brilla en el Micalet
El grupo despliega un cancionero mezcla de folk y pop anglosajón en un recinto que se consolida como espacio para la música
El espléndido estreno de Litoral (Incidents melòdics d'un món irracional, editado por Limbo Starr en 2011) se merecía una puesta de largo en Valencia como la que tuvo el pasado viernes en el Teatre Micalet.
Un recinto amplio, cerrado, recogido y presto a la reproducción de los muchos matices que pueblan uno de los mejores trabajos facturados durante el pasado ejercicio en nuestras tierras, independientemente del lenguaje en el que venga facturado. Aunque acostumbrados al cuerpo a cuerpo con audiencias que se apretujan ante el estrado, en pequeños garitos y en festivales casi familiares como Faraday o Cruïlla, comentaba Pau Roca —quien compagina su papel de factótum en Litoral, junto a Iván R. Cuevas, con el de guitarrista de La Habitación Roja— que siempre impone cierto respeto lidiar con esa distancia que se impone entre el escenario y el patio de butacas, sin la posibilidad de atisbar apenas los semblantes del respetable. Pero como no hay frío que pueda derretir la calidez de su temario, la gelidez duró lo que tardó en desperezarse un cancionero como el suyo, acogedoramente mediterráneo, con un pie en el folk autóctono y otro en la mejor tradición pop anglosajona.
La formación, que estrenó
Todo un crisol de sonoridades que, para tratarse de un álbum de debut, suena insospechadamente maduro y tornasolado. Desde Un Segle de Paisatges hasta Confessions d'un meteoròleg no practicant, pasando por Micro manifest d'amor cubo-futurista, los aires de bossa nova de El nostre meridià de Greenwich privat, o la excepcional y deliciosa revisión de los etéreos Mazzy Star en Fane-toi en toi. Todas ellas fueron cayendo en un sólido concierto que alcanzó su punto óptimo de ebullición con A la vora del mar y, sobre todo, una El rei del pollastre llevada en volandas por una marejada de palmas.
El grupo tocó un cancionero acogedoramente mediterráneo
La formación catalano-valenciano-francesa estrenó nueva vocalista de apoyo sin traumas, hizo gala de esa versatilidad instrumental (ukelele, xilófono, mandolina, guitarras, violín) que lo mismo puede remitir al miniaturismo pop de Pascal Comelade como a las travesuras de la independencia sajona más inquieta —aquella que hace santo y seña de ciertos aderezos como si hubiera inventado la pólvora— y dejó a todo el mundo más que satisfecho. El aperitivo, también de lo más nutrido, lo habían servido Sancristóbal, el proyecto folk de Álvaro Sancristóbal y el ex vocalista y guitarra de Polar, Jesús de Santos, a quien últimamente se le puede ver como partenaire inseparable de Soledad Vélez. Fue, en definitiva, otro concierto más con el que reafirmar al Micalet como uno de los más aprovechables recintos para la música en directo.
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