Una profecía hecha teatro
En 1973 el escritor Peter Handke barruntaba en ‘Quitt’ un mundo manipulado por frívolos empresarios que jugaban con los mercados y arruinaban vidas Lluís Pascual los sube al escenario del Valle Inclán
Karl Marx tenía razón cuando dijo aquello de que el capitalismo lleva en su seno el germen de su destrucción. Así lo ve Lluís Pascual después de dirigir Quitt (las personas no razonables están en vías de extinción) la profética obra que el escritor austriaco Peter Handke escribió en 1973 y que se estrenó el pasado miércoles en el teatro Valle Inclán (Centro Dramático Nacional) en plena plaza de Lavapiés.
Se trata de una función casi meramente textual en la que un grupo de personajes disfrazados de poderosos empresarios y corredores de Bolsa juegan al billar con los mercados y con las consecuencias que sus decisiones tienen sobre ellos y sobre la economía global en general. Son tipos desalmados, no tanto por la frivolidad con la que manejan los hilos que mueven el mundo, como por su incapacidad para el disfrute, por su hastío vital, por el desencanto y el hartazgo inherente a sus vidas. Sensaciones todas que les infantilizan y que convierten en absurdas sus existencias, haciéndoles seres caprichosos hasta el patetismo.
Las visiones de Peter Handke
En 1973 el escritor austriaco planteaba en Quitt todas las estrategias de deslocalización empresarial que comenzarían en Oriente una década después.
La obra, una especie de Margin Call teatral, cobra una actualidad inusitada por la crisis.
Los empresarios de Handke, guiados por la lógica del beneficio, son trasladables a cualquier mundo capitalista.
Es el personaje de Quitt, que encarna el actor Eduard Fernández, el que ejerce de anfitrión y quien promueve una conspiración conjunta con sus socios para, después, traicionarles a todos, con la voluntad de hacer algo que le haga único y que escape a los límites de lo que es aparentemente posible, hasta el punto de que acaba consigo mismo.
“Vi esta obra protagonizada por Gerard Depardieu en 1976 en París y me marcó, pero no me volví a acordar de ella hasta hace un año y medio, supongo que por las circunstancias”, cuenta Pascual minutos antes del estreno. “Llegué a casa y fui directo al libro y, en cuanto visualicé al repertorio de actores, supe que tenía que montarla”, añade quien asegura que, como Handke no era amable, él tampoco ha querido serlo y el resultado es una obra “dura, difícil, fea, incluso” por la densidad del texto y porque casi todo son monólogos.
Eduard Fernández lo ratifica: “Es la obra más difícil que he hecho en mi vida”. Lo dice justo antes de salir a escena, mientras vocea por los pasillos traseros del teatro con unos cascos por los que suena Bob Dylan. “Leída ya es difícil, pero al mismo tiempo es un reto, Quitt juega con las leyes del capitalismo y plantea que quizá el triunfo de ese sistema económico sea la destrucción de todo y, en consecuencia, de sí mismo”.
Quitt (Las personas no razonables están en vías de extinción). Teatro Valle Inclán. De martes a sábado a las 20.30. Domingos a las 19.30. 15-18 euros.
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