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“La imagen de la música valenciana es un señor con maleta que se va”

El festival sonoro de Llorenç Barber celebra el XV aniversario en plenas fallas

El músico Llorenç Barber, en la sede de la SGAE en Valencia.
El músico Llorenç Barber, en la sede de la SGAE en Valencia.JOSÉ JORDÁN

Nits d'Aielo i Art es un festival que, impulsado por el músico Llorenç Barber, inició su andadura hace 15 años en la población valenciana del mismo nombre, pero que desde hace unos años tiene su sede en Valencia sin cambiar de nombre.

Desde el jueves 8, hasta el día 16 celebrará una nueva edición como “perfecto contrapunto sonoro y cultural a las Fallas, como otra forma de entender la fiesta”, en palabras de Antonio Martínez, coordinador de la SGAE en la Comunidad Valenciana, entidad que ha apoyado al festival desde el principio.

En la presentación que se celebró el miércoles en la sede de esta institución, Llorenç Barber manifestó el interés del festival en “rescatar a muchos de sus creadores que se han visto obligados a hacer las maletas y salir al extranjero como verdaderos exiliados, porque aquí no existen oportunidades”. Sin ir más lejos, la mayor parte de la actividad de Barber, y especial sus conciertos de campanas, se desarrolla en otros países europeos y América. Barber fue muy crítico con la política musical de las instituciones valencianas, a las que acusó de sectarismo. Habló de una política que está dejándola en “la ruina más miserablemente intelectual y artística imaginable”. Y no sólo por las instituciones: “Valencia”, dijo, “está organizada para que nada cambie, para que continúe siendo la pandereta, la barraqueta, la falleta y el tro.” Como consecuencia, “la imagen de la música valenciana es un señor con una maleta que se va”. Por eso, aseguró, la mayoría de los participantes en el festival “son exiliados valencianos”. Se refirió a valencianos que vienen de Berlín o de Manchester al festival y puso como ejemplo a Ricardo Llorca, residente en Nueva York al que conoció por Facebook y que, aunque no podrá asistir, enviará una ponencia escrita y “a lo mejor viene más adelante al festival Emsems”.

“Nits d’Aielo i Art es el contrapunto sonoro y cultural de las Fallas”

Barber aprovechó para leer un correo de Llorca en el que hablaba de Valencia como una ciudad que genera “gente extraordinaria a la que se le expulsa, porque no se les puede ni quiere absorber". Aseguraba que haberse marchado a Estados Unidos es “lo mejor” que le ha podido pasar porque le “ha ido muy bien y que si se “hubiera quedado habría terminado de profesor en un conservatorio, con suerte, habría quedado de profesor en un conservatorio imbuido de academicismo y sin energía suficiente” para involucrarse “en nuevos proyectos”. Y añadía: “No sabes la cantidad de músicos valencianos que hay ahora en Estados Unidos”.

En cuanto al programa del festival, habrá Quatre dies de Metro i Art, de acción en la calle. Desde hoy, jueves, hasta el domingo, por las tardes, se podrá ver en la estación de Colón “un batiburrillo de gente extraordinaria”, al decir del director del festival. En este batiburrillo figuran propuestas tan variadas como la de Víctor Trescolí, “el mejor pianista de piano de juguete que conozco”, el krautrock de MKMbmn, los instrumentos inventados de Truna, o a poetas que hacen música hablada. Habrá un día monográfico dedicado al “paisajismo sónico valenciano”, que será mañana viernes. Asimismo, 40 alumnos de la clase de Arte Sonoro de la Universidad del País Vasco que mostrarán su trabajo de un año sobre “la binauralidad”.

El Sporting Club, del barrio de Russafa, será la sede de un congreso con 40 ponencias y 11 mesas redondas, que se celebrará desde hoy hasta el 16 de marzo, en torno a 100 años de arte sonoro valenciano. “La historia de la música valenciana se ha hecho”, puntualizó Barber, “desde el punto de vista sinfónico, dejando de lado toda la relación entre el sonido y la tecnología”. Aceptando que “el sinfonismo es la gran calle, donde han ocurrido las cosas más grandes e importantes de la historia de la música”, aseguró que “hay otros caminos donde también ocurren cosas” y que “el sonido de la calle puede ser mucho más interesante que un concierto de Brahms”. Tras las sesiones del congreso cada día habrá actuaciones de artistas sonoros como David Alarcón, Miquel Jordà, Ricardo Climent, o Peter Bosch y S. Simons, holandeses residentes en Chelva estos dos últimos.

En total, ocho jornadas con 80 participantes, entre músicos, no músicos y artistas sonoros, con instalaciones singulares como El grito, del madrileño Arturo Moya Villén, que compartirá escenario con otros creadores el día 16 en la SGAE, el mismo día de la entrega del Premio Cura Castillejo.

El cura 'electrocompositor'

Juan García Castillejo fue un sacerdote y compositor vanguardista valenciano "que murió el año 1985 sin que nadie supiera que era un futurista de una invención y riqueza literaria extraordinarias", al que Llorenç Barber descubrió a través de un libro perdido. Se trata de un texto que "están copiando fuera de España para hacer ediciones facsímiles, sorprendidos de que en plena España franquista hubiera un libro que dijera las cosas que dice y que hablara de electrocompositor, antes de que lo hiciera Pierre Schaeffer". En honor a este sacerdote, Barber instituyó el Premio Cura Castillejo, que este año será, en su quinta edición, para Miguel Molina, director del Laboratorio de Creaciones Intermedia de la Universitat Politècnica de València.

El propio Molina ha escrito acerca de Juan García Castillejo explicando que “realizó experimentos prácticos a través de una estación radiofónica donde conseguía que la emisora hablara automáticamente”. Se trataba de una “máquina parlante” de la cual pretendía también que actuara como una orquesta eléctrica compositora de “música de causales coordinaciones y sometidas a unos paneles que gobiernen las posibilidades armónicas de la misma”, con posibilidades en el campo de la improvisación.

En su reivindicación de los predecesores de la música electroacústica española, Barber se refirió también al creador granadino José Val del Omar, inventor del cine expandido o del sonido diafónico, que “vivió en Valencia los últimos días de la guerra y los primeros de postguerra”. En esta capital “inventó lo que llamaba circuito perifónico asociado al tranvía número 5, con altavoces en las paradas para que los pasajeros disfrutaran de lo que ahora llamamos un hilo musical pensado por un artista” y que fue conocido como Radio Mediterráneo.

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