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Horrores de andar por casa

La universo surrealista de Enrique Cavestany, ‘Enrius’, ocupa la Cineteca

Patricia Ortega Dolz
'Basta de hablar de lo que me es odioso', una de las obras de Enrique Cavestany, 'Enrius', que se muestra en la Cineteca de Matadero.
'Basta de hablar de lo que me es odioso', una de las obras de Enrique Cavestany, 'Enrius', que se muestra en la Cineteca de Matadero.

Hay quien, como Enrique Cavestany, Enrius (Madrid, 1943), tiene esa mirada capaz de captar el surrealismo cotidiano, ese aspecto de lo insólito que incita a la carcajada y que cautiva porque convierte los horrores en asuntos de andar por casa.

De eso va la obra de Cavestany. Y de eso va también su última exposición, que puede verse ya en un lugar tan inesperado como acertado: el vestíbulo de la preciosa Cineteca de ese buque insignia de la cultura madrileña llamado Matadero Madrid (Paseo de la Chopera, 14).

Cualquiera puede irse a ver una de las películas de Basilio Martín Patino, a quien está dedicado el ciclo de este mes, y contemplar los dibujos, collages y pinturas que componen las colecciones Gángsters & Falleras y Retratos de Familia y que conforman esta muestra que han titulado Tempus Fugit. Un lujo cotidiano, por muy absurdo que suene.

"Rien ne va plus", otra de las obras de Cavestany.
"Rien ne va plus", otra de las obras de Cavestany.

Hasta el 29 de abril permanecerá abierta esta exposición del pintor, ilustrador de prensa y diseñador industrial que germinó hace ya unos años (1998), cuando Enrius fue invitado por la Asociación de Artistas del Tirol y viajó por primera vez a Innsbruck.

“Hasta ahora no he tenido ocasión de presentarla en Madrid”, dice un alegre Cavestany que se siente sumamente satisfecho con cómo ha quedado la exposición.

“Tiene mucho que ver con mi trabajo como dibujante y he querido añadirle algo de mi faceta de pintor”, cuenta. “Define mucho lo que yo he venido haciendo: retratos, reuniones sombrías, espacios interiores que sugieren ambientes misteriosos... Es una mezcla de lo freak y lo gótico, pero a mí no me interesan los monstruos, me interesan los personajes sombríos”.

¿Y qué es eso de unir falleras con gánsters? “Primero, por qué no; y segundo, son dos colectivos suficientemente surrealistas”, asegura el artista que realizó un mural en la Plaza de Cascorro por encargo del Ayuntamiento en 1983. Las historias de estos dos peculiares colectivos las ha reunido Cavestany en un libro de reciente publicación cuyos relatos mantienen un carácter similar al de las escenas de Tempus Fugit. Catorce años después de su viaje a Austria, esos personajes y situaciones que muestran sus dibujos, siguen tan vivos como entonces. Con esta muestra la el magnífico hall de la Cineteca se estrena también como lugar de exposiciones y acentúa su carácter polivalente. Un perfecto dos por uno para estos tiempos que corren.

Tempus Fugit. Cineteca (Matadero Madrid). De 17.00 a 22.00 de miércoles a domingo. Hasta el 29 de abril.

El enigma de la infrarrealidad

RAFAEL FRAGUAS

Sorprende al visitante la riqueza de elementos gráficos, visuales y argumentales que Cavestany moviliza en las obras aquí expuestas y que bien cabría definir de neo-surrealistas, dentro de una figuración rotunda. En todas ellas aflora la atención del dibujo a la anatomía y la gestualidad -incluido el hieratismo- de sus personajes, encarados con el observador en actitudes desafiantes. Pese a ello, presentan una suerte de plus de humanidad por el vigor expresivo con el que comparecen, de manera tal que se autonomizan de su materialidad y cobran vida propia.

A ello contribuye también el sesgo caricaturizante que les asigna el autor, que no se arredra a la hora de incluir entre sus retratados a Benito Mussolini; al escritor regionalista santanderino José María de Pereda; a un sij enturbantado con guirnaldas al cuello o a una aristócrata alcohólica y británica, tal vez lady Stanhope, que posa en bañador junto a un elefante de grandes orejas desplegadas; eso sí, todos ellos y ellas en torno a mesas con alguna que otra cabeza humana sobre una bandeja y a cuyas espaldas discurren perspectivas fluviales de Venecia, San Petersburgo, Moscú o la bruma envolvente en torno a un castillo de Sisley o Whistler.

A tan feliz mixtura, sazonada con hechuras laboriosas de detalles anatómicos u objetuales, añade Cavestany el dominio ornamental de los espacios interiores, también de edificios, sobre todo rascacielos; lo esgrime con una erudición visual cuya administración -dentro de un caos siempre articulado por la racionalidad de un relato cuasi literario- genera no solo la evidencia de una propuesta gráfica personalísima, sino, además, efectos en la esfera infra-consciente del observador. Es precisamente por este piélago, a veces desolado y sombrío, por el que la obra de Cavestany se adentra resueltamente llevando con él de la mano al espectador, para depositarle suavemente ante un magma inquietante: el resultado suele ser un indefinible gozo del intelecto al saberse abducido por el autor y preso en una encrucijada atópica y acrónica, a caballo entre la perplejidad, el enigma y la sonrisa.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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