Una mujer llamada azul
Recuperado el color y el vigor originales, el ‘picasso’ ya se exhibe en el Reina Sofía. Ahora le toca a ‘El Paraíso’ de Tintoretto, en el Thyssen Minuciosas restauraciones para redescubrir joyas
La mujer en azul vuelve a mirar al público, desdeñosa y solitaria, desde su pared en el museo Reina Sofía. Después de seis meses encerrada en las silenciosas entrañas de la mayor pinacoteca de arte moderno de Madrid, ha regresado a la sala 201 todavía verde y con la mirada perdida. Las pinceladas a base de azul han retornado tan vivas como cuando Pablo Picasso lo pintó en 1901. Tan fuertes como cuando el artista abandonó a la dama en algún almacén madrileño, donde durmió durante más de 50 años.
El equipo de restauración encargado de cuidarla y mimarla reconoce ahora al genio vanguardista que se escondía tras un barniz que, con el tiempo, amarilleó y transformó la obra. “Ahora, el cuadro aparece como Picasso lo había pensado”, sostiene la gestora de proyectos del departamento de restauración, Mayte Ortega, mientras observa a la mujer y los azules que le dan nombre.
En el taller, Jorge García Gómez-Tejedor, el jefe de restauración, todavía dice más: “El cuadro estaba aplastado, encerrado”. ¿Y ahora? “Ahora está desnudo y libre”. La mujer en azul era una dama de la noche, una aristócrata de baja moral o una prostituta, según la conservadora de la colección Rosario Peiró. Pero no se confundan, la mujer continúa vestida.
Los restauradores han realizado un camino menos arduo de lo esperado y, aun así, apasionante. Han descubierto la joven pincelada del autor, que tenía 20 años. Todos los miembros del equipo coinciden en la descripción: “Rápida pero certera”. El director del museo, Manuel Borja-Villel, señala, además, la importancia de esta obra en la colección al representar el puente que une la recta final del siglo XIX y el principio del siglo XX, donde comienza el arranque de las colecciones del Reina Sofía. “Es fantástico tenerla de vuelta”, admite con una sonrisa.
Cuatro restauraciones
- La Mujer en azul, de Picasso. De vuelta en la sala 201 del Reina Sofía.
- El Paraíso, de Tintoretto. Museo Thyssen-Bornemisza. La restauración empezará en junio en el hall del museo.
- La Gioconda, de un discípulo de Leonardo da Vinci. Estará en el Prado hasta el 13 de marzo.
- La revelación a San Pío V. Se puede ver en el Museo Naval.
“Cada trazo es una obra de arte en sí mismo”, opina Paloma Calopa, una de las restauradoras, que además se ha encargado del trabajo documental junto a Ana Iruretagoyena. Al acercarse a la obra, el ojo descubre el arte del que tanto le han hablado. Para ellos fue más fácil. José Loren y Humberto Durán realizaron una serie de 800 macrofotografías que permitieron descubrir cada uno de los detalles: la pérdida de pintura en los bordes, el roto del chal en forma de siete, los burdos repintes, las gotas de óleo que, sin querer, salpicaron la obra y se taparon en otras intervenciones. Y, por supuesto, el barniz.
Muchos pueden imaginar a los restauradores pincel en mano, retirando y rellenando grietas y blancos. La imagen real es muy diferente. La tecnología es la base de todo el proceso. Para eliminar el barniz de La mujer en azul, la química del equipo, Carmen Muro, tuvo que estudiar cada uno de los disolventes para que los restauradores pudieran eliminarlo capa por capa. “Se vierte sobre el esmalte que se hincha. Después, se procede a eliminarlo con un hisopo (una especie de palillo de algodón). Es la piel que sobra”, explica García Gómez-Tejedor. Una operación en toda regla.
Los museos españoles consiguen las subvenciones
La mujer de azul no solo ha regresado, también ha abierto las puertas de las subvenciones a otras obras afincadas en Madrid.
El cuadro del artista malagueño fue restaurado gracias al programa de conservación de arte del Bank of America Merrill Lynch, que aportó 200.000 euros, y que ahora ha anunciado su participación en una nueva obra, esta vez en el museo Thyssen-Bornemisza.
La pieza elegida ha sido El Paraíso de Tintoretto, el último gran pintor del Renacimiento. Esta obra de grandes dimensiones (169 x 494 centímetros) se centra en la Coronación de la Virgen, inspirándose en el Paraíso de Dante. Nubes, ángeles, querubines y bienaventurados componen el cuadro de vivos colores.
La peculiaridad de esta restauración es que se llevará a cabo en el vestíbulo del museo, donde está ubicada la obra. Esto permitirá a los visitantes contemplar el proceso en todas sus fases y comprender mejor las complejidades de la conservación del arte.
Ubaldo Sedano, jefe de restauración del museo Thyssen-Bornemisza, explica que será una experiencia muy didáctica para aquellos que visiten el museo durante el periodo de restauración, que comenzará en junio y durará aproximadamente seis meses. Una pantalla acompañará las labores de reparación a tiempo real. Por ejemplo, si descubren un dibujo preparatorio bajo la pintura lo proyectarán en la televisión y explicarán la forma de trabajar de este artista que fue discípulo de Tiziano, máximo exponente de la Escuela Veneciana del siglo XVI.
“Hace dos décadas que este cuadro no se restaura. Por eso se presentó al programa de conservación. También porque está con nosotros desde que se abrió el museo, que este año celebra su 20 aniversario. Es muy representativo”, añade Sedano.
Restauración en directo
El cuadro la Revelación a San Pío V de la victoria de la Santa Liga en Lepanto, en el museo Naval, es la segunda obra que se ha restaurado a la vista del público en un museo español.
El objetivo de esta restauración es estudiar la obra para facilitar su conservación, eliminar la suciedad y avivar los colores que Tintoretto plasmó sobre un lienzo hace más de 400 años. Un lienzo que resulta ser una especie de boceto en forma de cuadro. La pieza final cuelga de la pared de la Sala del Consejo Mayor en el Palacio Ducal, en Venecia, y está considerado el mayor cuadro del mundo sobre lienzo, con sus 7,45 por 24,65 metros. Su nombre también es El Paraíso.
“Las restauraciones de La mujer en azul y El Paraíso han sido totalmente diferentes”, asevera Sedano. “El mundo del arte contemporáneo es complicado. Hoy se crea arte a partir de cualquier cosa, desde plástico hasta alimentos, y la conservación y restauración son una disciplina obligada”, apunta, en referencia a las colecciones del museo Reina Sofía. “El arte clásico, por el contrario, perdura. Es longevo”.
Las escuelas en los años de Tiziano y Tintoretto imponían al pintor un protocolo y el uso de unos materiales concretos. “El artista no era libre”, declara el restaurador del Thyssen. Se ha perdido la conservación artística en aras de la libertad.
Dos pintores de épocas totalmente dispares. Dos referentes en el mundo pictórico y dos obras claves para dos de los museos más importantes de Madrid.
Tintoretto nunca viajó a la capital de España. Picasso lo hizo en dos ocasiones, según cuenta la conservadora de la colección en el Reina Sofía. En la primera, a finales del XIX, se dedicó a descubrir y copiar a los grandes clásicos españoles: el Greco, Velázquez, Goya. La segunda estancia, a principios de 1901, fue fugaz. Se quedó solo tres meses y los utilizó para pintar La mujer en azul y crear la revista Arte Joven junto al escritor catalán Francisco de Asís Soler. Picasso ilustraba y Soler escribía. Solo publicaron cinco números. En estos tres meses, el joven pintor también bebió de las vanguardias y de la noche bohemia de la ciudad. Sin embargo, Picasso se fue de Madrid con una sensación de desencanto. Olvidó a la mujer pintada de azul y verde, y en sus memorias solo recordó la capital por la tristeza que le transmitía y por lo gélido que empezó ese principio del siglo XX.
Furor en la sala 49 del Prado
Con la restauración de este cuadro llegaron en masa los visitantes para ver cómo lucía la otra Gioconda. Pero también aportó información desconocida hasta el momento. La más importante, según los conservadores del museo, fue que el original de Leonardo y la copia del discípulo se pintaron simultáneamente.
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