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crítica | teatro

Guerra y amor en Asia menor

La compañía Galo Real representa La gran Zenobia, drama de Calderón sobre la reina guerrera que puso en jaque a Roma

Javier Vallejo

La mayoría del público que abarrotó durante el estreno la minúscula sala Nudo Teatro, en Malasaña, sobrepasa apenas los 25 años que Calderón tenía cuando escribió La gran Zenobia, drama inspirado en la reina del imperio de Palmira, que abarcó del Éufrates al Nilo en el siglo III, desafió a Roma y sufrió una derrota decisiva en Emesa, la Homs donde hoy el ejército sirio renueva antiguas matanzas. A través de la lucha entre la valiente y empática reina guerrera y el ambicioso general Aureliano, a quien al principio de la obra una aparición onírica anuncia, como las brujas a Macbeth, que pronto ceñirá la corona, Calderón habla de cómo la rueda de la fortuna eleva a quien estaba abajo, para volverlo a sumergir cuando menos se lo espere. Es el tema que volverá a tratar enseguida en La vida es sueño, planteado aquí en un ámbito histórico legendario que prefigura el clima de sus comedias mitológicas.

La gran Zenobia

Autor: Calderón. Versión y dirección: Gustavo Galindo. Intérpretes: María García-Álix, Jesús Gago, Nadia Alonso, David Díaz y G. Galindo. Compañía: Teatro Galo Real. Nudo Teatro. Los sábados 18 de febrero, 24 y 31 de marzo, 7, 14, 21 y 28 de abril.

Dirigido por Gustavo Galindo en un espacio desnudo, con unos pocos elementos de atrezo cargados de significado (trizas de papel blanco dibujan en el suelo negro la silueta del cadáver de Quintilio; fluorescentes de colores, movidos de acá para allá por los intérpretes, ponen toda la luz escénica; un viejo casco y unas corazas de escayola acabadas con papel de periódico simbolizan el armamento completo de ambos ejércitos…), este cuarto montaje de la joven compañía Galo Real restaura la gama cromática original del texto, oscurecida por el curso del tiempo y de la inercia crítica, imprime viveza a la enconada pugna dialéctica entre la bella Zenobia, su atrabiliario antagonista y Decio, general caído en desgracia; resuelve con ingenio los mil retos que se presentan al abordar una pieza de este empaque en formato de cámara, e inventa acciones a la contra, para redoblar la tensión en momentos cumbre.

Como adaptador, Galindo recorta texto sin recortar contenido (y se quita de en medio a un gracioso prescindible), y como director de actores se nota que él también lo es. María García-Álix crea una Zenobia encantadora, emocionalmente inteligente, diestra en lo político y con encanto sexual. Esta actriz dará que hablar. El enamorado Decio de Jesús Gago transmite nobleza, temperamento y una fiereza domeñada, presta a sacar la zarpa. Nadia Alonso, eficacísima en su doble papel, debiera de ponerse alguna prenda o introducir algún elemento de caracterización que marque al primer vistazo cuándo es quién. David Díaz tiene la labilidad del traidor Libio, y Galindo, a quien sabemos actor más extremado, le sacará partido al papel del emperador en cuanto pueda concentrarse en él al cien por cien. El verso se sigue de maravilla en todo momento.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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