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El adiós de un pintor irrepetible

La muerte de Nóvoa cierra una página dorada del arte gallego contemporáneo

El pintor pontevedrés Leopoldo Nóvoa.
El pintor pontevedrés Leopoldo Nóvoa.XURXO LOBATO

La muerte de Leopoldo Nóvoa (Salcedo 1919- París, 2012) supone el cierre de las páginas más destacadas en la historia del arte gallego contemporáneo. Nóvoa representa a la perfección el estereotipo de artista sin fronteras, que vivió su existencia en lugares tan diversos como Galicia, París, Argentina y Uruguay. En todos ellos dejó su huella y ni siquiera en los últimos tiempos dejó de viajar, ya que vivía la mitad del año en la capital francesa y la otra mitad en su casa de Armenteira. Su mujer, Susana, explicaba ayer que la muerte fue “repentina” a pesar de que la esperaba hace tiempo dada su avanzada edad. Hasta el último momento estuvo lúcido y trabajando. “Hasta el mismo domingo, día en que le internaron después de sentirse mal, estuvo firmando la última edición de grabados que estaba haciendo”, explicó su esposa. Nóvoa será incinerado en París y, conforme a su voluntad, sus cenizas serán esparcidas en su tierra natal.

Como hijo de diplomático, Nóvoa fue un viajero desde muy tierna edad. Con apenas siete años realizó su primer viaje a América y desde entonces nunca dejo de moverse. En 1938 abandonó su pueblo natal para establecerse en Montevideo. Comienza a estudiar arquitectura y también a trabajar en una fábrica de cerámica, formación que le sería de gran utilidad para acometer algunas de sus obras. A finales de los cuarenta, su espíritu nómada le traslada a Argentina, y en 1952, ya instalado plenamente en Buenos Aires, realiza su primera exposición de la mano de Luis Seoane. A lo largo de su trayectoria tuvo diversas etapas creativas, pero sus obras más conocidas son aquellas en las que se consagra como un pintor informalista. Sus pintura aunan la fuerza de la sencillez y la emoción de la poesía, siempre muy presente en sus piezas.

En 1965 se instala en París, donde conoce a Cortázar, Tomasello o Julio le Parc, entre muchos otros, un círculo de intelectuales con los que compartirá amistad e inquietudes creativas. Son años de intenso trabajo, exponiendo en diferentes ciudades europeas. En el 79 su estudio parisino sufre un incendio que lo arrasa, destruyendo las más de 2.000 obras allí almacenadas. "Cuando ardió mi taller, guardé los pedacitos de los cuadros en una bolsa. Al abrirla vi que la ceniza tenía un mensaje para mí", rememoraba en 2007 en una entrevista con este periódico. A partir de ese momento la ceniza se convertirá en su principal aliada, la base de una pintura que ya no le abandonará. Entre las grandes influencias en su obra se encuentran el escultor Jorge Oteiza, el pintor uruguayo Joaquín Torres García y el artista argentino Lucio Fontana.

Sobrino: “Para mí fue el primer artista contemporáneo de Galicia”

Adolfo Sobrino, galerista compostelano que trabajó con Nóvoa en los últimos quince años, señala que el artista pontevedrés destacaba por su personalidad extrovertida y su inteligencia. “Para mí fue el primer artista contemporáneo de Galicia. Cuando aquí surgió el movimiento Atlántica supo incorporarse a él a pesar de que era mucho mayor que los miembros del grupo. Además, era muy trabajador y tenía una técnica de trabajo muy especial”, indica el galerista.

Sobrino vió por última vez a Nóvoa el pasado verano y pudo hablar con él por telefono hace apenas dos meses con motivo de su cumpleaños. “Lo encontré tan lúcido como siempre. Era un hombre que impresionaba por su fuerza física aún cuando contaba casi 80 años. Sufrió varias operaciones de cadera y eso le limitaba a la hora de hacer determinados movimientos para trabajar”, explica el galerista, quien destaca la capacidad de Nóvoa para llevar su obra a muchos rincones del mundo.

El comisario y crítico de argte Fernando Castro Flórez considera que la trayectoria de Nóvoa ha sido un “ejemplo de rigor” y lo califica como una referencia imprescindible para el arte contemporáneo gallego. “Siempre buscó la esencialidad y la poesía. Es algo más que un pintor poético y que un pintor matérico”, indica el crítico. Castro Flórez apunta que el tiempo “jugará a favor” de la obra de Nóvoa y tal vez ayude a situarlo en un puesto más destacado dentro del arte contemporáneo español donde “ha sido injustamente valorado”.

Para este crítico, Nóvoa tuvo éxito en su búsqueda de un ideal de belleza no figurativa. “Demostró que se podía seguir pintando a pesar de saber que el cubismo estaba agotado”, indica Castro Flórez, quien no llegó a conocer personalmente a Nóvoa aunque sí que incluyó obras suyas en diversas exposiciones colectivas.

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