Muere a los 91 años en París Leopoldo Nóvoa

Leopoldo Nóvoa uno de los más grandes artistas gallegos falleció ayer por la tarde en París, a los 91 años de edad, según ha confirmado su familia.

Nóvoa nació en Salcedo, en 1919 y su dedicación a la pintura comenzó pronto. Hijo de padre uruguayo, un diplomático exiliado en la guerra civil española, abandonó su Salceda natal en 1938 para establecerse en Montevideo. Comienza a estudiar arquitectura y también a trabajar en una fábrica de cerámica, formación que le sería de gran utilidad para acometer algunas de sus obras. Aquellas extensiones inmensas, casi infinitas a los ojos del niño, condicionarían toda su obra a través de la presencia del espacio. Hasta el punto que él mismo reconocía su formación cultural era “absolutamente uruguaya”: “Cuando me fui allí, era el último país vivible, con libertad y una gran cultura". A finales de los cuarenta, su espíritu nómada le traslada a Argentina, y en 1952, ya instalado plenamente en Buenos Aires, realiza su primera exposición de la mano de Luís Seoane.

En 1965 se instala en París, donde conoce a Cortázar, Tomasello o Julio le Parc, entre muchos otros, un círculo de intelectuales con los que compartirá amistad e inquietudes creativas. Son años de intenso trabajo, exponiendo en diferentes ciudades europeas. En el 79 su estudio parisino sufre un incendio que lo arrasa, destruyendo las más de 2.000 obras allí almacenadas. "Cuando ardió mi taller, guardé los pedacitos de los cuadros en una bolsa. Al abrirla vi que la ceniza tenía un mensaje para mí", rememoraba en 2007 en una entrevista con este periódico. A partir de ese momento la ceniza se convertirá en su principal aliada, en su fiel acompañante creativa, la base de una pintura que ya no le abandonará.

El pintor y escultor vivía entre su casa rural de Armenteira, en Pontevedra, y París. Sus obras, caracterizadas por la búsqueda de una tercera dimensión, se han exhibido en Estados Unidos, Europa y América Latina.