"Vamos a parar Valencia"
Los estudiantes organizan su protesta en asambleas Los universitarios se preparan para la huelga del 29F
“Hace frío, aquí tampoco hay calefacción”, ironizaba ayer un estudiante en referencia a uno de los motivos —la necesidad de estar en las aulas con abrigos o mantas— que abonaron la protesta contra los recortes en Secundaria que ha tomado como referencia al instituto Lluís Vives. Al principio eran 50, sentados en el suelo, con las piernas cruzadas. Su número iría creciendo en la siguiente hora hasta ocupar la planta baja de la Facultad de Geografía e Historia de la Universitat de València. Algunos se conocían. La mayoría, no. Tampoco se presentaron. Quien quería participar en la asamblea tomaba la palabra y daba su opinión.
Las imágenes y los vídeos de las cargas policiales del día anterior, que seguían viéndose desde ordenadores portátiles, habían caldeado el ambiente. Las intervenciones apostaban, sin embargo, por adoptar medidas de desobediencia, como cortar el tráfico, y evitar situaciones que desembocaran en más violencia.
“Nos están moliendo a palos, pero esto es un pulso”, decía un estudiante. “Con la huelga [convocada para el 29 de febrero] vamos a paralizar Valencia, pero para eso hacen falta muchas asambleas, muchas horas. Para saber quién corta una calle y quién corta otra. Dónde estará cada piquete y qué se hará en cada campus”.
Los alumnos apuestan por la desobediencia y por evitar provocaciones que generen violencia
“Es importante”, afirmaba una alumna, “que no planteemos esto como una guerra. Tenemos que manifestarnos pacíficamente para defender la educación pública y de calidad. Pero no tenemos un enemigo en la calle, aunque nos traten como a tales”.
Intervino una profesora jubilada: “No os doy soluciones, solo os digo que estudiéis al de enfrente. Su objetivo es deteriorar la imagen de la movilización. Si convencen a la opinión pública, todo lo que hayáis hecho os cabrá en el bolsillo”. Los jóvenes recibieron el consejo con aplausos.
La asamblea se celebraba antes de la marcha desde la avenida de Blasco Ibáñez, donde se concentran las facultades de letras, hasta el instituto Lluís Vives. Son dos kilómetros y se debatía cómo hacerlo. “Si quieren endiñarnos, nos van a endiñar igual. Yo digo que vayamos por medio de la carretera”, proponía un estudiante. La manifestación saldría y llegaría al instituto por el centro de la calle, sin incidentes.
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