Arenas empieza la cuenta atrás
El líder andaluz seguirá en el mismo puesto en la dirección nacional
No hacía ni cinco minutos que había comenzado oficialmente el XVII congreso del PP, y Javier Arenas recibía ya el primer piropo desde la tribuna, celebrado con un profuso aplauso. Incluso antes que Mariano Rajoy. El encargado de la comisión organizadora, el presidente de La Rioja, Pedro Sanz, le dedicó una encarecida alabanza: “Javier eres el orgullo de todos nosotros, por tu valentía y tu coraje”. Ubicado en Sevilla para mayor gloria suya, el cónclave de los populares, en el que casi nada está en juego, marca la cuenta atrás de la larga campaña del líder del PP andaluz a la presidencia de la Junta, una institución que se le ha resistido en tres ocasiones y que, según las encuestas, está al alcance de la mano.
En ese empeño, Arenas ha contado en los últimos años con el respaldo del presidente del partido, y ahora del Gobierno, quien no ha faltado a ningún acto relevante y ha sido más que prolijo en gestos de confianza y guiños cómplices, entre ellos, este congreso. Se da por sentado que seguirá en la dirección nacional, en el mismo puesto, la vicesecretaría de Política Autonómica y Local, aunque es posible que cambie de nombre.
El PP andaluz sostiene que no ha trabajado para conseguir más poder en la organización nacional. Dicen sus dirigentes que ya lo tiene, que se lo dio Mariano Rajoy en el congreso de hace cuatro años en Valencia —cuando este apuntaló su cuestionado liderazgo— y que allí ya se pensó que tenía que ser algo que pudiera compatibilizar con la presidencia de la Junta, si la consigue.
Fuentes andaluzas señalan también que la vicepresidencia de Política Autonómica y Local ha cobrado ahora más relevancia, pues nunca el partido tuvo tantos Gobiernos en ambas Administraciones. Hará falta, explican, una persona que coordine y hable con todos (Arenas) y ese papel será determinante. En clave interna, un contrapoder a la secretaría general de María Dolores de Cospedal, aunque el PP andaluz no quiere ni oír hablar de esta lectura.
En cuanto al número de andaluces en la junta directiva, la participación será similar, igual que en la comisión ejecutiva, donde hasta hoy hay ocho. A la organización andaluza del PP le sobra motivación. Pese a que el gran momento de Arenas se ha presentado justo cuando arrecia una crisis que parece no tener fondo, las expectativas son enormes. Acechan los ajustes sociales, la reforma laboral y los futuros Presupuestos Generales, en los que se podría recortar hasta 40.000 millones de euros, pero en la cúpula está instalada la idea de que esta vez el PP romperá el sortilegio y gobernará en Andalucía.
El Gobierno va a tratar de que los malos datos que caen estos días como carámbanos se descongelen antes de llegar a Andalucía y hagan menos daño. Arenas prepara el terreno con invocaciones a la verdad y alecciona a sus seguidores para el inevitable trance de la remontada económica. Como no puede ser de otra manera, defiende la reforma laboral, pero añade matices que la suavizan. Asegura que el diálogo social no está en absoluto muerto y ha llegado a sugerir que ha dado instrucciones a la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, para que intente algún acuerdo con los sindicatos.
Tiene para sí que en esta legislatura ha hecho todo lo que ha podido para erosionar al PSOE andaluz: aprovechar la desazón de la crisis para martillear con el estigma del paro, agitar hasta el hartazgo la sospecha de la corrupción (anuncio diario de un escándalo) y lanzar una ofensiva de alcaldes con las alforjas repletas de agravios y exigencias. El resto lo han ejecutado el propio PSOE y la Junta.
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