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Guillerme Vázquez insta a los escindidos a “abandonar sus cargos”

Los ‘irmandiños’ piden al BNG “respetar la composición de los grupos municipales”

Santiago de Compostela -
Fernández Lores, Vázquez, Pontón, García y Jorquera, ayer en Santiago.
Fernández Lores, Vázquez, Pontón, García y Jorquera, ayer en Santiago.ANXO IGLESIAS

Ni un solo gesto de distensión. A Guillerme Vázquez solo le preocupa ahora “el BNG y las personas que están en el BNG, no las que están fuera”. Lo que ha cambiado es que, desde el pasado domingo, una de las personas que está fuera se llama Xosé Manuel Beiras, contribuyó a fundar la organización y la lideró durante 21 años. “Beiras me ha comunicado su decisión de abandonar el Bloque”, expuso ayer, de manera escueta, el portavoz de los nacionalistas, “una decisión que nosotros respetamos”.

 Vázquez no quiso valorar nada más. Las implicaciones de la marcha de los beiristas, agrupados en el Encontro Irmandiño, las redujo a “una decisión libre de antiguos afiliados del BNG”. Las relaciones entre él y el ex portavoz nacional se tensaron en los últimos meses. Las críticas al rumbo interno del Bloque y los amagos de ruptura, consumados por Beiras el domingo, habían dinamitado todos los puentes. Hasta el punto de que ayer Guillerme Vázquez lo dio por amortizado. Y lanzó, a la espera de una posición colectiva, un aviso: “Cuando una persona abandona la militancia en una organización, por coherencia, deberían abandonar también sus cargos públicos”.

La opinión de Vázquez, que se encargó de remarcar una y otra vez que era “su opinión” y que “cuando llegue el momento, el Bloque tomará una decisión al respecto”, colisiona con las expectativas irmandiñas. Martiño Noriega, regidor de Teo y segundo de la facción escindida, insistía en la Cadena Ser sobre la necesidad de preservar “la unidad de acción” en las corporaciones municipales. Y en eso consiste el argumento central de la nota remitida por el Encontro Irmandiño tras la reunión de ayer por la mañana entre Beiras, Vázquez y el candidato nacionalista a la Xunta, Francisco Jorquera, quien había explicado unos minutos antes en la radio que los ediles disidentes deberían pasar al grupo mixto. No entregar las actas. “[Queremos mantener contactos] con la dirección del BNG para que la separación sea en ‘buena avenencia’ y se pueda seguir cooperando”, reza el comunicado irmandiño, “y respetando la composición de los grupos municipales en los que a partir de ahora deberán convivir miembros del Encontro Irmandiño y del BNG”.

Pero ninguno de los matices de esa oferta de acuerdo entraba ayer en los cálculos del portavoz nacional Guillerme Vázquez. “Esta fractura significa lo que significa, que un grupo de afiliados deja la militancia”, acabó ayer sus respuestas en rueda de prensa al cisma, “pero, para bien y para mal, eso ya es pasado”. Ni una palabra más. Desde la corriente hegemónica, solo Ana Pontón, la sustituta de Carlos Aymerich en la portavocía parlamentaria del BNG, había hablado por la mañana para recordar que “el nacionalismo sigue siendo imprescindible para Galicia”.

Vázquez comparecía ayer al término de la segunda Executiva Nacional del Bloque tras la asamblea de Amio que ratificó la grieta de la organización. Ayer decidieron el reparto de tareas de dirección, que se encontraba suspendido a la espera de la decantación de los beiristas. Los dos cargos de mayor relevancia, la secretaría de Organización y la de Finanzas, repiten responsable y continúan en manos de la UPG a través, respectivamente, de Montse Prado y Francisco García.

La baja de los tres miembros del Encontro Irmandiño —Beiras, Martiño Noriega y María Casar— será cubierta por tres nombres de la misma lista. Es decir, de Máis Galiza, que acudieron coaligados con los beiristas a la Asemblea Nacional del pasado 28 de enero. Aymerich (Política Económica), Sandra González (Relacións Exteriores), Ana Luísa Bouza (Acción Feminista) y Xoán Carlos Bascuas (Imaxe e Publicacións), todos de Máis Galiza, asumen esas responsabilidades orgánicas. El 11 de marzo elegirán en asamblea si continúan integrados en el Bloque o secundan las tendencias centrífugas explicitadas por unos y otros a los largo de las últimas semanas.

El goteo de bajas aumenta entre los seguidores de Aymerich

La pelota parece ahora encontrarse en el tejado de Máis Galiza. La heterogénea corriente agrupada en torno a Carlos Aymerich y que constituyó el mayor frente interno de oposición a la UPG se enfrenta ahora a sus propias contradicciones. Mientras el propio Aymerich se erigía, en las semanas previas a la última Asemblea Nacional, en el principal defensor de la unidad del nacionalismo, algunos de sus seguidores ya se habían ido descolgando de su estrategia. La deserción más sonora fue la de Teresa Táboas, que el domingo asistió al cónclave cismático del Encontro Irmandiño y que la semana anterior había presentado su dimisión como diputada. Allí también se dejó ver Aymerich.

No será hasta el 11 de marzo, en una conferencia nacional, que Máis Galiza adopte un camino colectivo a seguir. La presencia de su líder en la escenificación de la ruptura beirista alimenta las ansias secesionistas de sus bases, cada vez más irreprimibles. Y por cada Ana Luísa Bouza —viceportavoz parlamentaria— que se muestra remisa a considerar un horizonte fuera del Bloque, aparecen juventudes, un exsenador, antiguos partidos disueltos en la facción, que opinan lo contrario.

“Si esas cuatro corrientes o alguna más que pueda surgir por el camino”, explicó ayer el exdiputado y cabeza de Esquerda Nacionalista Alberte Rodríguez Feixoo, “coinciden en los aspectos fundamentales en la creación de un nuevo proyecto, yo personalmente creo que sería positivo”. El grupo, originado en los años noventa para apoyar internamente a Xosé Manuel Beiras y distanciado de él hace años, anunció el pasado sábado que abandonaba el BNG. Pese a formar parte de Máis Galiza, no han esperado a marzo. “Hay dos bases ideológicas distintas en el Bloque, que se confrontaron en la última asamblea”, añadió Rodríguez Feixoo, “y llegó el momento en que se hizo imposible la convivencia dentro de la organización”.

En esas cuatro corrientes que el nacionalista ya considera fuera del BNG se cuentan, además de la que él dirige y de los irmandiños de Beiras, el Partido Nacionalista Galego —también parte de Máis Galiza y el ala más derechista del Bloque— y la propia corriente de Aymerich. Que el exsenador y candidato por Ourense en las últimas elecciones generales, Xosé Manuel Pérez Bouza, dejase el frente con carta pública a la organización ayuda a construir ese escenario. Como ayuda la postura de la Mocidade Nacionalista Galega, vinculada a Máis Galiza, y cuyo secretario general, Paulo Carlos López, abogó la pasada semana por seguir ese trayecto.

El domingo, cuando uno de los históricos fundadores del Bloque apostó por salir del mismo, no eran pocos los militantes de Máis Galiza que allí se sentaban. Y Teresa Táboas o Martiño Noriega no dejan de advertir, en público y en privado, de que “algo se mueve” en el fondo del BNG.

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