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La larga odisea del exportavoz nacional: de líder prometido a la oposición interna

Beiras sale de un BNG que gracias a él terminó con la fragmentación de la izquierda nacionalista

No resulta sencillo deslindar la historia del Bloque Nacionalista Galego y la de Xosé Manuel Beiras (Santiago de Compostela, 1936). Precisamente a esa memoria sentimental de la militancia, a 30 años de relación en los que el BNG pasó de un diputado a liderar la oposición a Fraga por delante de los socialistas en 1997, apeló en su último intento de contribuir a que la organización no entrase en barrena. “¡Viva el BNG de 1982 actualizado!”, concluyó Beiras su intervención en la última Asemblea Nacional. El 47% de los afiliados le dieron, contra todo los pronósticos que manejaba el aparato, su respaldo. Pero no fue suficiente y la Unión do Povo Galego, tradicional enemigo interno del beirismo, acaparó puestos, documentos políticos y enmiendas a los mismos. Beiras y los suyos, agrupados desde 2007 en el Encontro Irmandiño, han decidido salir del Bloque que acabó con la fragmentación de la izquierda nacionalista. Ni habrá refundación, ni habrá regeneración, consideran.

Fue la figura del autor de uno de los textos teóricos más influyentes del nacionalismo —O atraso económico de Galicia (1973)— la que catalizó la irresistible ascensión del BNG en los años noventa. Con un discurso formalmente contundente pero de fondo socialdemócrata fuerte, trenzado con materiales eruditos, fondo marxista, una brillantez ya nada habitual en política e imagen rebelde, O’Beiras entró en el electorado de un PSdeG víctima de sus baronías locales y de la resaca del felipismo tardío y la corrupción. Hasta llegar al legendario sorpasso.

Nadie discutía entonces su liderato. Y eso que las aguas tampoco estaban el Bloque todo lo tranquilas que ahora algunos recuerdan. En 1987, por caso, la dirección expulsaba al Partido Comunista de Liberación Nacional, que encabezaba un antiguo secretario general de la UPG y que se negaba a acatar la Constitución y a romper relaciones con Herri Batasuna. Pero la simultánea apertura de la organización a izquierda y derecha tapaba fugas. El ingreso del Partido Nacionalista Galego, que formara parte del tripartito de Laxe, del colectivo Inzar, que recogía restos del Movemento Comunista y de la LCR, o incluso del históricamente disidente Camilo Nogueira contribuían a afianzar la imagen del BNG como casa común del, palabras de Beiras, movimiento de emancipación nacional gallego.

El techo de los 18 diputados, uno menos en 2001 pero todavía el grupo más votado que la oposición, marcó el final de la ascensión. Y la proa que le colocó la U. Beiras no se había preocupado demasiado de la vida interna del frente y la corriente constituida para apoyarle, Esquerda Nacionalista, no había terminado de cuajar. Con Anxo Quintana, exalcalde de Allariz y senador, a modo de sucesor pactado para optar a la Xunta, imaginó un BNG a la PNV en la que él sería presidente del partido. Las tornas cambiaron, Quintana no se vio cómodo con la sombra del histórico líder y rompió el pacto. Beiras pasó entonces a la oposición interna. Enfundado en el altermundismo y en la reivindicación de la asamblea horizontal, no ahorró críticas al bipartito. Y, durante el mandato de Guillerme Vázquez, el amago de la escisión. Hasta ayer.

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