Los colores de la Creación
La restauración del tapiz del siglo XI de la catedral de Girona saca a la luz los tonos originales ocultos en el reverso
Hace 1.000 años las expertas manos de un grupo de mujeres, quizás las de las monjas benedictinas del monasterio de Sant Daniel de Girona, tejieron con lana, lino y seda una de las obras más destacadas que la Edad Media ha legado. El tapiz de la Creación, uno de los tesoros románicos que la catedral gerundense conserva con celo desde hace 10 siglos, está ahora en manos de otras mujeres, Luz Morata y Carmen Masdeu, del Centro de Restauración de Bienes Muebles de Sant Cugat, que trabajan para devolver a la obra el esplendor perdido.
Su trabajo ha tenido una primera recompensa: al quitar la arpillera que se colocó en la última restauración, en 1975, para sustentar la tela, se ha podido ver por primera vez la riqueza de los colores originales: verde, amarillo, rojo, tierra, azul, blanco y púrpura, como en el manto de la figura del Pantocrator, que contrastan con el tono apagado, por la acción de la luz, de la cara principal.
Vistas por detrás, adquieren una nueva dimensión las escenas bíblicas del Génesis, con la creación de Adán y Eva, junto a un buen número de animales, entre los que no faltan los quiméricos. Los vientos, los ríos, los meses y los días también están representados, como humanos, en esta especie de tebeo astral del románico.
Desde noviembre, las dos expertas dedican todo su trabajo a esta enorme tela de 3,58 por 4,50 metros. Tras emplear todo tipo de rayos —X, ultravioletas e infrarrojos—, han podido asegurar que está formada por seis grandes fragmentos: cuatro verticales y dos horizontales, si bien se ha perdido el de abajo; han localizado 256 remiendos de intervenciones anteriores, y han recuperado varias inscripciones inéditas. Una, conservada solo en el reverso, ha permitido averiguar que una de las figuras es Hércules, y no Abel como hasta ahora se creía.
Las expertas están recortando al máximo los añadidos para eliminar la tensión de la tela original, remendarán las lagunas de forma neutra, colocarán una nueva tela posterior y sustituirán el bastidor de madera por uno de aluminio.
Como ocurre con casi todos los tejidos religiosos, sobre el tapiz de la Creación sobrevuelan muchos misterios. El primero, su función. Recientemente, el especialista Manuel Castiñeiras ha asegurado que en realidad la tela es una alfombra de lujo que se utilizó en el año 1079 con motivo de un concilio que presidió el arzobispo de Toledo, Bernat de Agen.
También hay dudas sobre quién encargó esta tela única. Todo apunta a que fue una condesa con nombre de cómic, Mafalda de Apulia, viuda de Ramon Berenguer II. Pero las restauradoras no han encontrado ningún sello ni huella que arroje luz sobre sus autoras. “Fueron mujeres muy hábiles y cultas. Es imposible saber dónde comenzaba o terminaba el trabajo de cada una”, asegura con rotundidad Masdeu.
El tapiz llegó al centro de Sant Cugat, no sin antes despertar cierto recelo en su dueño, el Cabildo Catedralicio de Girona. Entre las condiciones estaba la de que en marzo tenía que volver. Ayer, el obispo Francesc Pardo, que visitó el centro para supervisar los trabajos (cuyo coste, de 150.000 euros, cubre La Caixa dentro del programa Romànic Obert) junto con el consejero de Cultura, Ferran Mascarell, dejó claro, tras alabar la labor de Morata y Masdeu por tratar el tapiz “como a una criatura”, que quiere la pieza en la catedral en Semana Santa, que este año es a comienzos de abril.
Será entonces cuando se podrá volver a ver el tapiz en su lugar de origen, la sala del tesoro de la catedral, que también se está reformando. El problema es que la parte posterior, con los colores originales, quedará oculta.
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