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Las musas de Picasso en 66 grabados

La Fundación Canal estrena una exposición litográfica del artista malagueño cuya temática es el universo femenino

'Mujer con blusa de flores', uno de los grabados de Picasso que integran la muestra.
'Mujer con blusa de flores', uno de los grabados de Picasso que integran la muestra.

Según el escritor romántico Johann Wolfang Goethe, el eterno femenino reúne a la madre y a la amada en un principio universal que remite a la propia Eva y que unifica a las diferentes modalidades de la mujer en un modelo intemporal y platónico. Si ha existido un artista que haya asimilado a la perfección la idea del escritor alemán, ese fue Pablo Picasso, cuya obra refleja en su mayoría sus experiencias con las mujeres. La Fundación Canal estrena mañana una exposición de 66 grabados del padre del cubismo, realizados entre 1927 y 1964, que retratan el universo femenino desde diferentes ángulos; mujeres reales o imaginarias, de la familia, compañeras sentimentales que acabaron convirtiéndose en sus musas. La exposición Picasso. El eterno femenino estará abierta a partir del 2 de febrero hasta el 8 de abril y la entrada es gratuita.

“La inauguración de esta muestra es una excelente noticia para los madrileños”, ha asegurado esta mañana Ignacio González, vicepresidente de la Comunidad de Madrid, que, junto a la directora de la Fundación Canal, Eva Tormo y José María Luna, director de la Fundación Picasso, a la que pertenecen las obras, han presentado la exposición a la prensa. “Picasso supo trasladar a sus obras la relación que tenía con su madre, su abuela, sus tías, y, por supuesto, con sus parejas”, explica Luna. La exposición se divide en 14 secciones que recogen las diferentes perspectivas del artista del universo femenino: la mujer que observa, la observada, damas del tiempo de antaño o misterio y silencio son algunos de estos capítulos.

Todo ello decorado con luces tenues que contrastan con la fuerza de las coloridas paredes. “En general, las exposiciones litográficas son más frías y al visitante le cuesta animarse un poco más que en las de pintura y, por este motivo, hemos cuidado hasta el detalle el diseño de esta exhibición”, explica Cristian Ruiz, uno de los encargados del diseño de la muestra. El suelo, decorado con formas geométricas de diferentes tonos, es un guiño al movimiento cubista. Los colores cobre, rojo y azul decoran las paredes. “El cobre representa las planchas de la litografía  y los otros dos son los colores que encarnan a la mujer”, argumenta Ruiz.

Los retratos de Françoise Gilot, compañera de Picasso durante diez años, y de Jacqueline Roque, su última esposa, expuestos en la galería de la sala, son dos de las secciones que más destacan por su belleza. Gilot y Roque, frente a frente. La primera, de grandes ojos almendrados, líneas firmes y serenas y mirada dulce. La segunda, dibujada a menudo de perfil, tiene la mirada profunda y los rasgos más afilados. En el Retrato de Jacqueline con Mantilla, Picasso homenajea a España al adornar a su amada con una mantilla. En la sala siguiente, de color cobre, confrontan dos de las principales características del artista: la herencia del Renacimiento y la herencia cubista. Destaca con luz propia la Figura con blusa de rayas, ornamentada con flores o con cuellos alargados al estilo manierista. Los rostros que se exhiben en este rincón son en gran parte inventados por el pintor malagueño pero también hay recreaciones de caras de personas concretas.

Juventud, divino tesoro, es otra de las secciones de la exposición. Para Picasso, la juventud siempre tuvo especial relevancia en su forma de ver la vida porque representaba la fuerza, el vigor y la alegría. En el grabado de los Equilibristas observados por una campesina y su pequeña hija se manifiesta el culto al deporte del artista.

En la serie Dos mujeres desnudas, compuesta por cuatro grabados que se van descomponiendo hasta llegar a la síntesis del dibujo, donde se ilustran apenas cuatro líneas, Picasso revela el mundo privado de la mujer al que siempre quiso tener acceso.

La visita finaliza con los grabados de las damas del tiempo de antaño, donde Picasso rescata figuras y escenas de la época del Renacimiento o Barroco español y se atreve a representar a una menina de Velázquez.

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