Memoria taurina de Valencia
Vicente Sobrino completa con ‘Memoria de luces III’ la trilogía que relata la historia desde 1859 de la plaza de toros de la ciudad
Más de 150 años de historia dan para miles de tardes de emoción o de tedio, cientos y cientos de faenas de gloria o abucheos, tragedias, toros memorables e instantes para el recuerdo. Y eso, o una parte de eso, es lo que ofrece el libro Memoria de Luces III, obra de Vicente Sobrino, presentado anoche y que aborda la historia de la plaza de toros de Valencia durante el periodo comprendido entre 1859, año de su inauguración, hasta 1924. Con esta publicación se completa la trilogía escrita por el mismo autor, cuyos dos primeros libros. Memoria de Luces I y Memoria de Luces II, contemplaron lo acontecido en el ruedo valenciano de 1925 a 1949 y de 1950 a 2000, respectivamente.
Memoria de Luces III también hace una referencia a las plazas de toros que tuvo Valencia antes de la construcción de la actual, obra del arquitecto Sebastián Monleón. El estilo narrativo del libro ofrece al lector una panorámica de lo ocurrido, temporada a temporada, además de apreciarse el comportamiento del aficionado de entonces, la evolución del espectáculo taurino y de la propia plaza de toros a lo largo de todos estos años. Los triunfos, los fracasos, las tragedias, y un buen número de anécdotas interesantes, tienen cabida en un libro en el que, asimismo, se rescatan crónicas antiguas, entre ellas la del día de la inauguración del coso.
La afición culpó a
El festejo inaugural, con la participación de Francisco Arjona Cúchares, la época de El Tato y El Gordito, la competencia entre Lagartijo y Frascuelo, la tragedia de los hermanos Julio y Paco Fabrilo, el dominio de Rafael Guerra Guerrita, el nacimiento de la Feria de Julio, la complicidad del público valenciano con los hermanos Rafael y Joselito El Gallo, el debut y descubrimiento de Juan Belmonte tras fracasar en su Sevilla natal, la aparición fulgurante de Manolo Granero, la animadversión del público valenciano con Marcial Lalanda, a quien culparon de no estar al quite en la cogida mortal de Granero... son momentos clave en un periodo en que la plaza de Valencia forjó su fama y que se subrayan especialmente en esta obra.
El coso fue escenario
Por otra parte, Sobrino también reseña la variedad de espectáculos que se celebraban en la plaza, al margen de los taurinos, como temporadas de ópera, de zarzuela, conciertos, circo, demostraciones de gimnasia, teatro, lucha, suelta de globos tripulados, quema de fallas, y otro tipo de funciones que hoy en día resultarían inimaginables, como la lucha de un toro contra un león o un elefante.
Finalmente, en los anexos que cierran la edición, el autor recopila datos estadísticos sobre los empresarios que ha tenido la plaza, los escalafones con las actuaciones de matadores y novilleros y las alternativas concedidas.
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