El vampiro vuela sobre el patio de butacas
El teatro Marquina estrena hoy, viernes 13, una versión de ‘Drácula’ con toques mágicos y efectos especiales Buscan contar la historia de una forma “nunca vista”
“Tengo miedo a que llegue la noche”, confiesa María Ruiz en el papel de Mina, la joven atemorizada y atacada, sin saberlo, por el conde vampiro. Y es el sentimiento que deberían compartir quienes se atrevan a acudir al Drácula que hoy estrena el teatro Marquina de Madrid. Al menos es lo que pretende el equipo que trabaja en la obra. Para conseguirlo, cuentan sobre todo con la carga dramática que aportan actores como Emilio Gutiérrez Caba y Ramón Langa, pero también con algunos toques mágicos. Estos corren a cargo del mago Yunque, que ha diseñado algunos de los efectos especiales que permiten que, por ejemplo, el aterrador protagonista salte al patio de butacas.
“Los que tenemos miedo somos nosotros”, bromea Langa, que da vida al conde Drácula, en el descanso de un ensayo. Pero en el escenario cambia el gesto y despliega su potente voz para advertirle al doctor Seward, interpretado por César Sánchez, que se toma “al pie de la letra” su invitación para sentirse “como en su casa”. Tanto, claro, que se está dando festines a cuenta de la sangre de la hija del doctor, la desdichada Mina. Tras su paso por varias ciudades españolas —se estrenó en Sevilla en septiembre—, la producción de Alejandro Colubi se adapta ahora al teatro madrileño. Palmo a palmo, los actores han pulido cada movimiento bajo la dirección de Jorge de Juan, responsable también de la versión, y Eduardo Bazo. “Te propongo un truco de La mujer de negro”, sugiere De Juan a uno de los actores, citando su referente. “En ese trabajo también coincidimos Eduardo, Emilio y yo, y creo que nos ayudó mucho a aprender a provocar miedo desde las tablas”, comenta. Con aquella obra llegaron al millar de representaciones. Ahora abordan el mítico Drácula con la coincidencia, no buscada pero celebrada, de la moda vampírica que potencian sagas juveniles como Crepúsculo. “No tenemos mucho que ver porque nosotros no explotamos mucho la parte romántica de la historia, aunque hay algún toque de erotismo o sumisión. Pero no nos viene mal que se lleve este tema”, admite el director.
Lejos de secuelas adolescentes, la propuesta que se estrena hoy —con un guiño a la mala suerte de los viernes 13 en la tradición anglosajona— busca sobre todo distinguirse por contar la archiconocida historia de una forma “nunca vista”. ¿Cómo? “Principalmente con el trabajo de los actores, pero también con los efectos especiales”, explica De Juan. A los gritos, aullidos, susurros y amplio repertorio de misteriosos sonidos de la banda sonora, se suman los juegos de luces y los trucos ideados por el mago Yunque para terminar de descolocar, y atemorizar, al espectador. Aparte de sus propias actuaciones, el prestidigitador también ha trabajado para otras obras, como El Cascanueces.
“En Drácula cabe mucha magia”, asegura Yunque, que se ha encargado personalmente de inventar varios efectos para elevar al máximo la tensión del público. “No quiero desvelar mucho, pero estamos ultimando una técnica que va a provocar que la gente sienta, literalmente, algo”, comenta enigmático. Su contribución se materializa en varias desapariciones y sorprendentes vuelos, entre otras sorpresas.
El espectador que acuda debe tener en cuenta que en esta obra el público forma parte de la historia. “El patio de butacas es vulnerable”, insiste De Juan. Al fondo se escucha a la atemorizada Mina: “Solo veo unos ojos rojos, y un terrible rostro”.
Drácula. Teatro Marquina. Hasta el 29 de febrero.
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