‘République-Bastille’: reconstrucción personal en el exilio
Instalada en París tras la II Guerra Mundial, la escritora griega Melpo Axioti recurrió a una doble literaria para escribir en francés un diario íntimo del desarraigo


Abundan en la historia de la literatura ejemplos de autores cuyas vidas y obras han estado marcadas por el exilio hasta el punto de hallar refugio en una lengua extranjera: Beckett, Nabokov, Kundera, Nancy Huston o, por supuesto, Agota Kristof, que no en vano decía: “Escribir en una lengua extranjera es como intentar correr con los pies atados. Pero si no corro, me muero”. A esa lista se suma la novelista y poeta Melpo Axioti, figura singular de la literatura griega del siglo XX por su estilo innovador y su activismo político. Nació en 1905, en Atenas, donde también falleció en 1973. Durante la ocupación nazi de Grecia (1941-1944) participó en la resistencia y durante la posterior guerra civil (1946-1949) su compromiso tuvo como consecuencia el arresto y la expulsión.
En 1947 se exilia en París hasta 1950 y es en ese contexto en el que se inscribe République-Bastille, publicado en 1949, escrito en francés como un diario íntimo de la experiencia del exilio y la consiguiente reconstrucción personal. Es significativo que la primera palabra del libro (y que se repetirá intencionadamente a lo largo del texto) sea Jean-Pierre Timbaud, no solo porque nombra el barrio donde vive sino porque Timbaud fue una figura mítica de la resistencia con la que la autora conecta ideológicamente.
La autora traza un mapa lleno de senderos en una lengua ajena que le permite distanciarse de los horrores vividos
Para contarse a sí misma, Axioti se escuda en el alter ego de Lisa, que pisa esa tierra desconocida al amanecer como “aquella primera vez que, en un jardín público de Creta, vio abrirse el capullo de una magnolia”. Lisa tiene que volver a empezar. Entre la nostalgia, la precariedad y el trauma se instala en ese maravilloso barrio que se extiende entre las plazas République y Bastille, corazón del París de la posguerra. Axioti se relacionó con intelectuales y políticos y conoció a Louis Aragon (de los primeros en reivindicar su literatura), Pablo Neruda y Pablo Picasso, aunque no se nombren en el texto.
Mientras pasea en la ciudad desierta por las mañanas, Lisa rememora cuatro relaciones amorosas fundacionales (preciosa historia la del amor platónico con un profesor a los 12 años, tremenda la tercera, que no resultó como ella esperaba), la gente que ha entrado en su vida sin invitación, las noches en las que durmió encima de la maleta que ahora está consigo y la Grecia que dejó atrás en un barco en el que escuchó por última vez una canción de su tierra: “Y yo soy como esa ave / que tras arder resucita…”. La mirada nueva compara las alturas de los edificios y admira los andares exquisitos de las mujeres. Reconoce el Cirque d’Hiver Bouglione, el río Sena extendido como una reina de la antigüedad que se hubiera cubierto con un velo. Acepta a regañadientes la obligación de comer camembert para integrarse de tal manera que por momentos es imposible no evocar al Orwell de Sin blanca en París y Londres (palabras mayores de la literatura memorialística) y sus batallas contra el hambre. Deja que resuene en su memoria el dicho popular de su país: “A medida que los niños crecen, las penas se multiplican”, y se habitúa a una habitación desconocida y a una cama extraña y al recuerdo de la acrópolis como un milagro, lugar de nacimiento de la belleza. Así, mientras echa el ancla entre République y Bastille, crea una topografía estética combinando memoria histórica y descubrimientos en ese París recién liberado. Axioti traza un mapa lleno de senderos con el exilio como un núcleo creativo, en una lengua ajena que le permite distanciarse emocionalmente de los horrores vividos y reconstruir una identidad igual de fragmentada que la estructura del libro, porque République-Bastille no deja de ser una reflexión sobre la pérdida y una lucha contra el paso del tiempo en el cuerpo, en la intimidad, en el deseo. Y nada explica mejor esa lucha que el encuentro con Georges el 14 de julio de 1947, cuando la vibrante espera se ve sacudida por la inesperada noticia de la muerte de un amor lejano que, como todas, multiplica el volumen del tiempo. Antes, hacia la mitad de estas memorias de prosa conversacional y poética y por momentos conmovedoras, la narradora recuerda que “los libros siempre cuentan la vida: bien tal como es en realidad, copiándola, bien tal como nos gustaría que fuera en un mundo por venir o en una ciudad imaginaria”. Este es de los primeros.

République-Bastille
Traducción de Vanesa García Cazorla
Errata Naturae, 2025
160 páginas. 18 euros
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