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Alba Carballal: “¿Mi peor crítica? La que publicó ‘Babelia”

Tras debutar con ‘Tres maneras de inducir un coma’, la escritora publica su segunda novela, ‘Bailaréis sobre mi tumba’

Alba Carballal
JAIME VILLANUEVA

Tras debutar con Tres maneras de inducir un coma, Alba Carballal (Lugo, 1992) publica su segunda novela, Bailaréis sobre mi tumba (Seix Barral), en la que recorre la historia de Galicia en las últimas décadas, con los movimientos contraculturales y los derrames de petróleo como telón de fondo.

¿Sirve de algo su formación de arquitecta a la hora de ponerse a escribir?

De la escuela de arquitectura conservo una capacidad inmensa, diría que profesional, para procrastinar sin culpa.

Describe tres naufragios que fueron tres desastres medioambientales. ¿Cómo le marcó el chapapote?

Lugo es una ciudad interior, así que no crecí entre chapapote. Si acaso entre berzas y filloas de sangre. Y eso marca mucho, porque tus expectativas culinarias ya nunca bajan del 10.

¿El ecologismo español se inventó en Galicia en 2002?

En 1981 ya estaban los tripulantes del Xurelo intentando boicotear una fragata holandesa que había venido a verter bidones radiactivos en la Fosa Atlántica. Y para entonces los grupos ecologistas ya llevaban años organizados, en Galicia y también en otros muchos lugares del país. Lo único que se inventó en España en 2002 fue la OTmanía

En su libro aparecen la movida viguesa y la ruta del Bakalao. ¿Qué quedó de ellas?

Su influencia es más bien limitada, pero quedan un puñado de canciones fantásticas y unos cuantos nostálgicos que piensan en serio que Os resentidos o Paco Pil eran mejores que Bad Bunny.

¿Queda algo de esa contracultura en España?

La contracultura sigue existiendo aunque yo no la conozca. Por poner un ejemplo, me interesa lo que están haciendo en Euskadi los Chill Mafia Records.

¿A qué hora del día prefiere escribir? ¿Y en qué lugar prefiere hacerlo?

Por la mañana, tumbada en el sofá o en la cama, con varios libros y cuadernos abiertos, doblados o tirados por ahí. Y siempre descalza. Los calcetines me dan sueño.

¿Cuál es la mejor crítica que ha recibido?

Miqui Otero dijo que mi primera novela era un granizado de limón. Me parece precioso.

¿Y la peor?

La de Babelia.

¿Qué libro tiene ahora mismo en su mesilla de noche?

Salvatierra, de Pedro Mairal.

¿Y uno que no lograra terminar?

Me salté 350 páginas de 2666, y es uno de mis libros favoritos.

¿Qué escritor admirado por todo el mundo le parece más bien del montón?

J. D. Salinger.

Recomiéndenos un cómic.

Una novela gráfica: Lo que más me gusta son los monstruos, de Emil Ferris.

¿Cuál es la librería más bonita del mundo?

Siempre la de mi barrio.

¿Un músico o grupo musical al que admire especialmente?

Acabo de escuchar a Bob Dylan en el Botánico de Madrid y todavía me estoy recuperando.

¿El disco que se llevaría a una isla desierta?

El de Buena Vista Social Club. Nunca me cansa.

¿La última canción que le obsesionó?

En las trincheras de la cultura pop, de Iván Ferreiro.

¿Cuál es la película que ha visto más veces?

Puede que Volver.

¿Y una que le recuerde a su infancia?

Rex, un dinosaurio en Nueva York.

¿Quién la interpretaría en un biopic sobre su vida?

Luis Zahera.

¿Un estreno reciente que le fascinara?

Me encantó Las buenas compañías, de Sílvia Munt.

Cite sus tres series favoritas de todos los tiempos.

Por citar tres muy distintas: Girls, The Office y The Wire.

¿Y la última que vio del tirón?

El silencio, en Netflix.

¿En qué museo se quedaría a vivir?

En el Orsay de París casi viví un año: era gratis y me ayudaba a escapar de la claustrofobia de nuestros 16 metros cuadrados. Pero si hoy tuviera que elegir techo okupa, quizá me quedaría con el Leopold vienés.

¿Quién es su arquitecto favorito?

Louis Kahn.

¿Cuál es su podcast de cabecera?

Me gusta mucho El punto gordo, un podcast de Carmen Figueiras y Jaume Prat que va más o menos sobre arquitectura.

¿Tiene algún placer culpable en materia cultural?

Cuéntame cómo pasó es mi mindfulness.

¿Cuál es su personaje histórico favorito?

No sé si favorito es la palabra, pero me interesa mucho la figura de Salvador Allende.

¿Qué está socialmente sobrevalorado?

La culpa.

De no ser escritora, le hubiera gustado ser…

Bizarrap.

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