Las críticas teatrales de la semana: la comedia fallida de Alfredo Sanzol, un sainete de Natalia Menéndez y el adiós de Dagoll Dagom

Fundamentalmente fantasías para la resistencia, escrita y dirigida por Alfredo Sanzol, es un cajón de sastre en el que una trama pretendidamente trágica sobre la guerra de Ucrania y otra paródica en extremo se entremezclan sin armonía ni concierto. Por un lado, el autor y director navarro cuenta la peripecia de Patricia, autora kievita que está escribiendo para su compañía una comedia titulada Pim, pam, Putin; mientras que por el otro escenifica dicha comedia. La parte seria de su espectáculo es prolija en consideraciones metateatrales, pero la parte cómica es puramente caricatural.

En Uz: el pueblo todo acaba a tiros, cuchilladas y sangre. Pero sin dramas, pues se trata básicamente una comedia de enredos. Eso sí, bien construida, con variadas referencias bíblicas y populares y excitante por su salvajismo: no tanto por sus acometidas demasiado obvias contra los fanatismos como porque a su autor, el uruguayo Gabriel Calderón, no le tembló la mano a la hora de suspender la realidad, mezclar géneros y retorcer las situaciones al máximo.

En L’alegria que passa, el que será su último espectáculo tras cincuenta años de actividad, la compañía Dagoll Dagom propone una alegoría típicamente modernista que confronta al artista bohemio con la sociedad. Lo mejor de esta función son todos sus intérpretes, que demuestran un excelente nivel cantando y bailando en una propuesta que a ratos puede parecer pensada para un público adolescente, con una trama cuya simpleza se subraya con una música muy influenciada por el hip hop.

'Fundamentalmente fantasías para la resistencia', de Alfredo Sanzol

Aunque contiene algunas reflexiones sugestivas y buenos momentos cómicos, el espectáculo escrito y dirigido por Alfredo Sanzol se entretiene en un sinfín de consideraciones metateatrales al hilo de una trama que no cesa de saltar de lo trágico a lo caricaturesco. Crítica de Javier Vallejo.

'Uz: el pueblo'

La directora Natalia Menéndez pone en pie con griterío la disparatada comedia del uruguayo Gabriel Calderón. Crítica de Raquel Vidales.

'L’alegria que passa', de Anna Rosa Cisquella a partir de la obra de Santiago Rusiñol

El último espectáculo de Dagoll Dagom tras medio siglo de trayectoria adapta una obra corta de Santiago Rusiñol para convertirla en un espectáculo musical sobre una compañía de circo que se instala fugazmente en un pueblo. Crítica de Oriol Puig Taulé.

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