Lo que no cuenta Bollywood está en ‘La edad del vicio’: una India de corrupción, desigualdad y mafia
La escritora Deepti Kapoor aborda las complejas tensiones de su país a partir de tres personajes maniatados por su destino, en la primera entrega de una trilogía que saldrá en 16 países y tendrá adaptación audiovisual
Los códigos culturales también leen por uno. La que algunos describen como uno de los fenómenos editoriales del año, la novela La edad del vicio, no se lee igual en Uttar Pradesh, el estado indio donde hace 42 años nació su autora, Deepti Kapoor, que en Los Ángeles, donde trabajan a toda prisa para convertirla en una serie. Donde sus compatriotas perciben las diferentes tensiones de la sociedad india (a la antigua segregación de castas se ha sumado ahora la segregación del dinero), los americanos disfrutan con el entretenimiento de mafias permitidas y pasiones prohibidas al estilo de El Padrino. Podría también evocar a la saga Millennium de Stieg Larsson porque, al igual que el autor sueco, ella también radiografía sin ningún edulcorante el lado más oscuro de su país, ya sea a través de la violencia sexual, del abuso de poder, del conchabamiento entre políticos y delincuentes o del baño de alcohol y drogas de sus protagonistas. Sin embargo, la referencia literaria más inesperada la ofrecerá la escritora al final de la entrevista en un café de Lisboa, realizada dos semanas antes de su viaje a Madrid para promocionar su libro, que Alfaguara acaba de publicar con traducción de Ana Alcaina Pérez y Laura Martín de Dios. Es la primera mañana fría de este invierno, y antes de posar para las fotos en la plaza de las Flores de la capital portuguesa donde Kapoor se instaló hace cuatro años junto a su marido inglés, comparte su entusiasmo por Rafael Chirbes: “Leí Crematorio totalmente fascinada porque vi mi historia reflejada en ese mundo de corrupción y especulación que él cuenta”.
La edad del vicio es una novela de 600 páginas, que proseguirá en otras dos entregas hasta completar una trilogía de casi 2.000. En 2019 fue la obra más perseguida de la Feria del Libro de Frankfurt. Lo tiene todo para atrapar: crímenes, corrupción, tiranía, conspiraciones, desenfreno y, en pequeñas dosis, amor, admiración y lealtad. También tres personajes maniatados por un destino trágico que nunca asoma a los musicales de Bollywood. No es extraño que el libro avivase una subasta entre 20 productoras de televisión para hacerse con los derechos audiovisuales y que vaya a distribuirse en 16 países. La escritora todavía está digiriendo todas esas expectativas: “Nunca había vivido algo así antes. Mi primera novela [A Bad Character] fue pequeña, con pocas reseñas, digamos que se apagó pronto. Esta es una trilogía que tendrá una serie en televisión, es una especie de producto. Todavía trato de comprender cómo encajar todo esto, es una sensación extraña”.
“Leí ‘Crematorio’, de Chirbes, totalmente fascinada porque vi mi historia reflejada en ese mundo de corrupción y especulación que él cuenta”
El segundo libro de Kapoor tuvo peor vida. Ambientado en el mundo del yoga, que ella conocía bien por su antiguo trabajo como profesora, no despertó interés editorial. “Mi agente de entonces me animó a escribir sobre la gente adinerada que tenía historias estrafalarias que yo conocía, algo así como el Gatsby de Delhi, gente muy rica que causa mucho dolor porque tienen poder y se esconden detrás de su riqueza”.
Ese desprecio hacia el sufrimiento ajeno es el motor de La edad del vicio, que comienza con el encarcelamiento del falso culpable de un atropello, donde mueren cinco emigrantes que dormían en el arcén. Algo que, según la autora, ocurre en su país: “Hay accidentes de tráfico en los que de repente la persona que estaba al volante deja de estarlo y un conductor pobre va a la cárcel en su lugar”.
Cuando compuso el rompecabezas literario con tres piezas básicas, el paria Ajay, el heredero de la familia mafiosa Sunny Wadia y la periodista descreída Neda Kapur, la escritora se sintió satisfecha de dejar atrás la novela sobre un Gatsby indio para mostrar la complejidad social del país. “India nunca fue perfecta y siempre fue un país pobre, pero en los noventa hubo una crisis financiera y se introdujeron reformas. Lentamente nos movimos de una economía semisocialista a una capitalista y de repente el dinero comenzó a aflorar en muchas ciudades”. De las libertades y oportunidades nació una nueva clase media, que benefició a gente como Deepti Kapoor, que estudió Periodismo en Delhi, pero toda la expansión urbanística y económica, con la llegada de multinacionales atraídas por las oportunidades y una población angloparlante, generó nuevas brechas. Los suburbios crecían tan rápido con los salarios de los ejecutivos. “La fundación de este mundo se hizo sobre una extrema desigualdad y sufrimiento”, afirma la autora. “Yo quería mostrar el glamour, la opulencia y los privilegios, pero también descorrer la cortina para mostrar la podredumbre que hay detrás”.
“En mi país hay accidentes de tráfico en los que de repente la persona que estaba al volante deja de estarlo y un conductor pobre va a la cárcel en su lugar”
La nueva podredumbre se superpone a la vieja segregación social del hinduismo, donde la casta de los dalit carece de derechos. A pesar de los avances políticos realizados desde los años cuarenta con acciones positivas para favorecer su integración, la discriminación se perpetúa. “Creo que hay un mayor conocimiento sobre las atrocidades contra los dalit, pero perdura la violencia, la desigualdad y el dolor. Cada día puedes leer una noticia sobre algún dalit que es golpeado o asesinado. En la India rural se mantienen costumbres antiguas, aunque en las ciudades pueden encontrar un espacio para tener una vida anónima”.
En su último viaje a India, Kapoor se entrevistó con una joven pareja para su investigación. “Han ido a la universidad y trabajan, pero nadie de la oficina del chico sabe que es dalit porque si lo dice, considera que comenzarán a tratarle de forma diferente. Todavía hay un montón de historias dolorosas”.
En la novela, el falso culpable del atropello es el dalit Ajay, que fue un niño vendido por su madre para saldar una deuda y que se convertirá en el asistente para todo de Sunny Wadia, hijo de un todopoderoso jefe mafioso que sueña con ser mejor que su padre mientras se satura de sustancias, alcoholes, comidas y sexos. La bulimia propia de los nuevos ricos. Los lectores occidentales –y los productores de Los Ángeles– adoran a Ajay. “Es el corazón de mi novela. Tuve la inspiración cuando estaba en las montañas, viajando por el Himalaya, y conocí a un chico que había sido enviado por su familia a trabajar. Vivía solo, como un huérfano, pero estaba lleno de esperanza y optimismo. Entonces decidí combinar su historia con la de los jóvenes que trabajaban en las mansiones de los ricos. Cuando era periodista asistí a muchas fiestas donde estaban estos jóvenes como sirvientes o chóferes, siempre algo retirados y siempre observando para asegurarse de que no te faltaba nada. Me preguntaba por sus vidas y sus orígenes”.
Es más fácil para un individuo saltarse tradiciones que para todo un país. Deepti Kapoor rompió algunas en su familia, conservadora y trastocada tras la muerte de su padre cuando ella tenía 19 años. A aquella pérdida le siguió la de su primer novio, así que además de enterrar los sueños idealizados sobre la vida universitaria, se convirtió en la rebelde oficial de la familia. Quemaba el dolor y la rabia pisando el acelerador de su coche por las calles de Delhi, entonces una urbe en plena conversión hacia un capitalismo furioso, con todas sus oportunidades y bajezas. Aquel magma arde en La edad del vicio. Aquel dolor y aquella rabia la fundaron como escritora.
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