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Lo mejor de 2022

RESUMEN DEL AÑO | CINE

Las 10 mejores películas de 2022

Se recuerdan pocos años como este en el cine español. No solo por la cacareada calidad de las películas estrenadas, sino porque anuncia un relevo de altísimo nivel y la emergencia de una generación en la que abundan las mujeres directoras

Álex Vicente

“El final es inevitable, Maverick. Su especie está camino de la extinción”, le espeta un militar cenizo a Tom Cruise en la segunda parte de Top Gun, triunfadora absoluta de la taquilla mundial en 2022 con una recaudación que ya supera los 1.400 millones de dólares. Se habrá hablado hasta la saciedad del éxito en taquilla de esta reliquia prepandémica, rodada en 2019 para estrenarse el verano siguiente —antes de que nos adentrásemos en el multiverso de la covid—, pero mucho menos de su contenido, metáfora perfecta del estado del cine contemporáneo. En el filme, los pilotos humanos son sustituidos por la inteligencia artificial por su inigualable eficacia, aunque personajes como Maverick insistan en rivalizar con ella sirviéndose del factor humano. “Quizá sea así, señor. Pero no hoy”, responde Cruise a su superior.

El triunfo de la película se ha interpretado como una victoria del viejo mundo de las salas sobre el algoritmo y el ocio doméstico. Puede que la realidad sea un poco distinta: los blockbusters a la antigua se han vuelto crepusculares, platos recalentados que fueron cocinados en tiempos mejores (Avatar será el próximo ejemplo). Son la excepción que confirma la regla en un sector cada vez más polarizado entre los subproductos de Marvel y un cine de autor apasionante, pero convertido en producto de nicho y que ha renunciado, por un desa­liento de lo más comprensible en estos tiempos, a la conquista del gran público.

Y, aun así, en el contexto más difícil en décadas, siguen apareciendo signos de resistencia. Para empezar, un cine defendido por los sucesores del Nuevo Hollywood, como Paul Thomas Anderson (Licorice Pizza) y James Gray (Armageddon Time), que vuelven a sus años mozos con una nostalgia agridulce, que no quiere embellecer el pasado, sino encontrar en él los motivos de la desazón del presente. En el paisaje estadounidense, los brotes verdes aparecen en el cine de género, de la reescritura negra del wéstern y la ciencia ficción que es Nop, de Jordan Peele, al éxito sorpresa de Todo en todas partes al mismo tiempo, más que en exponentes de una estética ya pasada, de un nihilismo un tanto sobreactuado, como The Batman. En tiempos pospandémicos, la inaudita violencia del presente, sea física o simbólica, encuentra un antídoto en una reconciliación que nunca es perfectamente feliz, pero sí mucho más fidedigna que la que suele dictar un happy end: la de Drive My Car, la de La peor persona del mundo, la de la bellísima Close.

Se recuerdan pocos años como este en el cine español. No solo por la cacareada calidad de las películas estrenadas, sino porque anuncia un relevo de altísimo nivel, la emergencia de una generación en la que abundan las mujeres: Carla Simón (Alcarràs), Alauda Ruiz de Azúa (Cinco lobitos), Pilar Palomero (La maternal), Elena López Riera (El agua) y Carlota Pereda (Cerdita), en sus distintos registros. Se suman a otras figuras valientes que se mueven con soltura en los márgenes de la industria, como Carlos Vermut (Mantícora), Isaki Lacuesta (Un año, una noche), Fernando Franco (La consagración de la primavera) o Jonás Trueba (Tenéis que venir a verla). Y, por encima de todos ellos, Albert Serra, partidario de lograr que el cine sobreviva con filmes que nunca encontraremos en las plataformas. Pacifiction es el mejor ejemplo: una película sobre el fracaso del proyecto occidental, sobre la nada absoluta del presente y sobre la insurrección que, a ratos, parece anunciarse. El final será inevitable, pero puede que no llegue hoy.

El actor Cooper Hoffman, en una escena de 'Licorice Pizza', de Paul Thomas Anderson.Foto: Melinda Sue Gordon | Vídeo: Universal

Licorice Pizza

Paul Thomas Anderson puede ser salvaje describiendo las relaciones humanas o utilizar una dureza perversa. En su nueva película prefiere despertar la sonrisa, alejarse de lo agrio, describir con cercanía la permanente atracción, las incertidumbres, la huida ocasional, el disimulo, el pinchazo de los celos, la negativa a rendirse a la separación definitiva entre dos personas que se aman, aunque la diferencia de edad se lo ponga crudo para oficializar su relación. Ambos son emprendedores, poseen olfato para buscarse la vida, se intuyen, se huelen, se divierten, se juntan y se escapan. No sabemos si tienen futuro, pero nos despedimos de ellos sabiendo que tienen presente, que el sueño se está cumpliendo. CARLOS BOYERO

Y además: Un héroe, de Asghar Farhadi; La peor persona del mundo, de Joachim Trier; El acontecimiento, de Audrey Diwan; París, distrito 13, de Jacques Audiard; Arthur Rambo, de Laurent Cantet; La consagración de la primavera, de Fernando Franco; Cinco lobitos, de Alauda Ruiz de Azúa; La maternal, de Pilar Palomero, y As bestas, de Rodrigo Sorogoyen.


Memoria

Cuando la mirada empieza a cansarse, veamos a través del oído. Memoria es una película excepcional que explora de forma prodigiosa el arte del sonido. El tailandés Apichatpong Weerasethakul sumerge al espectador en una mente (la de una viuda botánica que interpreta de forma sobrenatural Tilda Swinton) y en una selva (la colombiana) a través de un misterioso sonido. Pausada y enigmática como su protagonista, una mujer “antena”, una sonámbula entre la locura y la cordura, Memoria nos regala un viaje asombroso a otra dimensión. ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS

Y además: Drive My Car, de Ryusuke Hamaguchi; Nop, de Jordan Peele; Pacifiction, de Albert Serra; Alcarràs, de Carla Simón; La emperatriz rebelde, de Marie Kreutzer; Tori y Lokita, de los hermanos Dardenne; Close, de Lukas Dhont; La hija oscura, de Maggie Gyllenhaal, y Armageddon Time, de James Gray.

El actor Benoît Magimel en 'Pacifiction', dirigida por Albert Serra.Vídeo: Elastica Films; FILMIN

Pacifiction

Equivalente cinematográfico de Michel Houellebecq, escritor al que admira, Albert Serra vuelve a ofrecernos un retrato de Occidente muy distinto al que nos gusta reconocer. Las gestiones burocráticas y las noches blancas de su protagonista, un abúlico representante del Estado francés en Tahití, mudan sutilmente en descenso a los infiernos de la incertidumbre y la paranoia. La indeterminación expresiva de sus imágenes niega asideros narrativos y dramáticos, revela la artificialidad del paraíso neocolonial en el que transcurre la película y nos hace partícipes de un anhelo (¿inconsciente?) de perdición en el que naufraga la razón, una constante en el cine de Serra. De propina, Pacifiction alberga algunas de las imágenes más bellas —es decir, más inquietantes— jamás filmadas en digital. ELISA MCCAUSLAND Y DIEGO SALGADO

Y además: Competencia oficial, de Gastón Duprat y Mariano Cohn; La consagración de la primavera, de Fernando Franco; Earwig, de Lucile Hadzihalilovic; Elvis, de Baz Luhrmann; Fuego, de Claire Denis, Jane por Charlotte, de Charlotte Gainsbourg, The King’s Man: La Primera Misión, de Matthew Vaughn; Mantícora, de Carlos Vermut, y Un pequeño mundo, de Laura Wandel.


La peor persona del mundo

El mejor cine es el que nos habla de aspectos personales, sociales, generacionales y culturales que nos atañen como seres humanos, pero que además provoca que te tambalees; que las pocas certezas que se tienen alrededor del amor, la pasión, la fidelidad, el hogar, el trabajo, la maternidad y la cuestión de género aparezcan tan cargadas de sentido como capaces de contradecirte. Película repleta de ideas narrativas, visuales y de montaje, de superación del realismo en busca de un onirismo anclado, sin embargo, en la cotidianidad, La peor persona del mundo confirma a Trier, después de las magníficas Reprise, Oslo, 31 de agosto, El amor es más fuerte que las bombas y Thelma, como uno de los grandes del cine europeo y mundial. JAVIER OCAÑA

Y además: Alcarràs, de Carla Simón; As bestas, de Rodrigo Sorogoyen; Pacifiction, de Albert Serra; Moonage Daydream, de Brett Morgen; Licorize Pizza, de Paul Thomas Anderson; La hija oscura, de Maggie Gyllenhaal; El acusado, de Yvan Attal; Las ilusiones perdidas, de Xavier Giannoli, y Cinco lobitos, de Alauda Ruiz de Azua.

Un fotograma de 'Alcarràs', de la directora Carla Simón.

Alcarràs

El rayo verde es un destello que aparece en muy contadas ocasiones al atardecer, cuando el sol ya se ha ocultado en el horizonte del mar. A ese fenómeno le dedicó Julio Verne una novela que palpita en una película de Rohmer, porque en el instante de su manifestación nuestros pensamientos y los de otros se revelan mágicamente. Alcarràs surfea en ese rayo verde, cuando sumerge al público en el universo de la comarca del Segrià, donde está desapareciendo la tradición hortofrutícola y los niños imaginan mundos desde coches desvencijados. Carla Simón enmascara una carta de amor a su familia en un drama de aroma ericiano. El Oso de Oro en Berlín hizo justicia a una obra arrebatadora. GREGORIO BELINCHÓN

Y además: Drive My Car, de Ryusuke Hamaguchi; Pacifiction, de Albert Serra; Ninjababy, de Yngvild Sve Flikke; Unicorn Wars, de Alberto Vázquez; Red Rocket, de Sean Baker; Licorice Pizza, de Paul Thomas Anderson; Moonage Daydream, de Brett Morgen; La maternal, de Pilar Palomero, y Un año, una noche, de Isaki Lacuesta.


As bestas

Rodrigo Sorogoyen alterna en As bestas, proyecto de madurez que confirma su inmenso talento como cineasta, su retrato habitual de nuestra realidad sociológica con un interés renovado por la psicología obsesiva de muchos de sus antihéroes. Es también un reflejo muy lúcido de algunos de los grandes asuntos del presente: la despoblación rural y el motor financiero que se esconde tras ella, el diálogo de sordos entre quienes acumulan todos los capitales y quienes siguen sin poseer ninguno o el espinoso asunto del retraso cultural español, un negrísimo subtexto que alude a nuestra miseria económica e intelectual en un continente de lo más ilustrado. Que sea un ejemplar neowéstern galaico es casi lo de menos. Y ahí queda lo de sus actores, con Luis Zahera al frente, para la historia del cine español. ÁLEX VICENTE

Y además: Drive My Car, de Ryusuke Hamaguchi; La peor persona del mundo, de Joachim Trier; Memoria, de Apichatpong Weerasethakul; Nop, de Jordan Peele; La isla de Bergman, de Mia Hansen-Løve; Pacifiction, de Albert Serra; Armageddon Time, de James Gray; La hija oscura, de Maggie Gyllenhaal, y Apollo 10 ½, de Richard Linklater.

Banks Repeta y Anthony Hopkins en 'Armageddon Time', de James Gray.Vídeo: Universal

Armageddon Time

Después de viajar al espacio exterior en Ad Astra, James Gray cambia de escala para revivir su infancia en el Queens de los ochenta. Es esta su película más pequeña y silenciosa, una emotiva foto de familia en la que irrumpe, como una figura borrosa, la historia política y económica de su país, con la emergencia de la ideología que anunció el trumpismo como inquietante trasfondo. Los síntomas del fin del mundo ya estaban ahí, perceptibles en catástrofes cotidianas como la intolerancia y la desigualdad, aunque todo el mundo prefiriese mirar a otro lado. Á. V.


Nop

Pocas películas de este año superan la osadía, audacia y misterio del tercer largo del estadounidense Jordan Peele, después de Déjame salir y Nosotros. Por un lado, está el disfrute que provoca su sugestivo imaginario —por el que circula desde un pionero de la imagen en movimiento como Eadweard Muybridge a la sombra de un cineasta-aventurero como Werner Herzog— y, por el otro, la reflexión que la película encierra sobre la misteriosa naturaleza de las imágenes. Nop apunta, con su humor y su rabia, al circo de la sociedad del espectáculo desde el enigma del ojo animal, testigo silencioso de un arte devorado por sí mismo. E. F.-S.

Dakota Johnson y Olivia Colman, en una escena de 'La hija oscura'.

La hija oscura

El debut como directora de Maggie Gyllenhaal es una impresionante película de estilo casi inmersivo, en la que el espectador puede adentrarse en el estado mental, el gesto, la personalidad y hasta el remordimiento de una mujer sola de vacaciones en una playa, únicamente con la puesta en escena y la interpretación, casi sin necesidad de explicaciones o diálogos. Abstracta por momentos, abierta y siempre intrigante, La hija oscura despunta también por la variedad de matices de Olivia Colman como protagonista, expresados fundamentalmente con el rostro y pocas veces con la palabra. El inabarcable misterio de la maternidad. J. O.


Drive My Car

“El azar es el mundo. No existiríamos sin él”. El japonés Ryûsuke Hamaguchi ha explorado esa grieta abierta a la posibilidad y a la casualidad. Así encara a sus espectadores: “¿Qué ves en pantalla? Una plasmación del misterio a través de los silencios y los extrañamientos”. Drive My Car se basa en varios cuentos de Haruki Murakami, pero también bebe de Tío Vania y de Chéjov, de los coches en las películas de Wim Wenders y Aki Kaurismäki, todo ello al servicio de su pulsión por hablar de las huellas que los muertos imprimen en los vivos. G. B.

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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.

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