La artista va, el comisario vuelve
Una retrospectiva de Cristina Lucas en Sevilla desvela los riesgos en la relación entre esos dos agentes en las prácticas artísticas
Una peculiaridad del arte de hoy es que le deba tanto a la manera en que las piezas se despliegan en la salas del museo, un hecho que se ha convertido en tan familiar que nos parece que algunas obras ya las hemos visto antes. En este sentido, la figura del comisario está sobredeterminada, pues es quien pone en juego formas, colores, imagen y texto para llamar la atención sobre algunos deslizamientos cruciales que se producen en la creación actual, como la crítica del sujeto, la negociación con el “otro” y el papel de la tecnología en la economía global. En este nuevo totalitarismo donde el “otro” aparece permanentemente idealizado, el trabajo del comisario es ser el contrapunto que evite que los nuevos protagonistas de la historia (la mujer, el colonizado, el “raro”) estén sujetos a una mera inversión retórica.
La retrospectiva de Cristina Lucas en el CAAC de Sevilla, comisariada por Sergio Rubira, es un campo de pruebas perfecto para el desvelamiento de estos riesgos presentes en las prácticas artísticas, en las que el artista y el comisario suelen recurrir a la antropología, la economía, la teoría feminista y el psicoanálisis. En sus relatos, nos solemos ver reflejados en esa sociedad descrita por Orwell o Foucault de individuos dóciles, vigilados, que se ajustan a unas determinadas normas sin rechistar. Este es precisamente el tema de esta exposición, que se compone de un conjunto de obras en la línea del neoplasticismo. Predomina el monocromo, las retículas, la fotografía, el ensamblaje, la escultura construida, incluso la cartografía en una serie de trabajos que, ya sea en plenitud (barroquismo) o en vacuidad (minimalismo), juegan los unos contra los otros.
Planos etnográficos, banderas, semiologías deconstructivas, collages interculturales, cartas de colores, la tabla periódica, fotografías y vídeos reconfiguran el mapa cognitivo de nuestro orden global, que es reconfigurado también por un archivero externo, el comisario, figura garante a su vez de otra última, el espectador. El trabajo de Lucas pone el foco en lo social entendido en términos de lógicas simbólicas, y el comisario Rubira le regala, sin arrogancia alguna, una lectura foucaultiana: teoriza el modo en que operan las estructuras de poder y cómo éstas afectan al individuo. Tendremos que aceptar que, a menos que el artista en cuestión sea un sociólogo, semiólogo y crítico a la vez (una Mary Kelly, un Allan Sekula, un Antoni Muntadas), el método museístico actual pasa por la colaboración estrecha entre las figuras de autor y editor. La muestra de Cristina Lucas en Sevilla es un ejemplo importante de ello.
‘De ida y vuelta’. Cristina Lucas. CAAC. Sevilla. Hasta el 19 de marzo de 2023.
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