Rumbo a la Cuba de los sueños rotos, según Bibiana Candia
Un centenar de gallegos vivió en la isla caribeña en condiciones de esclavitud a mediados del siglo XIX. El libro ‘Azucre’ es el segundo destino literario de esta serie veraniega para leer con un mapa en la mano
He aquí un viaje a Cuba muy diferente al que puede ofrecer cualquier agencia. Un viaje deseable de leer, no de vivir. Jamás. Bibiana Candia (A Coruña, 1977) ha novelado la historia real de un centenar de rapaces que dejaron atrás la Galicia del hambre y la pobreza en 1853 en busca del sueño cubano que entonces iluminó a tantos españoles. Muy lejos de la fantasía, de las historias de indianos que regresaron cubiertos de gloria y dinero para mejorar sus vidas y las de los suyos en el norte de España, estos chavales se embarcan en una travesía a la que en algunos momentos solo parece faltarle Moby Dick.
Pero su ballena particular no aguarda solo en el camino, sino en su destino.
Azucre, editado por Pepitas de Calabaza, ganó en julio el premio Espartaco a la mejor novela histórica en la Semana Negra de Gijón. La travesía que narra no solo recorre el Atlántico hasta una distancia incomprensible entonces, arriesgada para estómagos novatos en las bodegas de un barco que se revuelve al libre albedrío del viento. Es que sentimos con ellos el azote de la tempestad, la sal se nos pega al rostro como a ellos, su vómito nos ensucia, las ratas nos espantan y el agujero en el estómago que empezó ya en Galicia se agiganta a bordo de ese barco en el que el cocinero atiende mejor a los marineros, al capellán y hasta al Espíritu Santo, pero no a ellos.
Los chicos llegan a La Habana, ciudad de colores que les deja boquiabiertos, y hasta les reciben los gaiteros, pero ninguna alegría más habrá para quienes han dejado atrás a madres y hermanos ansiosos de cartas y de una rendija por la que escapar a su desgracia. Una vez en Cuba y abolida la esclavitud, pasarán a heredar los camastros, barracones y hasta las pulgas que antes picaban a los negros. Serán encerrados, castigados, engañados por una empresa con nombres y apellidos: Urbano Feijóo de Sotomayor.
Candia conoció el asunto “por pura casualidad”, cuenta por correo electrónico, cuando una amiga le habló de la historia de esos gallegos esclavos, le puso sobre la pista documental y comenzó a investigar. “Al principio era muy escéptica, pensaba que era muy exagerado, que quizá habían sido solo unos pocos trabajadores con mala suerte y, en ningún caso, una empresa entera amparada por el Estado. Pero cuanto más profundizaba en el tema y más documentos históricos, prensa y artículos académicos descubría, más me daba cuenta de que todo había sido real y un verdadero escándalo”.
Así se obsesionó con una historia que no estaba oculta, pero que no había trascendido a la memoria popular. “Disponemos de muchos datos, artículos y actas de Cortes, pero no conocíamos la historia porque no tuvimos la oportunidad de escuchar a sus protagonistas. Era necesario un relato humano, reconstruir esa historia solo desde el punto de vista de sus protagonistas, aunque fuese tarde. Y de esa necesidad nació Azucre”.
A partir de esa investigación en los documentos, en las cartas que algunos lograron enviar a España para pedir ayuda y que —asegura— se encuentran en los archivos del Congreso de los Diputados y de Emigración Galega, Candia consigue una narrativa poderosa, poética, que va cargando de píldoras de verdad emanadas desde el mar o la dura emigración: “Somos de un lugar que no nos quiere, que nos azota y nos lo niega todo. ¿Y Dios? Si existe, hace tiempo que no nos escucha”, medita Orestes, uno de los protagonistas.
“Azucre’ es una obra de ficción que cuenta una historia real. Los personajes son completamente inventados, pero todo lo que se cuenta es verdad, está documentado”
¿Cuánto hay de real y cuánto de inventado en ellos? “Azucre es una obra de ficción que cuenta una historia real. Los personajes son completamente inventados, pero todo lo que se cuenta es verdad, está documentado”, responde Candia.
Lo trabajó, asegura, como si fuese a escribir 400 páginas llenas de acotaciones. “Comencé primero despejando todas las incógnitas alrededor del caso con artículos académicos, actas de Cortes y material de hemeroteca referido a los gallegos esclavos y la empresa de Feijóo Sotomayor. Luego fui abriendo el círculo a aspectos más cotidianos que ayudasen a contar la historia y a ambientarla de una manera verosímil. En esa fase me ayudaron mucho la literatura de la época, las crónicas de los viajeros que pasaron por La Habana y la hemeroteca de Galicia y Cuba”.
¿Y es más difícil investigar o imaginar? “Imaginar, por supuesto. Investigar es cuestión de paciencia y constancia, de buscar un rastro y tratar de no perderlo. No es fácil, pero es sencillo. Imaginar, sin embargo, implica jugar con recursos que muchas veces escapan a nuestro control, como la memoria, la empatía, la concentración o la capacidad de visualización. Crear un relato imaginado sin caer en clichés fáciles y conseguir comunicarlo de manera que resulte verídico es muy difícil”.
La empresa se suspendió en 1855 y solo entonces los chavales fueron libres para quedarse o regresar. Quién sabe si siguieron creyendo aquello que dice el relato: “Entenderlo todo no siempre es una ventaja”. En nuestro caso, como viajeros a través de los libros, lo es.
Quién: Bibiana Candia, escritora nacida en A Coruña, 1977. Premio Espartaco 2022 de la Semana Negra de Gijón.
Qué: Azucre (Pepitas de Calabaza).
Dónde: Desde una Galicia hambrienta y sin recursos hasta una Cuba que ofrece el sueño del trabajo, pero también los escondrijos donde se ha ocultado y prosigue la esclavitud.
Cuándo: El relato transcurre en 1853. Año de pobreza, de cosechas destrozadas en Galicia y de epidemias.
Cómo: Con una narración inmersiva, labrada a golpe de sensaciones y unos personajes tan raídos por la mala suerte que apelan profundamente a la compasión.
Azucre
Autora: Bibiana Candia.
Editorial: Pepitas de Calabaza, 2022.
Formato: tapa blanda (144 páginas, 16,90 euros).
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