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Robert Plant y Alison Krauss: la pareja perfecta que dignifica la música de raíces

Los músicos regresan como dúo con nuevo disco después del gran éxito de su colaboración en 2007

Robert Plant y Alison Krauss en Nashville, en 2021.
Robert Plant y Alison Krauss en Nashville, en 2021.ERIC RYAN ANDERSON / New York Times / ContactoPhoto (ERIC RYAN ANDERSON / New York Ti)
Fernando Navarro

Pocas parejas musicales dieron tanto que hablar como ellos: Robert Plant y Alison Krauss. Él, cantante de Led Zeppelin y dios bendito del rock de los setenta, cuando el rock era una religión. Ella, cantante y violinista de Union Station y estrella del bluegrass, género musical que forma parte de la identidad estadounidense como el cañón del Colorado de su paisaje. Ambos se juntaron en 2007, grabaron un disco y se convirtieron en la sensación musical del año, un dúo inaudito que acaparó portadas, reconocimientos desde todos los frentes y tantos éxitos en forma de premios que daba vértigo mirar la lista. Sin embargo, tras un año de gira mundial repleta de aplausos, se separaron. No se volvió a saber nada del tándem Plant & Krauss, la pareja que dignificó la música de raíces norteamericana con un toque maestro. Se separaron, pero solo fue un hasta luego. Nunca un adiós definitivo. Porque la pareja perfecta ha vuelto.

“Siempre hablábamos de querer recuperar nuestra colaboración, pero nunca concretamos una fecha. No tenemos agendas fáciles, pero también es verdad que no queríamos hacerlo por obligación. Tenía que ser natural. Cuando estás ocupado, estás ocupado. Tampoco ha sido problema esperar tanto”, explica Robert Plant (West Bromwich, 73 años) en conversación por videollamada. El músico británico habla sentado junto a Alison Krauss (Decatur, 50 años). Ambos se conectan desde Nashville, cuna del country, lugar donde han grabado Raise the Roof, su nuevo álbum, publicado en noviembre, que se coló en varias listas de lo mejor del año pasado para la prensa musical anglosajona. “Nashville es el gran centro musical. Si tienes una idea, es un lugar perfecto para expandirla. Solo hace falta que levantes el teléfono, y, rápidamente, aparecerá gente preparada para ejecutar esa idea y además añadir una nueva visión. Músicos de sesión, compositores, arreglistas… Aquí, todo gira en torno a la música”, señala Plant. A lo que Krauss interviene para añadir: “El anterior disco se grabó casi todo en Los Ángeles, pero este nos pareció bien hacerlo aquí. Pertenecemos a esta ciudad. Todos estamos conectados a ella. Incluso T-Bone Burnett vive en ella”.

T-Bone Burnett es el prestigioso productor del álbum. Fue guitarrista de Bob Dylan y estuvo a los mandos del sonido de Roy Orbison, Elvis Costello, Diana Krall y Elton John en su asociación con Leon Russell. Fue el elegido para producir y encargarse de Raising Sand, el anterior y alabado trabajo de Plant y Krauss, que ganó seis Premios Grammy en 2008, incluyendo Álbum del Año y Grabación del Año. Ahora vuelve a repetir con la pareja, después de haber hecho equipo también con la cantante de bluegrass en la banda sonora de la película Cold Mountain. “Es una persona natural. Se trabaja muy bien con él”, cuenta Krauss. “Además, es alguien muy respetado en todas partes. Le respetan en el rock and roll, el country, el folk, el formato acústico…, incluso en el cine. Cuando estás con él, percibes esa naturalidad para entender la música. Sugiere siempre cosas fáciles de entender, que encajan en la canción, haciéndola crecer con naturalidad. Es muy cuidadoso con todo, se fija en los detalles y es muy bonito tenerle cerca”.

“Toda esta música está en peligro”, lamenta Alison Krauss. “Los locales, los sellos, los festivales… Antes había una escena”

Si en Raising Sand el dúo revisitó a artistas como Gene Clark, The Everly Brothers, Townes Van Zandt o Tom Waits, ahora Raise the Roof contiene nuevas versiones de los mismos The Everly Brothers, así como nombres importantes de la música norte­americana como Merle Haggard, Calexico, Allen Toussaint o Bert Jansch. “Teníamos muchas opciones sobre la mesa. Prevalecieron aquellas canciones con las que teníamos empatía”, explica Plant. “Corazón”, dice en español. “Cada canción elegida tenía que transmitir pasión, emoción, poder, un cierto drama. Tuvimos que parar en algún momento porque nos gustaban muchas, ¿cierto?”. Krauss asiente y suelta entre risas: “¡Oh, sí, nos daba para más de un disco!”.

Al final, les han salido 14 canciones que, como en Raising Sand, vuelven a poner en valor la música de raíces norteamericana, incluida ‘High and Lonesome’, compuesta por Plant junto a T-Bone Burnett. Géneros como el country, el folk, el góspel, el rhythm and blues o el soul se citan en las voces y el buen hacer de Krauss y Plant. También el blues, estilo indispensable del imaginario estado­unidense, solo que en esta ocasión fijándose en una injusta desconocida: Geeshie Wiley, la “enigmática” cantante y compositora de Luisiana, en palabras de Plant, buceador de los sonidos del blues como ya demostró con Led Zeppelin. Le apasiona y habla de ello sin medir el tiempo: “Esta canción recuerda que el blues original siempre tuvo algo de mágico, de legendario. Era como una pócima que tomaban los oyentes para conectar con otras realidades. Geeshie Wiley era una gran creadora, que transmitió muy bien la realidad de la gente negra en el sur estadounidense, pero dándole un toque de imaginación. Nos han llegado poetas como Robert Johnson y Blind Willie Lemon, pero ella también lo era”.

Durante la charla, el británico demuestra que la selección corrió más por su cuenta que por Krauss. Sin embargo, el tándem se entiende a las mil maravillas. “Soy afortunado”, dice él sobre la oportunidad de cantar con ella otra vez. “Yo soy muy fan de Robert”, sostiene ella. A lo que él responde en broma que, realmente, tiene que serlo porque es muy difícil cantar juntos: “¡Me equivoco muchas veces y ella tiene que arreglarlo!”. No es lo único que parece que necesita ser arreglado. Ya sin ironía, Krauss agrava el tono de voz para asegurar que la música que ellos defienden está en vías de extinción: “Toda esta música está en peligro. Los locales, los sellos, los festivales… Había una escena más grande hace tiempo. Cuando empezamos con Union Station, había esa escena. Ahora vemos que la cosa ha ido menguando. Es una realidad. Hay que añadir otro problema: la primera generación de creadores se fue. Ya no están. Eso también es malo. La música se va con ellos”. Y Plant remata: “No conozco este circuito como ella. He estado en un puñado de festivales, pero si me fijo en mi país (Reino Unido) estamos hablando de una historia de terror”.

Una historia que tiene en esta pareja un tándem extraordinario, de dos luchadores entusiastas, dos voces a contracorriente de los tiempos, que, en el caso de Robert Plant, va en la dirección opuesta de lo que todos esperan de él y de los inmensos cheques sobre la mesa que cada año le ofrecen para reunirse otra vez con Led Zeppelin. ¿Sigue descartando la gran reunión? “¡Ya no soy marinero, ahora soy capitán!”, brama Plant con una risa pirata y en un buen español, como para que quede muy claro.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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