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Columna
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¿Y si el mejor videojuego del año es… español?

En un año no especialmente bueno para el ocio digital, el estudio MercurySteam puede dar la campanada

Samus Aran, la protagonista del juego 'Metroid Dread'.Vídeo: NINTENDO SWITCH
Jorge Morla

Si esta columna que nace para rastrear la importancia cultural del mundo digital (en general) y de los videojuegos (en particular) tiene hoy un nombre propio, ese es el de Goty. El término, uno de esos acrónimos que marcan un abismo generacional entre quienes nunca lo han escuchado y quienes lo pronuncian cada día, hace referencia al Game Of The Year: lo que viene siendo el mejor videojuego del año. Las fechas previas a la Navidad, ya se sabe, son épocas de balances y recuentos.

Si hablamos de películas (Oscars), series (Emmys) o canciones (Grammys), el imaginario popular tiene claro qué premio es el más codiciado por los creadores. En el caso de los videojuegos, si bien el título de mejor juego del año no tiene —todavía— un organismo que los conceda que goce de unanimidad, de un tiempo a esta parte la comunidad de jugadores ha terminado por aceptar The Game Awards como la fecha más importante del año en cuanto a ceremonias se refiere. Y se celebran este viernes. Nacidos en 2014 en Las Vegas y herederos directos de los extintos Premios Spike, estos galardones han tenido la valentía de premiar Sekiro en 2019, la coherencia de premiar el Zelda Breath of the Wild en 2017 o la audacia de hacer lo propio con The Last of Us II el año pasado.

Este año, las cosas son un poco distintas. A pesar del impulso que, mal que nos pese, la pandemia lleva dando año y medio al mercado de los videojuegos, la crisis de suministros y distribución, unida a los titubeantes primeros pasos de la nueva generación de videoconsolas (el año pasado por estas fechas acababan de llegar al mercado las nuevas PlayStation y Xbox), ha hecho que entre retrasos y cancelaciones las superproducciones (los llamados juegos Triple A) no se hayan prodigado mucho este año. En otras palabras: joyas independientes aparte, 2021 ha sido un año más bien discreto para el mundo del videojuego.

Y, sin embargo, eso no es una noticia necesariamente mala. Al menos, para España. Entre los seis nominados este año a mejor juego podemos encontrar, al lado de esa maravilla para dos jugadores que radiografía la muerte y resurrección de un matrimonio llamada It Takes Two; al lado de la última y gigantesca entrega de la saga de zombis (esta vez hombres lobo) Resident Evil; el juego Metroid Dread.

¿Y por qué es importante para España? Pues porque, aunque la saga Metroid es uno de los pilares de la todopoderosa Nintendo, su última entrega ha sido desarrollada por el estudio madrileño MercurySteam. Conocido por juegos como Clive Barker’s Jericho o Castlevania: Lords of Shadow, en 2017 la empresa desarrolló un remake del clásico Metroid II tan satisfactorio que convenció a la compañía japonesa de que podían asumir retos mayores. La Gran N puso en sus manos el destino de la cazarrecompensas espacial Samus Aran y ahora ellos han entregado con Dread un juego que, además de tener una belleza visual apabullante y una dificultad endiablada, figura por méritos propios entre lo mejor del año.

Quizá gane. Quizá no. Pero independientemente del premio, el hecho de que el juego más importante del año puede que se haya desarrollado en un discreto polígono industrial de San Sebastián de los Reyes debería hacernos pensar que, quizá, el talento español en el desarrollo de videojuegos debería entrar más a menudo en según qué radares y protagonizar según qué conversaciones. En el ya lejano 2002, el narrador del mítico Metroid Prime, uno de los mejores juegos de la historia, decía al comenzar la aventura: “Entre las estrellas, una luz desprende más calor y brilla más que las otras. La luz de Samus Aran. Sus batallas se extienden más allá de su vida y quedan grabadas en la historia”. Quizá, también, la batalla que ahora libran los chicos de MercurySteam quede grabada en nuestra historia.

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Sobre la firma

Jorge Morla
Jorge Morla es redactor de EL PAÍS. Desde 2014 ha pasado por Babelia, Cierre o Internacional, y colabora en diferentes suplementos. Desde 2016 se ocupa también de la información sobre videojuegos, y ejerce de divulgador cultural en charlas y exposiciones. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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