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Esto es todo: 20 años de ‘Is This It’, de The Strokes

En el vigésimo aniversario del debut de la banda estadounidense, seleccionamos las canciones más conocidas de aquello que se dio en llamar nuevo rock

The Strokes, en una imagen de archivo.
The Strokes, en una imagen de archivo.

En julio se cumplen 20 años —veinte, madre mía— de la publicación de Is This it, el primer disco de The Strokes. Sobre su relevancia no hay acuerdo. Para los rockistas puros no tuvo importancia porque eran solo unos imitadores de Television y otros grupos del Nueva York de finales de los setenta. Para muchos, The Strokes solo eran un grupo de pijos blancos que gentrificaban ciudades, crearon el hipsterismo, iban en bicicleta, desayunaban aguacates y son el origen de todo mal neoliberal.

Pero lo que es indudable es que en su momento fueron saludados como la nueva savia de la música de guitarras. Reconozcámoslo, si no llega a ser porque el rock pasaba por una mala etapa, quizás The Strokes no hubieran tenido la resonancia que tuvieron. Pero el hecho es que en el cambio de siglo el rock pasaba por un momento muy bajo y fueron recibidos como salvadores. Al movimiento que originaron, las decenas de bandas surgidas a su rebufo, se le denominó Nuevo Rock. No era una etiqueta muy original, pero casi mejor eso que fashion rock, como se llamó después por su cercanía con algunas de las grandes casas de París.

Como había ocurrido antes con el britpop, antes de eso con el grunge y si nos remontamos a sus padres, con el punk, la etiqueta era más generacional que otra cosa. En realidad no era solo rock. Ni siquiera la mayor parte de ello era rock. Muchos usaban guitarras, pero tuvo su sector electrónico, el electroclash, que el músico Adam Green definió como “gente haciendo karaoke sobre sus propias canciones”. De hecho, quizás lo más valioso que dio esa escena fue LCD Soundsystem, que se movía hábilmente entre el pop y la electrónica. Había pop a lo Talking Heads, como el de Clap Your Hands Say Yeah, de cuyo vocalista un amigo dijo que sonaba “como un mapache que se ha pillado los testículos con un cajón”, una definición certera e inolvidable. Había seguidores de PIL, como The Rapture, o imitadores de Joy Division como Interpol, cuyo bajista parecía ir vestido de nazi, aunque él, de origen venezolano, aseguraba que su estilo era “militar centroeuropeo de entreguerras”. Había hasta grupos que sonaban como el Paul Simon de Graceland; el caso de Vampire Weekend. Había mucho pospunk, y punk-funk.

Los grupos eran abrumadoramente masculinos y blancos, aunque había chicas, como Karen O, de Yeah Yeah Yeahs, y negros, como Tunde Adebimpe, de TV On The Radio, y se decía que era un sonido neoyorquino, pero el sello que fichó a The Strokes, Rough Trade, era inglés, y un par de años después de Is This It había más grupos de nuevo rock en Reino Unido que en EE UU. Muchos de fuera de Londres: nacían en Birmingham, Leeds o Glasgow. Hasta Australia, con Vines, o Suecia, con The Hives, tenían sus exponentes del movimiento.

En resumen, aquello era un circo de tres pistas lleno de chavales hinchados de cocaína. Quizás entre todos no daban para una idea original, pero tampoco hacía falta. Durante unos años, todas estas bandas se lanzaron a la caza de la canción pop perfecta de tres minutos. Que es a la música popular lo que intentar escribir La Gran Novela Americana para los novelistas. Y muchos estuvieron extremadamente cerca de conseguirlo. Véase la lista. No nos hemos complicado la vida al escoger los temas incluidos: son los éxitos, grandes o pequeños, de los grupos más conocidos del movimiento. Y sí, nada es muy original, pero todo es fresco y resplandeciente como una buena fiesta. Que es lo que fue.

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