La competencia como instrumento para el crecimiento integral de Latinoamérica
Las economías de los países están relacionadas con su nivel de inversión. Un informe del Banco Mundial evidencia la necesidad de fortalecer la competencia en la región para aumentar su productividad y generar confianza de los inversores en la región
En un mundo en constante conflicto, los países de América Latina y el Caribe enfrentan grandes desafíos de desarrollo debido a la inflación, salarios poco competitivos y servicios públicos en muchos casos deficientes. Sin embargo, con mecanismos y leyes enfocados en la competencia se podrá impulsar la competitividad de las empresas, la productividad y la innovación para atraer inversiones sostenidas en la región y así superar esos desafíos, según los expertos.
La competitividad es un término utilizado en economía para referirse a las capacidades que tienen los países de atraer inversión y generar empleo. Para esto, se deben tener varios elementos necesarios: salud, infraestructura, educación, e innovación. Los indicadores evalúan estos aspectos y los datos son utilizados para tomar decisiones respecto a inversiones o para enfocar esfuerzos específicos en diferentes áreas e instituciones. La competencia hace que haya más equidad y menos monopolio, pero la competitividad se refiere al nivel y capacidades de las empresas para ser productivas.
En América Latina y el Caribe, la competitividad es una tarea pendiente con mucho camino por recorrer. Según el Índice de Competitividad Internacional 2022 del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), los países de la región que lideran el ránking están muy lejos de los primeros lugares. Está Chile en el lugar 23, por delante de Costa Rica en el 28, Panamá (31), Perú (34), México (37), Brasil (38), Argentina (39) y Guatemala (42). Los países que lideran esta lista son Dinamarca, Noruega, Suiza, Suecia y Países Bajos.
A pesar de que ha recuperado algo del terreno perdido durante la pandemia, la región se encuentra estancada en un bajo crecimiento económico, insuficiente para superar la pobreza y seguir reduciendo las desigualdades. En su informe Competencia, ¿el ingrediente que falta para crecer?, presentado por el Banco Mundial en abril, las proyecciones de crecimiento del PIB para 2025 de 2,7% y 2026, de 2,6% resultan insuficientes para la prosperidad de los países de la región. Si bien la desigualdad, representada en el coeficiente Gini, ha reducido su brecha levemente en las últimas décadas y los niveles de empleo han regresado en gran medida a los niveles prepandemia, los trabajadores poco cualificados y las personas mayores van a la zaga, sobre todo debido a la incapacidad para encontrar empleo y, lo que es más preocupante, a que algunos abandonan el mercado laboral.
Además, el informe evidencia que América Latina y el Caribe es la única región del mundo donde las cifras de homicidios están aumentando; un quinto de la población lo considera el problema más importante de su país. Esto definitivamente afecta decisivamente el interés de los inversionistas.
Desde la década de 2000, el crimen organizado ha sido la principal fuente de violencia, impulsado por el tráfico de drogas y otros delitos. Esto tiene repercusiones directas en el crecimiento económico, la productividad y la capacidad que tiene el Estado para controlar al crimen, infiriendo en las decisiones de inversión privada. Como ejemplo está Colombia cuando se asomó el acuerdo de paz, donde la creación de empresas fue en aumento pero se detuvo inmediatamente al ser rechazado el tratado en un plebiscito nacional. Con más violencia, los gobiernos deben estar más enfocados en la seguridad que en el desarrollo de su población.
Según el informe de Banco Mundial, una mayor desigualdad puede ser producto de la falta de competencia en los países. La baja competencia puede hacer que los consumidores paguen más por productos de no tan buena calidad. Además, la investigación sostiene que los monopolios de productos afectan a los hogares de menores ingresos, porque hay menos opciones en el mercado a un mayor precio.
Países como México han tenido políticas en algunos sectores que desfavorecen la competencia entre empresas. Es el caso del sector de telecomunicaciones, con una legislación de 2006 que benefició principalmente a empresas como Televisa y TV Azteca, resultando en una menor calidad del servicio y menos confiabilidad en la información emitida por estos medios.
Además, la influencia de las empresas de propiedad familiar juega un papel muy importante en las políticas de los países de la región. Cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en 2019 aseguraban que el 22% de las corporaciones que cotizan en la bolsa y el 28% de las grandes empresas de la región son de propiedad familiar, lo que les da ventaja si estas familias deciden apoyar a un sector político, porque podrán monitorear su desempeño a largo plazo.
Impulsar la competencia
Elevar el nivel de competencia en América Latina y el Caribe es un ingrediente clave para encender su motor de crecimiento. Para esto, es necesario mejorar la productividad de las empresas locales, empoderarlas y darles la confianza para seguir trabajando por el desarrollo sostenido de la región.
Para impulsar los marcos de competencia en los países en el crecimiento de la región, el Banco Mundial hace tres recomendaciones fundamentales:
● Fortalecer las agencias de competencia. El informe contiene nueva evidencia de que las agencias nacionales de competencia efectivas tienen un impacto positivo en la productividad, las ventas y los salarios. Reforzar estas agencias incluye garantizar su independencia y hacer cumplir su capacidad para hacer cumplir las regulaciones antimonopolio y a favor de la competencia, especialmente para las empresas más grandes. Esto supone también promover prácticas efectivas de gestión pública y capacitar a funcionarios.
● Apoyar las políticas de innovación. La competencia per se no es suficiente para que las empresas prosperen. Las empresas deben estar preparadas para una mayor competencia, tanto nacional como internacional. Esto requiere políticas complementarias que estimulen a las empresas a innovar y ascender en la escala tecnológica para que puedan competir, adoptar nuevas técnicas y crecer.
● Potenciar la capacidad dirigencial. Mejorar los conocimientos de gestión ayudará a las empresas a responder a los mercados, identificar nuevas oportunidades, desarrollar planes de negocios y estimular a los trabajadores. Esto debería ir acompañado de una agenda para mejorar la educación en todos los niveles, preparando a los estudiantes y a la fuerza laboral para prosperar en entornos competitivos.
Lea el informe Competencia, ¿el ingrediente que falta para crecer?, del Banco Mundial. Sus hallazgos fueron discutidos en el evento de alto nivel Desbloquear el crecimiento y la productividad en América Latina y el Caribe.