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El viaje del alcalde Mariños: de capitalizar el descontento con una marcha de 50 días a reunirse con el presidente interino de Perú

Tras reclamar un hospital e infraestructura para su provincia, el regidor de Pataz fue recibido por José Jerí, lo que provocó que parte de sus seguidores rompieran con él

Francesca Raffo

No tenía mucho más que perder. Así que decidió emprender un viaje a Lima caminando. Eran más de 1.000 kilómetros los que tenía que andar desde Pataz, una provincia al norte del Perú, hasta la capital. Su alcalde, Aldo Carlos Mariños, la denominó “una marcha de sacrificio”. Buscaba reunirse con la entonces presidenta Dina Boluarte para exigirle un hospital provincial, el asfalto de las carreteras y seguridad. No pensó, pese a la experiencia peruana, que en los 49 días que caminaría hasta Lima tanto cambiaría. Emprendió el viaje con un presidente y cuando llegó había otro. Boluarte fue destituida y en su reemplazo entró, de manera interina, José Jerí. La mañana del domingo 12 de octubre, el alcalde llegó a pie, junto con una caravana, a la capital. Por la tarde de ese mismo día, el nuevo presidente lo invitó a Palacio de Gobierno.

El 25 de agosto, Carlos Mariños salió desde Pataz, en el distrito de La Libertad. Con el paso de los días y el avance de la caravana, su marcha fue resonando cada vez más. Iba acompañado de las rondas campesinas y un equipo grande de redes sociales, quienes transmitían en vivo cada parte del camino. “Cuando era necesario dormíamos en las pampas, cuando la noche nos cogía por ahí”, contó uno de su seguridad. En este tiempo, ciudadanos que no tenían mayor relación con Pataz, se sumaron al alcalde. Al llegar a su primer punto en Lima, en el distrito de Puente Piedra, cerca de 1.000 personas se unieron para caminar hasta el centro de Lima, un recorrido que duró más de cinco horas. Quienes se fueron sumando vieron en el alcalde una figura que representaba el descontento social hacia el Gobierno peruano y admiraron el esfuerzo que había puesto por mejorar su provincia.

Un asistente a la manifestación de 45 años, quien prefirió no compartir su nombre, se acercó a Lima desde Huaraz, en un viaje en bus de seis horas. Llegó por la mañana para volver a su tierra el mismo día por la tarde. “El Gobierno peruano nos ha abandonado por muchos años. Vemos al alcalde, que no se ha dejado vender, entonces cómo no acompañarle”, decía mientras el alcalde hablaba en la plaza. “No estoy de acuerdo con ningún dirigente del pueblo, porque realmente está podrido todo”, añadía.

Otra mujer de la misma edad, Edisa Jara Cuvas, acompañó al alcalde desde el distrito limeño de San Juan de Lurigancho, uno de los más azotados por la violencia y la inseguridad. Cuvas trabaja en la calle y a diario tiene miedo por las extorsiones. “Este hombre lo va a lograr, porque el Congreso es pura corrupción, la expresidente es una asesina y ahora nos representa un violador. No es justo”, afirmó. Ambos aseguraron que participarán en el paro nacional convocado para el miércoles 15 de octubre.

Sus seguidores llevaron regalos al mitin en la plaza San Martín: hojas de coca, un cuadro con frases religiosas, una agenda y botellas de agua. El alcalde daba sus palabras sobre una camioneta y al menos cinco celulares de su equipo transmitían su discurso en vivo por TikTok. Con ellos también estaba Firulais, un perro que se volvió viral por la compañía; su equipo permitía que las personas se tomen fotos a cambio de que lo sigan en redes sociales.

Aunque algunos ciudadanos vieron en el alcalde de Pataz una esperanza en medio de una crisis política y de representación, desde hacía 50 días Carlos Mariños tenía un objetivo claro: Pataz. La provincia de Pataz cuenta con 13 distritos, uno de ellos, homónimo de la provincia, es el más golpeado por la violencia y la minería informal. En mayo de este año, 13 personas fueron secuestradas y luego asesinadas dentro de un socavón minero de propiedad de una empresa. Pedro Yaranga, especialista en seguridad integral y gestión de riesgos, explica que el distrito de Pataz es uno de los más afectados por la inseguridad. Sin embargo, lo que vive toda la provincia es muy grave. “Las carreteras son un desastre, uno tiene que ir sí o sí en una 4x4 y va dando botes”, dice. “La ruta principal para unir la provincia, el puente Chagual, sobre el río Marañón, está por caerse”. Y agrega: “La sanidad es deplorable. En el distrito de Pataz, la gente muere todos los días y no hay ambulancias. El familiar debe alquilar una camioneta y llevarlo a un hospital”.

Mientras Carlos Mariños hablaba en la plaza, cerca de las cuatro de la tarde, el presidente interino José Jerí, a través de un tuit, lo invitó a dialogar en Palacio de Gobierno. De inmediato, el alcalde aceptó. El último trecho andando fue de la Plaza San Martín hasta la Plaza de Armas. Jerí lo recibió ahí mismo. El regidor entró con parte de su equipo y pudo transmitir toda la reunión en vivo. En la sala Tupac Amaru del Palacio de Gobierno, en una mesa grande, Carlos Mariños pidió por una mesa de diálogo, el hospital, mejorar las carreteras y la situación de seguridad. Quedaron en emplear la mesa técnica para el martes 14 y jueves 16 de octubre.

Al salir de la sede de la presidencia, de vuelta en la Plaza San Martín, donde antes lo habían ovacionado, una parte de los seguidores estaban enfurecidos. El alcalde, en quien habían depositado su fe para que expresara su descontento con la clase política, había pactado con aquello que muchos de ellos consideran el problema. Molestos, unos cuantos manifestantes golpearon las camionetas y los obligaron a retirarse. Carlo Mariños había pasado a ser, para ellos, “parte de lo mismo”: la clase política que tanto detestan.

Luego del altercado, el alcalde aseguró que su compromiso fue siempre instalar una mesa de diálogo para pedir por Pataz: “He cumplido con eso”, indicó. En una entrevista con Canal N agregó: “No dejaré que usen esta marcha para sus apetitos personales y que le quieran poner una agenda para que se vayan estos [los actuales gobernantes]”. Aseguró, además, que no participará del paro nacional, convocado por la generación Z, grupos de transportistas, bloques universitarios y otros colectivos que tienen como objetivo expresar su absoluta inconformidad con el gobierno y exigir cambios en seguridad.

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Sobre la firma

Francesca Raffo
Es periodista y colaboradora de EL PAÍS desde Lima. Antes escribió en la sección de Sociedad. Trabajó en El Comercio (Lima), donde desarrolló parte de su trabajo en temas sociales, salud y educación. Cursó el máster de periodismo UAM-EL PAÍS.
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