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La rabia ciudadana se extiende por Caracas ante la sospecha de fraude en las elecciones: “Quiero que salga Nicolás”

Vecinos de Petare y otros sectores populares de Caracas salen a protestar en medio de un enorme despliegue policial contra los resultados anunciados por la autoridad electoral

Residentes golpean cacerolas para protestar el día después de las elecciones presidenciales en Caracas.Foto: Christian Hernández (AP) | Vídeo: Reuters
Florantonia Singer

La rabia ciudadana se extiende a estas horas por Caracas ante la sospecha de que el chavismo cometió un fraude en las elecciones presidenciales que se celebraron el domingo. La gente comenzó a protestar desde los balcones con cacerolazos y gritos contra el presidente Nicolás Maduro, pero la protesta bajó a las calles y llegó a casi todos los rincones de la ciudad. Los manifestantes intentaron llegar hasta el centro, donde se encuentra el CNE, la autoridad electoral que dio por ganador a Maduro sin enseñar las actas de resultados, pero la policía se lo impidió. En motos y portando banderas de Venezuela se acercaron a las inmediaciones del Palacio de Miraflores. Allí se encontraron con un fuerte anillo de seguridad que rodea la residencial presidencial. Los ánimos fueron subiendo de temperatura.

El ruido de la cubertería impactando contra el metal es la banda sonora ahora mismo de barrios enteros. Las familias se envían mensajes de texto con sus seres queridos que han emigrado. Resulta muy difícil hoy en día encontrar a alguien que no tenga un padre o un hijo fuera de Venezuela, que ha visto irse a un cuarto de su población por la crisis. Los vídeos de personas llorando de impotencia inundaron Instagram y Tik Tok. Con la cara cubierta y encendiendo hogueras en el asfalto, jóvenes rodearon las instalaciones del ministerio de Interior y Justicia, exigiendo una investigación sobre lo sucedido. “Maduro, ladrón”, se escuchaba decir, mientras pisoteaban y quemaban publicidad electoral con la cara del presidente.

“La justicia de este país tiene que hacer valer nuestros derechos”, dijo Mabel Castillo, una testigo de la oposición en Caracas que denunció en medios locales que desde el CNE dieron la orden de no entregarles las actas. “No les voy a perdonar que yo haya llegado a mi casa la 1 de la mañana a ver a mis hijos llorar”. Las protestas han prendido en cuestión de horas. Los venezolanos recibieron con estupefacción el resultado, que ha sido puesto en duda por la comunidad internacional, que ha exigido al chavismo que enseñe cuanto antes las actas de los centros electores, clave para certificar si de verdad se perpetró un fraude o Maduro ha resultado el verdadero ganador.

La noche de las elecciones, en realidad, fueron dos. En la primera, una multitud celebró anticipadamente los resultados, conversando con vecinos y participando, no sin forcejeos, en los conteos de las papeletas de las mesas en las que votó, cuando las posibilidades de cambio político lucían claras. En la segunda noche, el presidente del CNE, Elvis Amoroso, dio un escueto boletín en que proclamó como ganador a Nicolás Maduro con el 52% de los votos con el 80% de la las actas escrutadas.

El país se sumió en un silencio, después de haber pasado casi 24 horas en la calle. Miles de venezolanos decidieron madrugar el domingo para ser los primeros en votar y proteger los centros de cualquier acción que pudiera impedir los comicios y luego decidieron nuevamente madrugar para esperar los resultados. Desde casa, los opositores, con una trayectoria acumulada en cacerolazos y protestas durante los últimos 25 años de un solo Gobierno, hicieron sonar sus ollas anoche y gritaron con desespero “¡Fraude!” y “ladrones” ante las pantallas en las que vieron las declaraciones de las autoridades electorales.

“No me sorprende lo que ha pasado, porque fue muy descarado. Tenemos actas en nuestro poder que indican que Edmundo ganó”, dice Tamara Almeida desde el barrio San Blas en Petare. En algunas zonas, la protesta matutina no duró mucho y la ciudad volvió al silencio bajo un aguacero. En varios barrios de la ciudad la gente se mantiene en la calle, mientras Maduro habla una vez más por televisión desde el CNE, durante su proclamación como presidente por seis años más. En el oeste de Caracas, unos vecinos de los barrios de El Cementerio quemaron basura en la autopista para intentar bloquear el paso antes de que la Guardia Nacional disolviera la manifestación.

En otros barrios de Caracas, salieron cientos de personas a tocar cacerolas en las calles, bloquear las vías y hacer caravanas de protesta con las consignas que crearon en la campaña. “No quiero bono, no quiero CLAP [en referencia a los comités locales de abastecimiento y producción que reparten las bolsas de comida], yo lo que quiero es que salga Nicolás”, gritaban los conductores de un río de motocicletas que se movía por la parroquia La Dolorita, según videos que corrieron por las redes sociales. Iban todos a la Redoma de Petare, donde cientos de vecinos confluyeron para protestar. “No me siento derrotada, este es principio del fin. La manifestación de la gente ha sido espontánea”, dice Katiuska Camargo, líder comunitaria en San Blas.

Con el cierre de los centros de votación, el Gobierno desplegó a la policía y los militares a la calle con equipos antimotines. Algunos grupos de civiles armados con los que todavía cuenta el chavismo protagonizaron escenas intimidatorias. La medida también generó que se retrasara la entrega de actas a los testigos luego de la transmisión de los datos. Camargo pudo obtener las de los centros que tenía a cargo entrada la madrugada, con el apoyo de sus vecinos en la calle. Este lunes ya las entregó al comando de Edmundo González.

Como parte de las horas finales de la jornada, se registraron hechos de violencia en distintas regiones del país. Un hombre murió en Táchira y otras personas resultaron heridas luego de un ataque con morteros a un centro electoral. En Caracas hubo un altercado entre colectivos de motorizados y personas que esperaban resultados frente a un centro de votación. Pese a lo ocurrido, el mayor incidente de la jornada, ocurrió en la televisión, mientras Amoroso leía los resultados.

Poco podía ocurrir una noche en la que las calles estaban militarizadas. Por primera vez en unas elecciones, las policías —incluidas los temidos servicios de inteligencia— no estuvieron acuarteladas y tuvieron un rol activo en las votaciones. Desde el viernes había alcabalas y patrullaje. En la Plaza Altamira, en la madrugada de los resultados estaban preparados para disuadir un enorme disturbio. Esta zona en el este de la ciudad fue escenario de fuertes enfrentamientos desiguales entre los cuerpos de seguridad y manifestantes antichavistas; los primeros con balas y bombas lacrimógenas, y, los segundos, con piedras y escudos de madera. Las heridas de la represión de 2014, 2017 y 2019, con más de 150 asesinados, miles de heridos y detenidos, están frescas en el asfalto.

En la espera de los resultados, el contingente de más de 200 efectivos antimotines de la Policía Nacional Bolivariana apostado en el lugar, estaban echados en los bancos, viendo sus teléfonos y comprando cigarros en un kiosco que permanecía abierto.

Después de la descarga de cacerolas y gritos por los balcones, algunos a punto de ahogarse en el llanto y otros en la ira, solo había ruido frente al Palacio Miraflores. Un grupo con camisas rojas seguidores del chavismo esperaba festejar. El Gobierno había instalado una pantalla y preparado una programación musical para festejar el cumpleaños número 70 de Hugo Chávez y esperar los resultados. Ante ese grupo, un Maduro distinto al histriónico y bailador de la campaña de los últimos meses, llevó el regalo de la victoria y la continuidad de la revolución envuelto en un fraude, cantado por la gente que se expresaba desde sus ventanas y sobre el que una cascada de comunicados de la comunidad internacional han comenzado advertir. Lo ocurrido estaba dentro de los escenarios de mayor costo político para el Gobierno. En pocas horas, en algunas calles de la ciudad han comenzado a pintar sobre los murales de la propaganda chavista que decían “futuro” la palabra “fraude”.

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