Tensión en Venezuela: la autoridad electoral, bajo control chavista, da el triunfo a Maduro y la oposición lo rechaza
El CNE otorga al líder chavista el 51,2% de los votos frente al 44,2% de Edmundo González. Estados Unidos, la UE, Chile y Colombia cuestionan los resultados y piden un recuento transparente de todos los votos
Venezuela vive horas de máxima tensión por la sospecha de fraude en las elecciones presidenciales que se han celebrado este domingo. La autoridad electoral de Venezuela, controlada por el chavismo, ha otorgado durante la madrugada de este lunes —y la ha ratificado durante la tarde— una victoria contundente a Nicolás Maduro, el actual presidente. Sin embargo, la poca transparencia exhibida durante el proceso ha alertado a la comunidad internacional. Estados Unidos, Europa y, de una manera muy contundente, Gabriel Boric, el presidente de izquierdas de Chile, han mostrado sus serias dudas sobre la veracidad de estos resultados.
En las urnas estaba este domingo en juego la continuidad de 25 años de revolución bolivariana. La oposición, organizada alrededor de María Corina Machado, suponía una verdadera amenaza para la permanencia en el poder de Maduro, que llegaba muy desgastado a la cita por una crisis económica que ha llevado a emigrar a un cuarto de su población y por las continuas denuncias a su Gobierno por violaciones a los derechos humanos. Machado, inhabilitada para ser candidata por los tribunales también cooptados por el chavismo, le cedió su lugar a Edmundo González Urrutia, un diplomático jubilado, muy tímido, al que le costó aceptar el encargo. En poco tiempo de campaña, González se dio a conocer en todo el país y empezó a superar en las encuestas más fiables a Maduro. El chavismo se sintió en peligro.
La oposición sabía que acudía en desventaja a las urnas. El chavismo controla todo el aparato del Estado, incluido el Consejo Nacional Electoral (CNE), el árbitro en las elecciones. Sin embargo, Machado pensaba que su ventaja era tal que Maduro no podría ocultarla, ni al interior del país, ni fuera, sobre todo frente a la Casa Blanca, con la que está en negociaciones por las sanciones económicas y el reconocimiento internacional de su Gobierno. El intento de que el chavismo se abriera a iniciar un proceso democrático y de transición estuvo presente durante toda la campaña electoral, auspiciado por Washington, pero también por Colombia, Brasil y Chile. El objetivo eran unos comicios libres y transparentes de los que saliese legitimado el ganador.
La sensación es de desconcierto en estas primeras horas tras los resultados. El CNE anunció que, después de haber contado supuestamente el 80% de las actas, Maduro recibió el 51,2% de los votos, frente al 44,2 de González Urrutia. “Un resultado irreversible”, dijo el presidente de esa institución, Elvis Amoroso, amigo personal de Maduro y de la primera dama, Cilia Flores. Ni González Urrutia ni Machado reconocieron los resultados. En las horas previas, al poco del cierre de los centros electorales, el equipo de campaña opositor había hecho público que el CNE solo le había mostrado el 40% de las actas, a pesar de que había desplegado testigos por todo el país. Habían dejado de imprimirlas y transmitirlas. Desde ese instante la preocupación fue máxima entre los antichavistas. Jorge Rodríguez, operador político de Maduro, y Diosdado Cabello, la mano derecha del presidente, salieron poco después en público dando a entender que habían ganado las elecciones, aunque el escrutinio apenas había comenzado.
Las sospechas de engaño vuelven a rondar una elección venezolana, como en 2018. Estados Unidos y Chile han sido los primeros países en cuestionar abiertamente el resultado. El secretario de Estado de Joe Biden, Antony Blinken, manifestó desde Tokio, donde se encuentra de gira, las “serias preocupaciones” de la Casa Blanca de que “los resultados anunciados no reflejen la voluntad o los votos del pueblo venezolano”. Gabriel Boric dijo que los resultados que publica la autoridad electoral venezolana “son difíciles de creer”. “La comunidad internacional y sobre todo el pueblo venezolano, incluyendo a los millones de venezolanos en el exilio, exigimos total transparencia de las actas y el proceso, y que veedores internacionales no comprometidos con el Gobierno den cuenta de la veracidad de los resultados. Desde Chile no reconoceremos ningún resultado que no sea verificable”, escribió en sus redes sociales el presidente chileno. Se sumó Colombia, que, a través de su canciller, Luis Gilberto Murillo, insistió en la necesidad de despejar “cualquier duda posible”. “Hacemos un llamado para que, a la mayor brevedad, se proceda con el conteo total de los votos, su verificación y auditoría de carácter independiente”, añadió. El alto representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores, el español Josep Borrell, afirmó que resulta “vital” para el proceso electoral el conteo “detallado de los votos y el acceso a las actas de las mesas”.
El propio Centro Carter, organización observadora de las elecciones en Venezuela, acabó instando a la Comisión Nacional Electoral de Venezuela a que “publique inmediatamente todas las actas de las mesas instaladas durante la jornada electoral celebrada el 28 de julio pasado”, una señal de dudas respecto al resultado publicado.
Sobre Venezuela se cierne de nuevo el bloqueo político. La celebración de estas elecciones presidenciales se acordó en secreto entre Estados Unidos y el chavismo en Qatar como una forma de conducir el país hacia una normalidad democrática. A cambio de que Washington retirase sanciones y liberase a algunos presos, Maduro se comprometía a organizar unas elecciones libres y competitivas en las que la oposición pudiera concurrir en igualdad de condiciones. Ese pacto se refrendó después en Barbados, en un diálogo en el que también participaron los antichavistas. La idea era que de la contienda resultase un vencedor claro a ojos del mundo y Venezuela se reintegrase a los circuitos internacionales, en los políticos y los económicos. Por el momento, no lo hay.
Los venezolanos se volcaron el domingo en unas elecciones que parecían históricas. La gente acudió en masa a los centros electorales a depositar su voto desde muy temprano, algunos incluso hasta esperaron en la puerta durante toda la noche, en sillas y con café. Gran parte del país no durmió. En las ventanas de los edificios de apartamentos palpitaba el reflejo gris de los televisores. Las radios permanecían encendidas. La gente, pendiente de las redes sociales. La crispación por una situación de máxima tensión no se tradujo en violencia de ningún tipo. El chavismo había alertado incluso de supuestos planes de la oposición para provocar el caos el día de la votación. Salvo pequeños incidentes, la jornada transcurrió en paz.
En la víspera, el fiscal general, Tarek William Saab, había advertido que quien ofreciera datos al margen del CNE estaría incurriendo en un delito, y podría ser detenido y procesado. Sin embargo, medios de comunicación al servicio del chavismo comenzaron a publicar encuestas que otorgaban a Maduro una victoria por 10 puntos de diferencia respecto a González Urrutia. Algunas encuestadoras en las que se basan esos sondeos son falsas, recién creadas. Asesores de Maduro las estuvieron distribuyendo en sus redes sociales, pese a que era evidente que al menos una de ellas, Lewis Thompson, con sede supuestamente en Miami, acaba de ser creada para la ocasión. Su página web se abrió hace 18 días, igual que la cuenta en Twitter, y la compañía no aparece en ningún registro mercantil de Estados Unidos. Esa guerra de cifras estuvo presente durante toda la jornada.
Poco después de que Amoroso lo diese por vencedor, Maduro apareció en una tarima frente al Palacio de Miraflores, la sede neobarroca del Gobierno venezolano. “Puedo decir ante el mundo que soy el presidente reelecto de Venezuela”, dijo, rodeado del núcleo duro de su Gobierno, que tenía cara de circunstancias. No les invadía la euforia. El presidente justificó el retraso en la entrega de resultados con un intento de hackeo al CNE, que coincide con la versión que había dado antes el presidente del consejo, que habló de un “ataque terrorista” al sistema. Ninguno de los dos ofreció más datos ni mayor claridad sobre los responsables ni sus objetivos. A media tarde, al recibir la credencial que ratifica su victoria oficial, Maduro volvió a sacar pecho del resultado: “Vencer al fascismo, a los demonios, a las demonias, es una proeza histórica y nuestro pueblo lo ha hecho”, clamó.
La oposición dudaba en las últimas semanas si el chavismo tendría la voluntad de abandonar el poder en caso de ser derrotado. Los chavistas más duros, como Cabello o Rodríguez, habían asegurado que la revolución debía continuar, en ningún momento se planteaban hacerse a un lado. Otros más jóvenes, como el gobernador Rafael Lacava o el propio hijo del presidente, Nicolás Maduro Guerra, dijeron que el chavismo tenía espíritu democrático y que en caso de una derrota se convertirían en oposición. Cabello, públicamente, amonestó a ambos de manera indirecta y dijo que eran “blandos” a los que les gusta “peinarse de lado y vestir de traje”. Hugo Chávez, el creador de la revolución bolivariana, fomentó entre su gente el uso del chándal, una costumbre que a su vez copió de Fidel Castro.
Machado ha declarado ganador a Edmundo González, un diplomático jubilado al que ella eligió como su sustituto cuando le fue imposible presentarse como candidata. “Venezuela tiene un nuevo presidente electo y es Edmundo González Urrutia. ¡Ganamos! Y todo el mundo lo sabe. Quiero que sepan que esto ha sido algo tan abrumador y grande que hemos ganado en todos los sectores del país”, ha dicho la madrugada de este lunes (hora local, seis más en la España peninsular) en una conferencia de prensa. Ha asegurado tener el 40% de las actas de votación transmitidas por el CNE, que certifican que Edmundo González “obtuvo el 70% de los votos de esta elección, Maduro el 30%”. “Es la elección presidencial con la mayor diferencia de la historia”.
Según Machado, la victoria del opositor fue contundente, porque habría ganado en todos los Estados venezolanos: “Sabemos lo que pasó hoy [domingo]. Toda la información de este proceso se recogía y se reportaba. A lo largo del día con los conteos rápidos fuimos monitoreando cómo iba la participación hora a hora. Esto es una participación histórica. Cuatro conteos rápidos, autónomos e independientes, dieron los mismos resultados de las encuestas. Cuando digo que todo el mundo lo sabe, empiezo refiriéndome por el propio régimen. Ellos saben lo que pasó y lo que pretenden hacer. Hasta la comunidad internacional lo sabe”. A continuación, anunció que en los próximos días anunciará acciones para “defender la verdad”.
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