Delcy Morelos, la artista embajadora de la madre Tierra
Un año después de sorprender al público de la Bienal de Venecia en 2022, la cordobesa exhibió dos instalaciones en la Dia Art Foundation de Chelsea, en Nueva York. La prestigiosa galería Marian Goodman anunció que la representará internacionalmente y el próximo año tendrá una retrospectiva en solitario en la Pulitzer Arts Foundation de Saint Louis
En octubre de este año, en una entrevista para The New York Times a raíz de su primera exposición individual en la Gran Manzana, Delcy Morelos se describió a sí misma como una embajadora de la Madre Tierra, una chamana sanadora para invitarnos a volver la mirada hacia la tierra, ya no con mayúscula, sino en minúsculas y de la manera más orgánica posible. Es por eso que hasta julio del próximo año la gente podrá pasearse de manera íntima entre los grandes bloques de tierra del estado de Nueva York (Morelos siempre trabaja con la tierra de los suelos donde será la exhibición) mezclada con barro y cáscaras de coco, cuya imponencia y belleza contienen al espectador en una suerte de abrazo.
Las estructuras orgánicas están ahora levantadas un par de centímetros por encima del suelo, porque la artista vio que algunas personas en la Bienal de Venecia –donde expuso en septiembre del año pasado– pateaban la obra en aras de saber de qué estaba hecha o por simple indelicadeza. Esto fue para ella una metáfora más de cómo el hombre ha irrespetado a la naturaleza sin entender que hace parte de ella, algo difícil de aceptar para una mujer sensible que creció en una casita de barro que sus abuelos le enseñaron a mojar con sus propias manos para que no se secaran demasiado las paredes.
Y es que la realidad, un tanto romantizada y ‘sensacionalizada’ por los extranjeros, de ser descendiente de la tribu emberá, estar en medio del fuego cruzado entre guerrilla, ejército y paramilitares, y de hacer sus juguetes con palos y semillas, generó en Delcy Morelos una conexión honesta con la naturaleza que se mantuvo, incluso, cuando salió de Tierralta, Córdoba, para estudiar arte en Cartagena. A sus 55 años no solo sigue intacta, sino que la ha puesto bajo el reflector encandilador de la encumbrada escena del arte internacional.
Morelos trabajó durante años con tonos terracota y toda la gama de colores orgánicos en su pintura. También buscó aprender de las técnicas ancestrales de ceramistas indígenas y empezó a modelar objetos o esculturas que evocan lo vernacular. Desde hace ya más de una década, viene trabajando con tierra y arcilla para crear estas instalaciones que, más que obras de arte, son una experiencia sensorial de gran escala, especialmente si pensamos que están dentro de museos minimalistas que, a su vez, están dentro de ciudades cosmopolitas con habitantes que ocupan la mayor parte de su tiempo en ser ‘productivos’ y que poca oportunidad tienen de interactuar con la naturaleza de una manera tan cercana.
Un periodista especializado se refiere a su obra como “un encuentro sinestésico con la tierra”. No es de extrañar que hable de sinestesia, dado que la obra de Morelos no solo se mira. También se recorre como un laberinto, se toca —la artista misma invita a los espectadores a consentir la tierra con estas instrucciones: Escuchar con las manos, ver el olor de la tierra con los dedos, saborearla con la piel. Que la mano levite y se deslice suavemente sobre la superficie. La tierra es tan frágil como nosotros. Si la dañas, me dañas, te dañas. Tocar la tierra es ser tocado por ella—.
Y además se huele, porque para poder instalar semejantes estructuras de materia viva dentro de un museo, Morelos mezcla la tierra con clavos, canela y aceite medicinal de copaiba, de manera que la humedad y los hongos no se propaguen en el recinto. Cabe anotar que estas obras monumentales requieren también de asesorías como la que la artista recibió de la IFF (International Flavors & Fragrances), tanto para transportar como para instalar tantos camionados de tierra sin afectar el medio ambiente.
Está también la obra que se expuso en la otra sucursal del Dia Art Foundation, en Deacon. Es una instalación también orgánica de muchas láminas organizadas en montoncitos que la artista misma describe como ese gran útero que es la tierra, pero en donde también yacen todos los desaparecidos y muertos en combate que nuestro conflicto ha dejado por ahí regados. Pero ninguna descripción sobre su trabajo puede siquiera acercarse a lo que es percibirlo y apreciarlo in situ, experimentando sensaciones y reflexiones de manera sensorial e intuitiva, y no con explicaciones.
Estas palabras hablan más de la obra de Delcy Morelos que de Delcy misma. Al momento de escribir su perfil, la artista se encontraba encandilada con tanta atención sobre ella y no quería hablar más ni dar entrevistas. Y es que quizás la gran paradoja del verdadero artista es que quiere expresar algo que no se trata de sí mismo, aunque emana de manera única e intransferible de su persona.
Existe una gran diferencia entre ser famoso y ser importante en el mundo del arte, y ella parece entenderlo muy bien. El verdadero milagro sucede en el alma de Morelos mientras gesta su obra y en el alma de otro ser humano cuando conecta con ella.
*Apoyan Ecopetrol, Movistar y Fundación Corona.
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