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La orquesta filarmónica de Medellín impulsa un grupo de música de jóvenes neurodivergentes

Desde hace ocho años la capital antioqueña le ha apostado al programa Soy Músico que encara la discriminación contra personas con diagnósticos como síndrome de down, autismo severo o discapacidad intelectual. “Queremos cambiar la idea de que son incapaces”, dice la directora

Raquel Córdoba, integrante del programa ‘Soy Músico’, durante un ensayo con la orquesta Filarmónica de Medellín, el 14 de agosto de 2024.
Raquel Córdoba, integrante del programa ‘Soy Músico’, durante un ensayo con la orquesta Filarmónica de Medellín, el 14 de agosto de 2024.CHELO CAMACHO
Daniela Díaz

Llevar la cuenta de todas las condecoraciones que tiene Raquel (15 años) resulta difícil. Los diplomas y menciones inundan las paredes de su casa y resaltan en su habitación pintada de rosa. La rutina de la joven es la misma cada martes y jueves antes de los ensayos. Mientras Beatriz, su madre, termina las tareas del hogar, ella ordena su cuarto, se mira en el espejo, y se pone brillo labial. Su papá toma el contrabajo, lo sube al carro y arrancan. Raquel llega entusiasmada. Saluda a Kelly, y a Isa y al resto de compañeras. Poco a poco van llegando el resto de jóvenes que, como ellas, conforman el programa Soy Músico, de la Orquesta Filarmónica de Medellín, en Antioquia. El programa trabaja desde hace ocho años con más 30 jóvenes neurodivergentes para que puedan desarrollar sus competencias musicales de la mano de expertos. Luego, dos veces al año dan un concierto filarmónico al lado de la formación original la Orquesta de la ciudad, con lo que demuestran que el único obstáculo entre ellos y la música es la discriminación de la sociedad.

La mayoría de las asistentes al ensayo de este martes son mujeres, pero entre ellos está Juan David Gómez Pamplona, de 26 años, uno de los primeros integrantes de Soy Músico. Participa desde hace siete años y aprendió a tocar la batería. A su lado está Claudia Zapata de 27 años, quien lleva cuatro años en el grupo. Describe su experiencia como una de mucha disciplina, y resalta que ha sido un aprendizaje no solo para ella sino para la sociedad que los considera incapaces. “Con nuestro arte podemos hacer grandes cosas, educar a la gente, y que no nos vean con pesar. Solo somos personas que aprendemos de formas diferentes”, reflexiona. “Aquí me siento respetada”.

Jóvenes del programa ‘Soy Músico’ durante un ensayo, en Medellín.
Jóvenes del programa ‘Soy Músico’ durante un ensayo, en Medellín.CHELO CAMACHO

Bajo la premisa de que las personas con diagnósticos como síndrome de down, autismo severo o discapacidad intelectual son capaces de destacarse en áreas diversas, nació Soy Músico. En 2016 las directivas de la Orquesta Filarmónica de Medellín (Filarmed) notaron que la cultura, en particular la música filarmónica, estaba siendo inaccesible para cierto tipo de población en la capital de Antioquia. De cuatro millones de personas en la ciudad, de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), para 2022 alrededor de 123.628 tenían algún tipo de discapacidad.

Ante ese panorama, la Filarmed se propuso generar condiciones para superar las barreras de acceso a la formación musical. “Queremos cambiar la idea de que son incapaces, si no que tienen otro tipo de capacidades”, sostiene María Catalina Prieto, directora de la Orquesta.

Una joven toca el violín durante un ensayo del programa 'Soy Músico’ de la Orquesta Filarmónica de Medellín.
Una joven toca el violín durante un ensayo del programa 'Soy Músico’ de la Orquesta Filarmónica de Medellín.CHELO CAMACHO

Soy Músico consiste en que los jóvenes puedan adquirir conocimientos musicales amplios, como la composición y el estudio de diversos instrumentos sinfónicos. El proyecto está divido actualmente en tres fases. Por un lado, la fase Proyección, para quienes llevan más de cuatro años. Raquel, Claudia y Juan David, por su disciplina y progreso, ya hacen parte de esta etapa donde se les asigna una mayor carga semanal, y son quienes anualmente se presentan con la Orquesta Filarmónica de Medellín. Antes de llegar a esa etapa, los jóvenes pasan por un grupo base de cuatro horas semanales de intensidad o tienen la posibilidad de asistir a ensayos abiertos que están dirigidos a personas con todo tipo de discapacidad, no solo con neurodivergencia cognitiva.

“Aquí nos sentimos respetados”

Suena “Perla negra”, parte de la banda sonora de la película Los Piratas del Caribe compuesta por Hans Zimmer. Al lado derecho de Manuel López, hasta hace poco director asociado, está Kelly, una joven próxima a sus veinte. Ella toca magistralmente cada una de las partituras que se aprendió de memoria gracias a una musicografía en braille. Cerca está Raquel, a quien su madre Beatriz observa desde lejos. Avanza el concierto y la mirada de la mujer se pone vidriosa, se hincha de orgullo. El concierto es como una danza perfectamente ejecutada, y la empleada del aseo baila a las afueras, con el ritmo de la sinfónica, la canción Carnavaleando de Marta Gómez. La escena enchina la piel.

Juanita Eslava, profesora en el proyecto, cree que la importancia de Soy Músico no solo está relacionado con el poder terapéutico de la música para cada uno, sino para el conjunto, por la integración orgánica que ocurre entre los jóvenes. “Si una persona sostiene el pulso, y otra puede hacer subdivisión, eso es una orquesta. Mientras unos hacen negras, otros redondas y otros trabajan en fases rítmicas más elaboradas. Por eso el diagnóstico no es relevante. La música es interhemisférica. Si alguien no puede rítmicamente, lo puede melódicamente. La música es bonita porque integra a nivel cerebral”, explica. “Aquí los respetamos y eso hace que quieran continuar. No solo respetados por los profesores, sino por el director, la orquesta en su conjunto. Se ha convertido en un proceso clave de reconocimiento”, añade.

Juanita Eslava, en Medellín, el 14 de agosto de 2024.
Juanita Eslava, en Medellín, el 14 de agosto de 2024.CHELO CAMACHO

En esa sensación de respeto coinciden varios de los jóvenes entrevistados, y así lo resalta la madre de Raquel, quien ha impulsado en su hija cualquier interés que ha tenido desde que era una niña, pese a lo que otras personas piensan sobre una persona con síndrome de Down. Su hija se ha destacado en teatro, deporte, música y actualmente está actuando para una película. Desde que su hija nació, ella y su esposo han estudiado el diagnóstico de arriba a abajo, la han acompañado, la han impulsado y han visto los resultados de ese apoyo. “Raquel me ha enseñado de paciencia, de tranquilidad y de la sensibilidad por otros. Me siento orgullosa, ella es mi maestra”, concluye.

Eslava, la profesora, destaca cómo ese sostén familiar es decisivo para que la niñez con algún tipo de neurodivergencia cognitiva o diversidad funcional pueda desarrollarse plenamente. “Cuando uno nace el cerebro es inmaduro, está absorbiendo, así venga con un diagnóstico, pero dejemos de lado el diagnóstico. Fijémonos en la capacidad, sigue siendo un cerebro que absorbe información. Ahí está diferencia entre chicos que fueron estimulados tempranamente a unos que no. Entonces crean en ellos y van a ver la diferencia en el futuro”, sostiene la musicoterapeuta y asesora de programas sociales.

Raquel Córdoba, en Medellín, el 14 de agosto de 2024.
Raquel Córdoba, en Medellín, el 14 de agosto de 2024.CHELO CAMACHO

De la mano del proceso de formación musical vienen otras victorias. La complicidad entre compañeros es visible, una que se extiende a sus familias. Afuera de los ensayos, las madres y padres conversan, se han sentido menos solos en la batalla contra los prejuicios, y le han apostado a fortalecer el programa en Medellín. “Nuestra filosofía es aprender y dejar la buena práctica para que ojalá todas las organizaciones culturales de la ciudad, al menos, aprendan sobre temas de inclusión y accesibilidad”, sentencia Prieto, la directora de la Orquesta, quien está trabajando en tejer redes de aliados alrededor de Soy Músico.

Los anhelos de la madre de Raquel van en la misma línea. Beatriz desea que muchas jóvenes con neurodivergencias y capacidades diversas puedan encontrar su potencial, en la música o el arte. Y, al preguntarle si cambiaría su experiencia como madre de una niña con Síndrome de Down, sin dudarlo, responde tajantemente con una negativa. “Raquel es mi maestra”.


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Daniela Díaz
Es fotoperiodista colombiana, colaboradora en medios como NACLA, The Humanitarian y Al Jazeera, especializada en temas de género y construcción de paz.
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