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Germán Vargas Lleras
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Germán Vargas sería un buen presidente

Nadie puede negar el conocimiento del exvicepresidente de los problemas nacionales para desempeñarse en la Presidencia. La dificultad es que sus condiciones no son suficientes para conseguir el respaldo de las mayorías

German Vargas Lleras
German Vargas Lleras en Bogotá, Colombia, el 5 de febrero de 2018.Anadolu (Getty Images)

No todos los presidentes llegan lo suficientemente preparados al solio de Bolívar para ejercer el encargo de jefe de Estado. La Constitución de Colombia solo exige ser oriundo del país, ciudadano en ejercicio y mayor de 30 años. Los riesgos que se corren en la democracia actual por cuenta de la avanzada tecnología en las comunicaciones, el reinado de las redes sociales y en los sistemas de financiación de las campañas hace muy difícil el ejercicio de la política. Las mentiras fluyen como ríos, la manipulación de la publicidad hace muy oscura la acción democrática.

El publicista francés Jacques Séguéla, quien vino al país en 1988, dijo que la publicidad política es hecha de contrapiés y trampas. Había sido dos veces asesor del presidente de Francia y con la reelección de François Mitterrand fue considerado el publicista de la República Francesa. Estaba convencido de que era indispensable reglamentar la publicidad política para evitar que esta destruyera la democracia. El obstáculo es que nadie sabe cómo.

Ahora mismo Colombia ha iniciado una campaña presidencial muy temprano y suenan nombre de posibles candidatos. Pero, como lo afirmó recientemente la crónica política de El Espectador, la derecha no ha logrado capitalizar políticamente su fuerza ni el descontento de algunos colombianos frente a la Casa de Nariño. Entre los mencionados se equiparan a seis posibles aspirantes y, entre ellos, al exvicepresidente Germán Vargas Lleras, a quien nadie le puede negar su preparación y conocimiento de los problemas nacionales para desempeñarse con lujo en la Presidencia de la República. La dificultad es que sus excelsas condiciones no son suficientes para conseguir el respaldo de las mayorías. El camino es empedrado y a veces no hay carretera porque el invierno inclemente de la imagen destruye el acceso al poder.

Uno de los peores obstáculos del proselitismo es el descrédito de la política y en particular de los partidos. Lo más probable es que haya más candidatos por firmas de ciudadanos. El periodista Roberto Pombo, director del ameno programa radial Mis Preguntas, dice que los temas que menor interés despiertan entre sus oyentes son aquellos que tienen que ver con la política. Para tener éxito hay que despojarse de toda organización partidista existente, y el doctor Vargas Lleras es la cabeza visible de Cambio Radical, que para muchos no es ni cambio ni es radical, y esa paradoja hace posible que un gran presidente en potencia sea un mal candidato.

Por lo pronto no hay precandidatos que muestren suficiente sex appeal para convertirse en candidatos de verdad, aunque, claro está, hay unos mejor posicionados que otros, como Sergio Fajardo, Claudia López y Juan Manuel Galán por estar menos politizados. Para mí, el mejor sería el exvicepresidente Óscar Naranjo, pero él no quiere.

Depende mucho del cuándo y el cómo se lancen al agua los interesados para convencer al electorado. Lo que más vale sería la credibilidad de que son capaces (los que antes se conocían como estadistas) y no tanto de los programas. Entre menos compromisos con el electorado y con mostrarse seguros de sí mismos, más posibilidades del premio mayor.

Derecha, izquierda y centro son conceptos equívocos. La competencia es entre petrismo y antipetrismo, lo cual es una ventaja de los primeros sobre los segundos, pero es la realidad: hay petrismo de derecha y antipetrismo de izquierda. Como si fuera poco, el petrismo tiene otra ventaja sobre el antipetrismo: los primeros están unidos; los demás, no: están irremediablemente divididos. Y, una última recomendación, no cambien por ningún motivo a sus asesores de comunicación.


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