El Plan Nacional de Desarrollo se queda corto en las políticas para crear empleos verdes
El PND vuelca la estrategia a la formulación de una nueva política de trabajo digno y decente, principalmente en zonas rurales, pero sin conectarlo con los empleos verdes
El Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2022-2026, como instrumento clave para definir las políticas y estrategias que guiarán el desarrollo del país durante los próximos cuatro años, debe procurar la generación de empleos verdes como uno de los puntos importantes para lograr un desarrollo justo y económicamente neutro en carbono. Si bien se propone este objetivo a lo largo de los cinco ejes de transformación, el PND se quedó corto en la continuidad y fortalecimiento de políticas para la generación de este tipo de empleos, a pesar de que son una de las herramientas más importantes para llevar a cabo la transición justa hacia la descarbonización, al tiempo que se fomenta el crecimiento económico.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define los empleos verdes como empleos decentes que contribuyen a preservar y restaurar el medio ambiente, ya sea en los sectores tradicionales como la manufactura o la construcción, o en nuevos sectores emergentes como las energías renovables y la eficiencia energética. No sólo ayudan a mitigar el cambio climático, sino que también generan puestos de trabajo dignos, decentes y de calidad, mientras contribuyen a la inclusión social y a la reducción de la pobreza. En 2018 la Política de Crecimiento Verde (CONPES 3934) incluyó el concepto y definición de empleos verdes y fijó metas sobre su cuantificación y cierre de brechas entre la demanda laboral y la oferta educativa. La Misión de Bioeconomía, lanzada por el Gobierno anterior, es también un factor importante en la creación de incentivos para catalizar este tipo de empleos. Estos esfuerzos han sido complementados con acciones para promoverlos, como la implementación de programas de formación y capacitación en habilidades y conocimientos técnicos para trabajadores y empresarios en temas como energías renovables, eficiencia energética, agricultura sostenible y turismo sostenible; y la promoción de la investigación y desarrollo de tecnologías en bioeconomía, entre otras.
A pesar de contar con estas bases y avances, el actual PND 2022-2026 no prioriza como tal la generación de empleos verdes, sino que vuelca la estrategia a la formulación de una nueva política de trabajo digno y decente, principalmente en zonas rurales, pero sin conectarlo con los empleos verdes. En sus bases, sólo se mencionan aquellos relacionados con impulsar un programa piloto para las mujeres alrededor del cuidado y la recuperación de las cuencas hidrográficas y de bosques, y promover los empleos verdes de manera paritaria.
Ahora bien, el PND, tanto en sus bases como en el articulado, hoy cuenta con la sección Economía productiva a través de la reindustrialización y la bioeconomía, donde se menciona la intensificación en la investigación, desarrollo tecnológico e innovación en sectores como el agropecuario, forestal, pesquero, farmacéutico, textil, y turismo, y en su articulado, donde se menciona el desarrollo de la bioeconomía bajo la política de Ciencia, Tecnología e Innovación. A pesar de no mencionar directamente los empleos verdes, la bioeconomía es un marco habilitante para incentivarlos en la medida en que impulsa un segmento de la economía que busca fomentar la producción, utilización y conservación de los recursos biológicos para la generación de productos y servicios en todos los sectores. Es uno de los sectores más prometedores para la creación de empleos verdes con un potencial económico a escala mundial de $7,7 billones de dólares para 2030, según un estudio del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible.
Para que el PND y su implementación fortalezcan los marcos existentes de empleos verdes y bioeconomía, se requieren las siguientes acciones prioritarias:
Primero: los empleos nuevos que se generen por la política de trabajo digno y decente se deben concebir desde un principio como empleos verdes, para aportar a la transición justa y neutralidad de carbono ya sea a través de incentivos o programas, promoviendo la paridad de género. Entre estos, se debe tener en cuenta que la transición de los diferentes sectores requerirá continuar y reforzar los programas para ajustar las competencias y habilidades de los trabajadores, que deberán capacitarse para adaptarse a la nueva realidad del mercado laboral, que es donde se abrirán las mejores oportunidades en los próximos años. En esta materia, el sector privado, siendo conocedor de las nuevas competencias y habilidades requeridas, se vuelve un actor clave para dinamizar el desarrollo de capacidades.
En este mismo sentido, la continuidad de la política de empleos verdes y de la bioeconomía en este cuatrienio también se debe enmarcar en la Estrategia de Transición Justa de la Fuerza Laboral hacia la neutralidad de carbono, que será publicada por el Ministerio del Trabajo en 2023, para ser implementada en coordinación con los Ministerios sectoriales que tienen competencia en el tema como lo son los de Minas y Energía, Ambiente y Desarrollo Sostenible, y Agricultura y Desarrollo Rural.
Segundo: es necesario definir y cumplir metas específicas de generación de empleos verdes, desagregando por sectores y por tipo de población, adicional a lo ya mencionado en temas de género; y seguir actualizando las métricas frente a empleos verdes del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), ya que el último reporte data del 2021, e incluyendo la diferenciación de colocación de empleos verdes por género.
Tercero: se deben promover estrategias y programas para la creación de empleos verdes diferenciados para la población rural y urbana, reduciendo los altos índices de informalidad. Según un estudio recientemente publicado por la OIT sobre jóvenes indígenas y el potencial de empleos verdes en Colombia, este tipo de trabajos les permitiría ingresar al mercado laboral en condiciones de trabajo digno, y al mismo tiempo, conservar la naturaleza, respetando el uso del suelo de sus territorios, así como su cultura y su cosmovisión. Actualmente, de los jóvenes indígenas que trabajan, más del 50% ejercen sus labores por cuenta propia, y de estos, más del 80% se encuentran en el régimen subsidiado de salud y no cotizan a pensión. El estudio identifica la oportunidad de promover empleos verdes en esta población, relacionados con el turismo de naturaleza y cultural, policultivos alimentarios, energías renovables, educación ambiental y la fabricación de productos para la salud basados en saberes ancestrales, entre otros, que están ligados a la bioeconomía.
Finalmente, es preciso continuar la inversión en la investigación, innovación y desarrollo en áreas relacionadas con la bioeconomía, como la biotecnología y su aplicación en la producción de alimentos, acuicultura, transformación de productos naturales, producción de energía renovable, entre otros sectores, con el fin de contribuir a la meta de bioeconomía del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de aportar un 10% al Producto Interno Bruto (PIB) del país y crear 2,5 millones de nuevos puestos de trabajo a 2030.
Aunque las estrategias y metas del PND no son específicas a los empleos verdes, sí dan pie para que en su implementación y reglamentación se puedan establecer políticas y regulaciones direccionadas para fomentar los empleos verdes y la bioeconomía, y fortalecer el trabajo que se venía realizando desde 2018. Es una oportunidad para el país que el Gobierno se asegure de integrar a los empleos verdes con las diferentes iniciativas que apuntan a la neutralidad de carbono y la transición justa, como el Plan de Transición Energética Justa y la Política de Transición Justa de la Fuerza Laboral.
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