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“Lo que vimos en Cartagena es una práctica racista que presenta a las mujeres negras como simples objetos decorativos”

La presencia de mujeres palenqueras en la inauguración de una tienda de vestidos de baño en el centro histórico ahonda los estereotipos ligados con la esclavitud y exacerba el racismo, señala la organización para la justicia racial ILEX

Sally Palomino
La marca de ropa Baobab, Cartagena
Una mujer posa de espaldas a un grupo mujeres palenqueras, en la apertura de una tienda de vestidos de baño en Cartagena.RR SS

Esta vez, la escena racista en Cartagena la protagonizó una marca de vestidos de baño. La apertura de una tienda en el centro histórico de la marca colombiana Baobab ha vuelto a evidenciar las prácticas discriminatorias en esa ciudad del Caribe. Las imágenes del evento, compartidas por las asistentes en sus redes sociales, las mostraban a ellas, vestidas de gala, caminando en medio de una calle de honor de mujeres negras vestidas de blanco, que las acompañaban hasta la puerta del local. Las palenqueras se quedaban por fuera.

A las mujeres palenqueras no las dejan entrar a muchas partes de Cartagena y, sin embargo, las usan como un símbolo. En el aeropuerto Rafael Núñez hay una imagen grandísima de una mujer palenquera para recibir a los turistas, pero ellas tienen prohibido su ingreso. Ni siquiera pueden estar en sus alrededores. Gladys Hernández dice por teléfono, desde San Basilio de Palenque, que la lucha de la población negra “se cae al piso” cada vez que se ven episodios como el de este y muchos otros fines de semana en Cartagena. En la ciudad preferida de la élite, y los quieren ser de élite, para la celebración de matrimonios es usual que como parte de los espectáculos de esas bodas incluyan algún performance con trasfondo esclavista, con presencia mujeres palenqueras.

“Las mujeres negras cargamos con el peso de la estigmatización y la exclusión. No se puede pretender comprar su dignidad por dos pesos. La mujer palenquera ha dado muchas luchas, pero no ha logrado un reconocimiento en la ciudad, se les agrede, se les persigue”, dice Hernández, que hace parte de la Asociación de mujeres palenqueras kasimba de sueños. Pone como ejemplo la desaparición de un monumento en honor a mujeres como ella, que fue removido de su lugar sin que les dieran una explicación. “Eso es una forma de agresión hacia todas las palenqueras”, dice Hernández. Cree que también fue violento lo que ocurrió en la inauguración de la tienda en el centro histórico. “Es un hecho que muestra las secuelas, no superadas, de la etapa esclavista y de los imaginarios de la gente que se cree blanca y piensa que tiene más derechos que una persona de piel oscura”.

La organización para la justicia racial, ILEX Acción Jurídica, señala en un pronunciamiento a este diario que aunque la participación de las mujeres negras en este tipo de eventos se podría argumentar con el propósito de resaltar la diversidad de las mujeres de la ciudad, en las imágenes que circulan en redes sociales “se puede observar que, siguiendo las dinámicas racistas del aparato colonial, las mujeres fueron excluidas del espacio, y sus vestuarios y danzas tradicionales fueron desprovistos de sus significados ancestrales y culturales, borrando así todos los procesos históricos de resistencia colectiva que estos representan para la población afro de Cartagena”.

“Lo que vimos en la ciudad este fin de semana es una práctica racista que, remitiendo a imaginarios esclavistas, desprovee de su humanidad a las mujeres negras, las reduce a estereotipos negativos, ligados a la esclavitud, y las presenta como simples objetos decorativos”, señala la organización, que pone la mirada en la vulnerabilidad que viven algunas de estas mujeres. “Estas actitudes de supervivencia, aunque pueden parecer serviles, responden a un sistema racista y estructural que impide a las mujeres negras acceder a empleos bien remunerados por medio de los cuales puedan garantizar una vida digna para sus familias. Hablamos entonces de formas de resistencia que les permiten a las mujeres negras operar en un mundo anti-negro, que les niega el acceso a oportunidades laborales y las deshumaniza tratándolas como adornos”.

Según el DANE, recuerda la organización, el desempleo de las mujeres afrocolombianas siempre ha sido superior al de las mujeres sin etnicidad. “Las trabajadoras afrodescendientes tienen una presencia desproporcionada en empleos informales y en aquellos que requieren un nivel bajo de cualificación”, señala ILEX. “Las mujeres negras tienen mayor dificultad para alcanzar puestos de trabajo bien remunerados o desarrollar trayectorias laborales estables en Colombia. Este es un trabajo que realizan las mujeres negras en Cartagena, sobre todo bailarinas y artistas que prestan estos servicios como forma de lograr sustento ante la falta de oportunidades de empleo formal que ofrece el sector turístico para las mujeres afrodescendientes en la ciudad”, agrega la organización.

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El racismo en Colombia se ha hecho especialmente evidente con la llegada de Francia Márquez a la Vicepresidencia. “Desde que estoy en el poder recibo mensajes racistas todos los días”, decía ayer en una entrevista al diario El Mundo. Los cuestionamientos sobre la casa en la que vive o sus viajes en helicópteros, por seguridad después de un atentado en carretera, han sido racistas y clasistas, ha denunciado ella misma. “He visto a veces con la rabia que me miran, incluyendo muchos dentro del mismo Gobierno”, decía la semana pasada en un mensaje en el que daba explicaciones sobre su vida privada, tras ser hostigada por la oposición, que cuestionaba su presencia en un barrio de ricos de Cali, en el que pasaba unos días.

El racismo en Colombia se denuncia desde lo que le ocurre a la Vicepresidencia hasta lo que viven las mujeres palenqueras. Los grupos de poder “promueven imaginarios racistas coloniales, perpetuando así su exclusión de los espacios elitizados y gentrificados de Cartagena”, señala ILEX sobre casos como el que ocurrió este fin de semana. “En medio de este debate, es importante preguntarnos cuáles son las condiciones laborales que el ecosistema turístico de Cartagena ofrece a las mujeres negras que trabajan como palenqueras o bailarinas en este tipo de eventos. ¿Están siendo retribuidas de manera justa por participar en estas actividades? El gobierno local y nacional debe avanzar hacia la implementación de políticas públicas que mejoren la situación laboral de las mujeres negras en ciudades como Cartagena, en especial de aquellas que trabajan en la informalidad”.

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Sobre la firma

Sally Palomino
Redactora de EL PAÍS América desde Bogotá. Ha sido reportera de la revista 'Semana' en su formato digital y editora web del diario 'El Tiempo'. Su trabajo periodístico se ha concentrado en temas sobre violencia de género, conflicto armado y derechos humanos.

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