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Colombia decidió voluntariamente no apoyar la condena a Nicaragua

Fue el único país miembro de la OEA que no apoyó una resolución de condena por violaciones a los derechos humanos. Lo explican la alineación ideológica o los intereses colombianos en el Caribe

Juan Esteban Lewin
Álvaro Leyva sobre relación Colombia Nicaragua
El ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Álvaro Leyva.Felipe Caicedo

La Cancillería colombiana decidió no asistir a la reunión del 12 de agosto del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), en la que se iba a votar una resolución de condena al Gobierno de Nicaragua que, encabezado por Daniel Ortega, ha perseguido a la prensa, encarcelado opositores y en general irrespetado la democracia y los derechos humanos. Noticas Caracol reveló que eso, que inicialmente se interpretó como un desliz por el cambio de embajadores ante la institución en los primeros días del Gobierno de Gustavo Petro, fue una decisión voluntaria, que ha quedado refrendada en que en los días que han pasado desde entonces Colombia tampoco ha manifestado su apoyo a la resolución.

El ministro de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva, tiene una larga trayectoria en negociaciones de paz, no en diplomacia. Justamente ha dedicado buena parte de sus primeros días a asuntos de paz, y el día anterior a la reunión de la OEA llegó a Cuba para reconocer el apoyo de esa isla a diferentes procesos de paz de Colombia y para allanar el camino a nuevas negociaciones con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). El día de la reunión de la OEA, en otro evento en La Habana, Leyva acompañó al Consejero de Paz de Petro, Danilo Rueda, en su declaración en la que reconocía a los voceros del ELN.

Como Canciller también salió a defender al exguerrillero Jesús Santrich. En una ceremonia diplomática con el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, dijo que Santrich fue objeto de una trampa y luego asesinado. Como uno de los comandantes de las FARC, el exguerrillero firmó el Acuerdo de La Habana de 2016. Ya desmovilizado, se conoció un vídeo en el que aparentemente estaba negociando un envío de cocaína a Estados Unidos, en una operación polémica por un posible “entrampamiento” en el que la DEA y el Fiscal General del momento habrían intentado sabotear la implementación del Acuerdo. Luego fue encarcelado, la justicia transicional decidió no extraditarlo a Estados Unidos, una vez liberado se ocultó, retomó las armas y murió en Venezuela en 2021.

Que el Canciller haya dicho incluso que fue asesinado es algo que puede ayudar a crear confianza en quienes busquen negociar con el Gobierno de Petro como parte de su política de “paz total”, pero también muestra que el encargado de las relaciones internacionales tiene buena parte de su atención puesta en cuestiones internas del país, y especialmente en la política de paz.

Mientras tanto, Petro fue uno de los cuatro presidentes de izquierda que firman una carta en la que apoyan a Cristina Fernández de Kirchner, vicepresidenta de Argentina, ante un proceso penal por presunta corrupción, sino que acusan a la justicia de ese país de buscar “apartarle de vida política” y de estar ejecutando una “injustificable persecución” contra la expresidenta, que ha dicho que no es solo contra ella sino contra todo el peronismo.

La firma de esa carta, más la abstención en la OEA contra el régimen de izquierdas de Ortega, he llevado a que la oposición de derecha acuse a Petro de estar adelantando una política exterior ideologizada y alineada con la izquierda más dura de América Latina.

Petro ha intentado escudarse de esa acusación, que empata y puede reavivar el miedo de que convierta a Colombia en Venezuela, alineándose con una izquierda más moderna, más amigable a los negocios. Eso se notó, por ejemplo, en la visita a Bogotá del presidente español, Pedro Sánchez; en el nombramiento de su ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo; o en sus palabras en su primer gran encuentro con empresarios. Es decir, un Petro más moderado o pragmático que ideologizado.

De hecho, la otra versión de las motivaciones para no votar contra Nicaragua es que era una mirada realista en las relaciones exteriores. Como explicó Sandra Borda, profesora y experta en relaciones exteriores, en una columna, sería una estrategia para congraciarse con el país centroamericano, con el que sigue abierta la implementación del fallo de la Corte de La Haya de abril pasado. En el mismo sentido, esta mañana el periodista Daniel Coronell explicó que lo que busca la Cancillería es “conciliar con Nicaragua para llegar a un arreglo bilateral que permita a los pescadores raizales de San Andrés seguir trabajando”.

“Eso no va a funcionar” dice Borda a EL PAÍS. “Nicaragua no va a ceder porque sabe que tiene opciones de ganar y Colombia va a quedar en una posición extraña, porque siempre ha defendido fuertemente la carta democrática”.

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Sobre la firma

Juan Esteban Lewin
Es jefe de Redacción de la edición América Colombia, en Bogotá.

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