Triple sacrificio de Judit Polgar
La húngara se lanza a degüello y firma una obra maestra del valor relativo de las piezas
Al igual que los ciegos de nacimiento o sobrevenidos imaginan el mundo de modos diferentes, aprender a jugar al ajedrez desde muy pequeño suele otorgar dos grandes ventajas, conectadas entre sí: gran capacidad para jugar a ciegas y una comprensión muy profunda del juego combinativo y del valor relativo de las piezas.
Judit Polgar, cuyo excelso talento y brillantísima carrera ya fueron glosadas en esta colección, aprendió a mover las piezas hacia los 3 años en una familia donde el ajedrez era una seña de identidad y un elemento educativo importante para las tres hermanas. Y empezó a jugar torneos a los 6. Resolver posiciones tácticas fue algo que hizo durante varias horas cada día desde niña. Saber eso ayuda a entender esta espléndida partida, tan bella como espectacular e instructiva.
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