Carlsen, desmejorado, empata sin brillo
El campeón da la impresión de ganar tiempo en la quinta partida del Mundial de ajedrez para contrarrestar la sorprendente estrategia de Niepómniashi
Quinto empate consecutivo -y bastante aburrido para la gran mayoría de los aficionados- entre dos gladiadores frustrados. Magnus Carlsen, porque esperaba a un retador agresivo y amante del riesgo, y se ha encontrado con una roca. Ian Niepómniashi, porque sus asesores le han convencido para no jugar como siempre ha hecho, con el fin de minar la confianza del campeón. Objetivamente, la situación favorece al noruego, quien, tras el descanso del jueves (cincuentenario del nacimiento de Emiratos Árabes Unidos) tendrá la iniciativa de las piezas blancas en dos de las tres partidas siguientes. El Mundial se disputa en la Expo de Dubái al mejor de catorce asaltos con dos millones de euros en premios.
¿Quién dice que el ajedrez es aburrido? es el título de un libro (Editorial Espasa) presentado el martes en el pabellón de España por dos populares comentaristas de la plataforma Chess24, David Martínez (El Divis) y Pepe Cuenca. Ciertamente, hay muchísimos motivos sólidos para convencer a cualquiera de que el ajedrez es apasionante casi siempre. Ahora bien, si nos ceñimos a las tres últimas finales del Campeonato del Mundo (Carlsen-Kariakin, Nueva York 2016; Carlsen-Caruana, Londres 2018; y los cinco asaltos disputados hasta ahora en Dubái), solo dos de las 29 partidas sumadas terminaron con una victoria (Carlsen ganó los dos duelos anteriores en el desempate rápido). Y buena parte de los 27 empates fueron realmente aburridos para quien carezca de un alto nivel técnico.
Lo más curioso es que los propios finalistas proyectan una imagen de incomodidad con la situación. Carlsen fue muy claro al respecto: “En la partida de hoy no he hecho una sola jugada activa. Soy muy consciente de que a veces debes actuar así, y más aún frente a un rival tan fuerte como Ian, pero no es el ajedrez que me gusta”. Niepómniashi (esta grafía refleja mejor la pronunciación en ruso que Niepómniachi) reconoció que estaba “contrariado” por no haber podido traducir su presión durante cuatro horas en victoria. Y quitó la nalga de la jeringa cuando le preguntaron sobre su cambio de estilo: “Bueno, cada uno es libre de opinar si he cambiado o no de estilo. Intento hacer buenas jugadas, para que mi rival sienta la presión y cometa errores. Si juego bien, seguro que tengo oportunidades”.
Carlsen apareció este miércoles en el escenario con sus ojeras más marcadas de lo normal, jugó mas lento de lo habitual en él y transmitió casi toda la tarde la sensación de estar incómodo o desganado. La opinión mayoritaria entre los expertos en la sala de prensa es que su equipo de analistas trabaja día y noche -y quizá él también, por las ojeras- para preparar armas venenosas en las partidas que iniciará con blancas el viernes y el domingo. Preguntado por el momento en que la serie de empates empezará a ponerle muy nervioso, el escandinavo contestó muy rápido: “Es cierto que eso puede ocurrir, pero aún no hemos llegado al Rubicón”.
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