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Editorial:

Discurso del disparate

Discurso del disparate. ES DIFÍCIL no recurrir al humor negro cuando el disparate se apodera de la vida política. A algunos sólo les falta ya pedir el encarcelamiento de Belloch y su sustitución por Roldán. Poreso es especialmente importante separar los hechos de los ruidos en estas situaciones. Vayamos primero a los datos incontrovertidos que hoy tenemos. Son pocos, pero importantes: el antiguo director general de la Guarcia Civil está en la cárcel por orden judicial; el proceso abierto contra él sigue su curso; la juez no está sometida a ninguna limitación externa en la instrucción del sumario, una vez que el Ministerio de Justicia de Laos la negado la autoría del documento esgrimido por Roldán sobre una supuesta extradición adiministrativa. Al menos debe servir para acallar a cuantos hace sólo unas semanas aún vociferaban por la complicidad del Gobierno en su fuga, su nulo interés por la captura e incluso, los más temerarios, que nunca faltan, por haberlo hecho desaparecer del mundo de los vivos.Una vez sentado esto, tampoco el Gobierno puede obviar la cadena de torpezas, chapuzas insólitas y clamorosos errores políticos que han rodeado la última fase de la operación. Gran parte se podría haber evitado con una explicación clara de los hechos a la opinión pública, aunque ello hubiera podido impedir algunas de las fanfarrias que se hicieron sonar el primer día. Así se hubiera evitado al menos que lo que un día era brillante éxito policial se cargará de sospechas de pacto al siguiente, para llegar finalmente a un enredo de engaños en la última versión, aún no definitivamente esclarecida de los hechos. Pero incluso si el guionista de la farsa resultara ser el propio Roldán, como algunos creen, estaríamos ante el caso del burlador burlado, porque finalmente es él quien está donde debe: en la cárcel. Eso sí: de paso ha conseguido desprestigiar un poco más a algunas instituciones españolas.

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