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Rajoy, de viaje en Brasil, elude responder ante la grave crisis de corrupción del PP

Preocupación en la dirección popular ante el malestar por el resurgimiento de la corrupción

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, este lunes en Brasilia.Foto: atlas | Vídeo: AFP / Atlas
Javier Casqueiro

Resurge con fuerza la corrupción en el seno nuclear del PP, con increpaciones otra vez en la calle a sus dirigentes y con algunos de ellos sin saber cómo aclarar los emoticonos de desconcierto y estupefacción sobre los últimos casos que se envían en sus chats familiares. Pero Mariano Rajoy sigue callado, refugiado en su perfil institucional, con constantes viajes por el extranjero o inauguraciones. Ayer, en Brasil, compareció con el presidente Michel Temer y no aceptó preguntas.

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Sabía lo que le esperaba. Un bombardeo. Esa salida hacia adelante, con múltiples desplazamientos internacionales, pasmoso silencio ante los problemas internos y discursos sobre la importancia de mantener el ritmo de crecimiento y creación de empleo del país, es por ahora la única estrategia o plan b a seguir ante el marasmo de escándalos y corrupción que asolan de nuevo al partido que preside Rajoy desde 2003.

Mariano Rajoy y Javier Arenas son los únicos miembros de la dirección nacional del PP presentes ya en el organigrama del partido desde antes de 2008, cuando saltó el caso Gürtel, que siguen ahora en su renovada cúpula. Rajoy no asistió ayer al comité de dirección, por el motivo del viaje a Latinoamérica, y Arenas se ha convertido a falta de otros referentes en el consultor particular de las nuevas hornadas que han irrumpido en el poder popular en estos años. Esos dirigentes más jóvenes estaban ayer desolados, "indignados y avergonzados", como resumió con estupor y en público Pablo Casado, el portavoz oficial.

Los jóvenes vicesecretarios nacionales del PP, Casado, Javier Maroto, Andrea Levy y hasta Fernando Martínez Maillo, la conexión generacional con la vieja guardia, se conjuran entre ellos en privado para contener su rabia. Constatan que incluso en estos dos últimos años, desde que fueron nombrados para dar otra pátina de modernidad a la cúpula popular, han acudido a múltiples tertulias, platós de televisión y ruedas de prensa a partirse la cara por la honradez y la regeneración del PP mientras algunos históricos altos cargos, como el propio Ignacio González o Rodrigo Rato, seguían a manos llenas con sus maniobras de enriquecimiento personal y sus sucias operaciones financieras.

No dan crédito a la torpeza de esos descarados dirigentes, que han copado durante lustros la cabina de mando del PP junto a Rajoy y José María Aznar, y tampoco soportan que los supuestos últimos esfuerzos para renovar y limpiar esas cloacas no hayan servido en la práctica para casi nada.

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En la dirección del PP hay desilución, cansancio y desconcierto y en el entorno de Rajoy en La Moncloa, sobre todo impotencia. “¿Qué más podemos hacer?, responden cuando se les pregunta si hay algun plan en marcha para afrontar este repunte de una corrupción que lo tapa casi todo. “Pues seguir adelante, trabajar, gestionar y preocuparnos por los problemas reales de los españoles”, replican en tono más especulativo que firme sobre las soluciones que se ensayan. Rajoy viaja por Brasil y Uruguay y luego se irá a Bruselas y China mientras se preparan nuevos periplos. Su obsesión ahora, ante este rebrote primaveral de la corrupción en sus proximidades, es dar apariencia de normalidad.

En la dirección del PP, por su parte, padecen una mezcla de falta de información fiable y algo de dejación por la manera de gestionar estos asuntos del líder. El caso de la la dimisión de Esperanza Aguirre volvió a ser sintomático. No es solo que la exportavoz municipal y exlideresa regional explicitase su desprecio por Cristina Cifuentes, su sucesora y nueva presidenta regional, evitando comunicarle nada ni durante estos últimos días ni ayer antes de esta su última retirada.

A la dirección nacional del PP llamó su actual número dos, Íñigo Henríguez de Luna, una hora antes, para comunicárselo al coordinador general, Fernando Martínez Maillo. Casi comparecía aún en el PP su portavoz oficial, Pablo Casado, sin poder siquiera contar si Aguirre había hablado o no con alguien de relevancia y reclamándole indirectamente, con más voluntarismo que autoridad, que volviera a asumir su responsabilidad “in vigilando” como hizo en anteriores espantadas. Aguirre ya tenía redactada su declaración y casi había convocado a los medios y en Génova 13 no sabían nada.

El PP se encomienda ahora a que el asunto amaine, que disminuya de nuevo y más el paro, que este verano se supere el récord de turistas, que resurjan los problemas en otros partidos y sobre todo en el PSOE con sus primarias. Y también que Ciudadanos y el PNV sepan desligar, como reclamó ayer Casado, “los problemas de un grupo de personas” exmilitantes populares de “la gobernabilidad y estabilidad” de España.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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