Esperanza Aguirre convierte el juicio de la Gürtel en una defensa de sus éxitos políticos
La expresidenta madrileña se desvincula de los contratos con la red de Correa para sus actos de propaganda
Esperanza Aguirre atraviesa, sin duda, las horas más bajas en sus 35 años de carrera política. La detención, este miércoles, de Ignacio González, su mano derecha y sucesor en la presidencia de la Comunidad de Madrid, por el caso Lezo de corrupción, ha triturado el resto de prestigio que le quedaba tras el arresto, en octubre de 2014, de su mano izquierda, el exconsejero Francisco Granados, por el caso Púnica. Ambas investigaciones –la primera incipiente, la segunda ya avanzada- indagan, entre otros aspectos, en la financiación irregular del partido en Madrid durante sus años al frente de la formación. Aun así, este jueves, Aguirre –aferrada al cargo de portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid- ha utilizado su declaración como testigo en el caso Gürtel en la Audiencia Nacional para sacar pecho de lo que considera sus éxitos de gestión.
Fuera de la sala, donde ha declarado durante más de dos horas, a la expresidenta le ha podido la tensión. Entre lágrimas, en medio de una nube de cámaras, Aguirre se ha echado a llorar por "el calvario" que, según ella va a pasar González si finalmente no son ciertas las acusaciones contra él. Aguirre ha afirmado que si su sucesor es culpable seria "una decepción" y "un palo" para ella.
Lagrimas por el "palo" de Ignacio González
Esperanza Aguirre no ha podido mantener fuera de la sala, ante los medios de comunicación, el tono sereno pero orgulloso que ha demostrado ante el tribunal de Gürtel. La expresidenta de la Comunidad de Madrid, ha lamentado, llorando la situación “lamentable” de su sucesor, Ignacio González, detenido ayer en la Operación Lezo.
“Para mí es un día verdaderamente triste, es un dia en que estoy conmocionada por la detención ayer de Ignacio González. Si es culpable, para mí, que he puesto mi confianza en él durante tantísimos años es un palo verdaderamente muy, muy, muy gordo. Y si no lo es, yo también estoy conmocionada por el calvario que está pasando, y el que le queda por pasar porque la justicia en España es muy lenta”.
Aguirre ha explicado que el fondo del caso Lezo tiene que ver con una adjudicación en Brasil del Canal de Isabel II ocurrida en 2013, después de su salida de la presidencia madrileña. “Quiero dejar muy claro que mientras yo fui presidenta, hasta el 17 de septiembre de 2012, nunca quise que ni el Canal ni el Metro estuvieran en concursos, adjudicaciones o contratos de empresas en el extranjero. Lo que se hiciera después de irme yo, no puedo hablar de ello”.
A lo largo de toda mi vida lo que he buscado es la mejor utilización del dinero del contribuyente, el servicio público y jamás nadie me ha podido acusar de haber hecho alguna cuestión incorrecta”, ha afirmado antes de que se le quebrara la voz y se le saltaran las lágrimas. Y continuó, ya entre sollozos: “Y por tanto para mí sería lo de Ignacio González muy lamentable”. Aguirre interrumpió su discurso y se fue sin contestar preguntas.
Ya sea por un tic de política profesional que aprovecha en su beneficio cualquier ocasión por incómoda que resulte –y una declaración judicial puede serlo mucho-, ya por un resto de orgullo, Aguirre se ha reivindicado a sí misma. Y lo ha hecho al mismo tiempo que se desvinculaba de los contratos con las empresas de Francisco Correa, cabecilla de la red Gürtel, para la celebración de 386 actos entre 2004 y 2008 a mayor gloria de su imagen política. “Inauguramos un colegio nuevo cada semana de esos años que estuve en la Comunidad, 50 kilómetros de metro con sus estaciones, ochenta centros de salud…”. El presidente del tribunal, Ángel Hurtado, ha detenido la retahíla de Aguirre cuando se adentraba en las guarderías y la reducción de la lista de espera en la sanidad.
La exministra de Educación y expresidenta del Senado, una presencia cada vez más incómoda para su propio partido, ha ido ganando en confianza a medida que transcurrían las preguntas y trazaba cortafuegos con la red Gürtel. La barrera fundamental la ha puesto con el jefe de la trama: “No sabía quién era Correa, jamás he hablado con él, ni le conocía”. La siguiente muralla, políticamente más complicada de levantar, ha sido con Alberto López Viejo, su viceconsejero de Presidencia, y encargado de contratar los actos de propaganda, que costaron a la Comunidad 6,48 millones de euros, y que reportaron a aquel unas comisiones ilegales de 448.000 euros.
A preguntas de la fiscal Concepción Nicolás, Aguirre ha despejado la pelota hacia arriba. “López Viejo se encargaba de actos en el Partido Popular nacional mucho antes de 2003 (…) No era persona de mi confianza”, ha afirmado. Según Aguirre, el exconsejero, uno de los múltiples colaboradores que le han salido rana, según su expresión, le “mintió” cuando surgieron las primeras informaciones –en marzo de 2005- sobre las empresas de la trama. “El artículo [de Interviú] que decía que personas afines al PP tenían adjudicaciones de gobiernos del PP, y se citaba la Comunidad de Madrid, a la empresa Easy Concept [de Correa] y a Alberto López Viejo. Llamé a Alberto y le pregunté si contratábamos con esa empresa. Él me dijo que muy al principio sí y que ya no, y me dio una retahíla de nombres de empresas. No me dijo toda la verdad, que era que todas las empresas eran del mismo dueño. Yo me quedé tranquila porque él me dijo que ya no se contrataba a esa empresa”.
Aguirre ha calificado de “falso” que para sus actos de propaganda exigiera la compra de un atril de metacrilato que costó 45.000 euros, y ha insistido en que ella no entraba en los aspectos “logísticos” de estas convocatorias. “El presupuesto de la Comunidad era de 20.000 millones de euros. De lo que las consejerías contrataban y no tenía que ir al consejo de Gobierno yo no tenía conocimiento”. En cualquier caso, Aguirre ha manifestado que ella no dio instrucciones de que se contratara con ninguna empresa y ha admitido que quizá los actos tuvieron un precio excesivo. “Que se cobró en exceso, que es lo que interesa al tribunal, no digo yo que no”, dijo.
El segundo bloque de su testifical tuvo que ver con las maniobras a finales de 2004 para expulsar al entonces alcalde de Majadahonda y acusado, Guillermo Ortega, y por las que Esperanza Aguirre ha reivindicado que fue precisamente ella quien “destapó la Gürtel”. Aguirre ha recordado que en esas fechas se reunió en el despacho de Mariano Rajoy –presidente del PP- con el tesorero Álvaro Lapuerta, quien le expuso que Ortega y el alcalde de Arganda, Ginés López –imputado en otra pieza de Gürtel- pretendían vender grandes parcelas de suelo público con un precio fijo y no mediante subasta, lo que, según ella, causaría un perjuicio a las arcas municipales.
En el caso de Arganda, la operación de venta ya no tenía vuelta atrás, pero en Majadahonda, 12 de los 15 concejales del PP estaban en contra de la enajenación de las parcelas a precio fijo. “Le dije a Ortega que había perdido la confianza de los concejales y que no veía que pudiera sacar el asunto y presentó la dimisión (…). La diferencia entre el precio de ortega y el precio ponderando fue de nada menos que 60 millones de euros”, recordó Aguirre.
La expresidenta del PP madrileño manifestó que los dos concejales de Ortega favorables a la operación –Juan José Moreno y José Luis Peñas- montaron un partido político que se dedicó, desde fuera del consistorio, a pleitear contra la venta de suelo mediante subasta, y que era Correa, interesado en esa operación, el que pagaba abogados y costas. “Cuando dejó de pagar Correa, comenzaron a grabarle y con eso fueron a la fiscalía, y de ahí que yo dijera que destapé la trama Gürtel sin saber que lo hacía”, ha explicado Aguirre.
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