Arnaldo Otegi y su transición de la vía terrorista a la pacífica
Líder de la izquierda 'abertzale', sus correligionarios le consideran un "hombre de paz"
Arnaldo Otegi es el líder indiscutible de la izquierda abertzale, su principal referente político durante las dos últimas décadas y el dirigente al que sus correligionarios recibirán ahora, tras salir de la cárcel, como un "hombre de paz" encargado de poner orden en sus filas, recuperar el terreno electoral perdido y ganar adeptos a la causa independentista a través de vías exclusivamente políticas y pacíficas.
Otegi se presenta a sí mismo como "un político de ideología independentista vasca y marxista". También destaca que fue portavoz de Batasuna y exparlamentario vasco; dice haber estado preso "por intentar reorganizar la izquierda abertzale". Esta es su escueta tarjeta de presentación, escrita en cuatro idiomas en su página web. Un repaso más exhaustivo de su trayectoria ofrece una visión más compleja.
Nacido en julio de 1958 en Elgoibar (Gipuzkoa), Otegi ha logrado eclipsar a otros históricos de su organización tras protagonizar los principales intentos por alcanzar un acuerdo político que permitiera acabar con el terrorismo de ETA, algo que se produjo en octubre de 2011, estando él en prisión. Solo cuatro meses después de hacerse público el comunicado de la banda en el que declaraba el fin de su actividad armada, Otegi había declarado ante la Audiencia Nacional que "la violencia de ETA sobra y estorba".
La trayectoria de Otegi comenzó mucho antes. En 1977, con 19 años, ingresó en ETA político-militar y, tras la disolución de esta rama, dio el salto a ETA militar en 1981. Ingresó por primera en prisión en 1987 para cumplir una condena de seis años por participar en el secuestro del industrial Luis Abaitua, aunque quedó en libertad en 1990 tras cumplir la mitad de la pena. También fue juzgado acusado de intervenir en los secuestros de Javier Rupérez y Gabriel Cisneros, ambos de la UCD, pero fue absuelto por falta de pruebas.
Su llegada a la política no llegó hasta 1995, cuando tomó el acta de parlamentario vasco por Herri Batasuna (HB) en sustitución de Belén Arrondo (condenada por colaborar con ETA). Dos años después se convirtió en el portavoz de HB cuando la Mesa Nacional al completo fue encarcelada por difundir un vídeo de la banda terrorista. Fue ganando notoriedad en la escena política vasca al mismo tiempo que la izquierda abertzale lograba en 1998 sus mejores resultados en unas elecciones vascas y comenzaba a gestar su papel como ideólogo e interlocutor en los intentos de acabar con el "conflicto vasco".
En los años en que fue conocido como el "Gerry Adams vasco" —más adelante también como el "Mandela vasco"—, Otegi fue parte decisiva en el Pacto de Estella que suscribieron las formaciones nacionalistas (PNV y EA incluidos), que desembocó en la tregua "incondicional e indefinida" de ETA, a la que puso fin en noviembre de 1999 y que le acarreó críticas desde todos los ámbitos por su "sumisión" a los dictados de la cúpula terrorista. De ahí surgió la escisión en la izquierda abertzale que dio lugar al nacimiento de Aralar, los críticos liderados por Patxi Zabaleta, descontentos con la estrategia de no condenar los atentados.
Ya con Batasuna ilegalizada en 2003, en aplicación de la Ley de Partidos con el Gobierno de Aznar, Otegi se presentó en 2004 ante un velódromo de Anoeta abarrotado de fieles, rama de olivo en mano, con una propuesta de paz que pasaba por establecer dos mesas de diálogo, una política entre los partidos y otra entre el Gobierno y ETA para acordar el fin de las armas y resolver el problema de los presos. Mientras tanto, el líder independentista estaba explorando otra vía con sus reuniones secretas con Jesús Eguiguren, entonces presidente de los socialistas vascos, para abrir un proceso de paz que tomó cuerpo con la declaración de "alto el fuego permanente" que decretó ETA en marzo de 2006.
Pero las esperanzas de Otegi, conocedor de las conversaciones que ETA estaba manteniendo con el Gobierno de Zapatero, se vinieron abajo con el atentado del 30 de diciembre de 2006 en la T4 del aeropuerto de Barajas, estando aún vigente el alto el fuego que la banda no levantó oficialmente hasta el 5 de junio de 2007, tres días después de que Otegi fuese encarcelado para cumplir una condena de 14 meses por enaltecimiento del terrorismo.
El último intento por dar un giro completo a la situación de violencia se frustró con su encarcelamiento en octubre de 2009, cuando fue arrestado junto a otros miembros de la izquierda abertzale, entre ellos el líder del sindicato LAB, Rafa Díez Usabiaga, por tratar de reconstruir la ilegalizada Batasuna siguiendo las órdenes de ETA, lo que se ha conocido como el caso Bateragune que le ha mantenido recluido hasta marzo de 2016.
En ese momento, la izquierda abertzale que dirigía Otegi tenía previsto dar a conocer un proceso de debate interno, recogido en el documento Zutik Euskal Herria (De pie Euskal Herria), en el que abogaba por el uso de la "vías exclusivamente políticas y pacíficas".
Esa estrategia fue confirmada posteriormente por el propio Otegi cuando compareció ante de la Audiencia Nacional y, más adelante, puso negro sobre blanco en su libro El tiempo de las luces (2012). Ante el tribunal declaró lo siguiente: "La violencia de ETA sobra y estorba"; "La vuelta de ETA a la violencia sería un suicidio político para la izquierda abertzale"; "La utilización de la violencia, lejos de solucionar los problemas, los enquista y los hace todavía más difíciles". Pocos meses después de pronunciar estas palabras, en octubre de 2011, ETA declaró el "cese definitivo" de su actividad terrorista.
Para reforzar esta línea, Otegi abogó en su libro por la disolución de las estructuras terroristas de la banda y confesó que "si he añadido dolor [a las víctimas], lo siento de corazón".
Durante sus últimos años en prisión, Otegi se ha decantado por renovar el modelo organizativo de la izquierda abertzale y cambiar su cultura política, cuestiones que ahora mismo están siendo discutidas en el proceso de debate que ha abierto la coalición soberanista. La actual dirección no tiene dudas de que será el próximo candidato de EH Bildu a lehendakari.
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