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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Pactos tengas y los ganes

Democracia no es el gobierno del partido más votado, es el gobierno de quien ostente la mayoría de escaños

Fernando Vallespín

Democracia no es el gobierno del partido más votado, es el gobierno de quien ostente la mayoría de escaños. Y si no hay ningún partido que haya alcanzado dicha mayoría en el parlamento, todos ellos deberán esforzarse por conseguirla. Algo tan simple deviene, sin embargo, en una actividad sumamente compleja cuando, como es nuestro caso, no hay una tradición que la sustente en el nivel nacional. Todo pacto se ve así como una pérdida, una concesión poco menos que inaceptable, y todos los partidos se blindan frente a los demás con solemnes líneas rojas. Nuestro compromiso es con nuestros electores, dicen; como si los otros no tuvieran también los suyos, o como si quien acabe gobernando no debiera pensar en todos los ciudadanos, sino sólo en quienes le han votado.

En otros lugares con mayor tradición democrática la gobernabilidad se suele anteponer a los intereses de los partidos; no porque estos sean menos sectarios o carezcan de los defectos de los nuestros. La causa de estas actitudes que facilitan el compromiso suele residir en la constatación de que eso es, precisamente, lo que desean los ciudadanos. Y aquí no tiene por qué ser diferente. Es más, en un país como el nuestro es donde debería ser más urgente dada la importancia y el volumen de los problemas pendientes: Cataluña, los efectos de la crisis aún sin resolver, las necesarias medidas de regeneración política. Muchos de ellos nos abocarán, además, a una más que probable reforma constitucional, algo que exigirá consensos mucho más difíciles de conseguir de lo que, en principio, sería necesario para sostener un gobierno de coalición o con apoyos parlamentarios estables. Si no somos capaces de formar gobierno, ¿vamos a ser capaces de reformar la Constitución?

Me temo que ese consenso tampoco podría alcanzarse después de unas nuevas elecciones, así que, ¿por qué no empezar desde ya? La gran ventaja de esta situación, por tanto, es que puede ir lubricando los procesos de comunicación entre los partidos. El pacto relativo a la instauración de un gobierno sería el primer paso en la dirección de alcanzar después acuerdos más amplios con otras fuerzas. Podría limitarse al establecimiento de algunos principios mínimos en la gestión de la política corriente mientras la comisión de reforma constitucional vaya avanzando en un proceso de reformas más ambiciosas.

Esto es, desde luego, incompatible con los cierres frentistas o, a mi juicio, con un gobierno liderado por Rajoy, cuyas actitudes anteriores han ido hasta ahora en la dirección contraria de lo que aquí presentamos como deseable. Pero eso no tiene por qué afectar a su partido. En todo caso, al final acabaremos evaluando a todos y cada uno de los grupos a partir de una fórmula en la que su sacrificio por el interés general predomine sobre sus intereses coyunturales.

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Sobre la firma

Fernando Vallespín
Es Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

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