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El folclore se acabó en el banquillo

Arranca el juicio contra Isabel Pantoja y el exalcalde marbellí Julián Muñoz La defensa de la tonadillera pide la “nulidad radical” del caso de blanqueo

Fernando J. Pérez
Isabel Pantoja, tercera por la izquierda, y Julián Muñoz, primero por la derecha, ayer en el banquillo de los acusados.
Isabel Pantoja, tercera por la izquierda, y Julián Muñoz, primero por la derecha, ayer en el banquillo de los acusados.GARCÍA-SANTOS

José, de 32 años y panadero de Teba (Málaga), se levantó ayer a las tres de la madrugada y, con cuatro amigos de su pueblo, se plantó a primera hora en las puertas de la Ciudad de la Justicia de la capital malagueña. Quería llegar antes que nadie a recibir a la cantante Isabel Pantoja el día en que se enfrentaba a su juicio por blanqueo de capitales derivado del caso Malaya de corrupción en Marbella. “Quiero apoyar en todo lo que pueda a esta gran artista y señora en este momento tan malo para ella”, afirmaba.

Pertrechados con un cartel con fotos de la tonadillera y estampitas de la virgen del Rocío —“para que le dé suerte”—, José y sus amigos fueron casi los únicos fans que presenciaron la entrada de la cantante en los juzgados. A las 8.38, un Mercedes gris metalizado con chófer se paraba delante de la sede judicial y de él descendía la artista, vestida de beis, muy delgada y con una leve sonrisa. Pantoja, acompañada por sus abogados, subió con calma y la cabeza alta las escaleras de acceso, mientras decenas de fotógrafos y cámaras de televisión, desde detrás de una valla policial recogían la escena.

El abogado de la artista dice que la investigación fue “inquisitorial”

Casi una hora antes había entrado en los juzgados el otro gran protagonista del juicio, el exalcalde marbellí y antigua pareja de la cantante, Julián Muñoz. Desde el otro lado de la acera, los muy escasos fieles de la tonadillera —los clubes de fans anunciaron que acudirían decenas de autobuses que solo existían en su imaginación— se desgañitaban: “¡Guapa, guapa!”. Frente a ellos, un contingente policial propio de un partido de fútbol de alto riesgo —diez furgones— observaba la escena con cierta guasa.

Isabel Pantoja cruzó el umbral de la sede judicial, y allí se acabó el folclore. Tras quitarse las joyas para atravesar el arco de seguridad, la cantante se dirigió a la sala 4. Allí esperaba Julián Muñoz, con quien, según varios testigos, intercambió un educado saludo. Poco después entraría en escena Mayte Zaldívar, la exesposa burlada de Muñoz. Los otros siete procesados en la causa llegaron al edificio de la Audiencia Provincial de Málaga con mucha menos expectación mediática.

Las primeras sesiones del juicio, presidido por el magistrado Federico Morales, se dedicarán a la exposición de las cuestiones previas, que sirven para que las partes pidan que se supriman, añadan o aclaren elementos de prueba, o planteen la nulidad de determinadas diligencias.

En la sesión inaugural, el protagonismo recayó en el abogado de Pantoja, el penalista José Ángel Galán. El letrado de la tonadillera reclamó la “nulidad radical” de todo el procedimiento desde el día mismo en que se inició la investigación sobre su cliente.

El fiscal acusa a Pantoja de ayudar a Julián Muñoz a blanquear al menos 1,84 millones de euros de los más de 3,5 millones procedentes del cobro de sobornos obtenidos durante el tiempo en que estuvo vinculado al Ayuntamiento de Marbella. Galán sostuvo que la investigación sobre la cantante “estuvo presidida por un principio inquisitorial prospectivo” y de “causa general”, características ilegales según la ley procesal penal, que exige que para que se inicie una investigación, el juez y la policía cuenten con algún indicio delictivo.

“La causa se inició sin una mera sospecha o indicio sobre mi cliente (…). Es un caso presidido por un principio inquisitorial, con un secreto de sumario innecesario, con dilaciones y con una exposición mediática continuada”, subrayó el letrado.

El 2 de mayo de 2007, Isabel Pantoja fue detenida en su chalé marbellí por orden del juez instructor del caso Malaya, Miguel Ángel Torres. Galán criticó el hecho de que Pantoja fuera arrestada y obligada a pasar una noche en el calabozo en lugar de ser citada a declarar en comisaría. El letrado afirmó que la artista fue puesta a disposición judicial “en un estado lamentable”. “No sabía ni dónde estaba”, aseguró. El abogado también se quejó de que la ficha policial con la huella digital y la foto de su cliente se filtrara a la prensa: “Fue un trato degradante”, sostuvo.

Apenas un puñado de seguidores aguardaba la llegada de la cantante

La intervención jurídicamente más sustanciosa, a la que se adhirieron todas las defensas, corrió a cargo de Miguel Criado, abogado defensor de Julián Muñoz. Para pedir la suspensión del juicio, Criado invocó la doctrina jurídica del fruto del árbol envenenado, según la cual todas las causas que se derivan de una causa troncal investigada irregularmente son inválidas.

El llamado caso Pantoja deriva del caso Malaya, todavía en fase de enjuiciamiento, y en el que las defensas han pedido que se anulen todas las diligencias por defectos formales y de fondo.

En caso de que el tribunal del caso Malaya, o en segunda instancia el Tribunal Supremo o el Constitucional anularan las actuaciones, eso supondría la consiguiente nulidad del caso Pantoja, por lo que Criado pidió que este no se juzgue hasta que no haya sentencia firme en el primero, para lo que pueden pasar años.

Como segunda cuestión previa, Criado pidió que, por el principio de que no se pueden juzgar dos veces los mismos hechos, “se destierren del procedimiento” una serie de diligencias que no son objeto, según él, del caso Pantoja y que se están analizando en el caso Malaya.

El fiscal responderá hoy a las defensas.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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