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Merkel y Macron se solidarizan con Italia sin ofrecer medidas concretas

Paolo Gentiloni se ha reunido con sus homólogos en una reunión trilateral para tratar la crisis migratoria y solicitar más implicación del resto de la UE

Daniel Verdú
Angela Merkel, Emmanuel Macron y Paolo Gentiloni, tras la cumbre trilateral en Trieste.
Angela Merkel, Emmanuel Macron y Paolo Gentiloni, tras la cumbre trilateral en Trieste.ANDRE LA SORTE

Italia organizaba en Trieste la cumbre de la UE con sus vecinos de los Balcanes y no quiso desaprovechar la oportunidad para forzar un encuentro trilateral con Alemania y Francia y tratar el tema que más le preocupa: la inmigración. De este modo, el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, se reunió durante 45 minutos con sus homólogos Angela Merkel y Emmanuel Macron para insistir en la ayuda urgente frente a la crisis migratoria. La respuesta fue positiva, pero sin medidas concretas que hagan pensar en un gran cambio a corto plazo.

Merkel y Macron expresaron su plena solidaridad con Italia, que lleva semanas reclamando la apertura de puertos a otros países y repartir el peso del fenómeno. No se esperaba otra cosa y la canciller hizo de mediadora para que Francia reblandeciese su postura. Sin embargo, y pese a entonar el mea culpa y reconocer que su país no había hecho suficiente esfuerzo hasta ahora, el primer ministro francés —que llegó tarde a la reunión porque venía de un Consejo de Ministros en el que se había tratado este tema y solo estuvo con sus homólogos 10 minutos— quiso diferenciar claramente entre lo que su país considera “refugiados políticos”, a quienes acogerán sin más obstáculos, y los “inmigrantes económicos”. “Son dos realidades diferentes, y no tienen los mismos derechos. No podemos acogerles”, señaló en referencia aquellos que huyen de su país en busca de un trabajo para mejorar sus condiciones de vdia y las de su familia.

Estabilizar Libia

Sus palabras, que Italia ya había escuchado antes, generaron una cierta decepción en el país anfitrión, que ahora mismo sí tiene que lidiar con ambas categorías y no ve ninguna solución clara. De hecho, alrededor del 90% de los 200.000 migrantes que llegaron el año pasado —este año se espera a un 20% más— no recibieron la calificación de refugiados. “Han sido palabras algo más solidarias que en otras ocasiones”, señalaron fuentes cercanas al Gobierno italiano tratando de ser optimistas. “No se puede ignorar ninguna de las dos realidades”, insistió Gentiloni.

La canciller alemana, mediadora entre ambas posturas, alabó el papel de Italia en el conflicto migratorio y fue algo más precisa en las soluciones, que pasan por “estabilizar” los países donde comienza el problema migratorio. Especialmente Libia, dijo, donde quiere trabajar con organizaciones como ACNUR. “El comercio de personas ahí, y no se puede llamar de otra forma, debe ser afrontado”. Una idea en sintonía con la expresada en los últimos días por el secretario general del PD, Matteo Renzi, que ha pedido “que se les ayude en sus países de origen”.

El fracaso en las últimas semanas para llegar a algún tipo de acuerdo en materia migratoria ha puesto de nuevo al descubierto las costuras de la UE cuando se trata de transitar por materias alejadas de la economía y la burocracia comercial. Quizá por eso, Gentiloni quiso abrir el abanico del discurso político y revindicó una Unión Europea “más cohesionada y fuerte”. Un discurso repetido desde hace meses, pero sin resultados todavía aparentes.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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