Corea del Norte y EE UU alardean de fuerza en su disputa sobre armamento
Un submarino nuclear estadounidense atraca en un puerto surcoreano mientras Pyongyang realiza ejercicios militares en los que emplea fuego real
En su particular juego de póker en torno al programa nuclear del régimen de Kim Jong-un, Corea del Norte y Estados Unidos elevaron este martes un poco más su apuesta. Un submarino nuclear estadounidense llegó al puerto surcoreano de Busan, mientras que Pyongyang celebró el 85 aniversario de su Ejército con ejercicios militares en los que empleó fuego real.
Corea del Sur ha descrito la presencia del submarino Michigan como una parada meramente de rutina. También asegura que no participará en maniobras conjuntas Pero este buque transporta más de 150 misiles de crucero Tomahawk, capaces de alcanzar territorio norcoreano. Su llegada se produce en medio de las fuertes tensiones entre Washington y Pyongyang, en una inequívoca muestra de fuerza.
Una muestra de fuerza que continuará en los próximos días con la llegada del portaaviones Carl Vinson a la zona, finalmente, después de que Washington anunciara prematuramente su partida hacia estas aguas hace más de dos semanas. El presidente Donald Trump llegó a hablar de una “armada” en camino hacia la zona.
El Carl Vinson participará, él sí, en maniobras conjuntas estadounidenses y surcoreanas en el mar de Japón. Además, los dos países desarrollarán otros ejercicios militares en el mar del Oeste “en relación con la situación actual de seguridad”, ha indicado el Ministerio de Defensa surcoreano. Estados Unidos reclama que Corea del Norte renuncie a su programa nuclear y de misiles balísticos, y ha amenazado con actuar de modo unilateral si Pyongyang no responde. El régimen de Kim Jong-un, por contra, alega que necesita ese armamento para defender su territorio y garantizar la supervivencia de su país.
Corea del Norte percibe las maniobras conjuntas de los dos países que considera sus peores enemigos como un ensayo para invadir su territorio, y suele responder con algún tipo de alarde de poderío, incluidas pruebas de armamento.
Los expertos habían conjeturado la posibilidad de que Pyongyang llevara a cabo una nueva prueba de misiles -sería la número 39 desde principios de 2016- o incluso una prueba nuclear, la sexta de su historia, este martes para conmemorar el aniversario de su Ejército, aunque hasta el momento no ha ocurrido.
Pyongyang optó en cambio por marcar la efeméride con una serie de maniobras militares en las que, según Seúl, empleó fuego real. El Gobierno surcoreano ha asegurado que esos ejercicios han sido “los mayores celebrados”. Analistas como Bruce Klingner, de la Heritage Foundation, en cambio, han recordado vía tuit que Corea del Norte desarrolla anualmente prácticas militares en los meses de marzo y abril.
El régimen norcoreano sí recurrió a una retórica contundente. El periódico “Rodong Sinmun”, del Partido de los Trabajadores de Corea, advirtió, como ha venido haciendo en las últimas semanas, de “castigos brutales” si Estados Unidos recurre a un ataque preventivo.
En una llamada telefónica, el tercer contacto directo entre el presidente chino y Donald Trump en menos de un mes, Xi Jinping lanzó un llamamiento a la “moderación”. Pekín es el principal aliado y gran vecino de Corea del Norte, y ve con preocupación la escalada que se desarrolla al otro lado de su frontera.
Con la tensión por todo lo alto, los enviados para Corea del Norte de Japón, Estados Unidos y Corea del Sur se reunieron este martes en Tokio y prometieron “acciones firmes” de sus países.
En Washington, desde donde Trump urgió este lunes a los países del Consejo de Seguridad de la ONU a imponer sanciones más firmes contra Pyongyang, la Casa Blanca se preparaba hoy para acoger este miércoles una sesión informativa extraordinaria sobre Corea del Norte para los cien senadores de la Cámara Alta estadounidense. El viernes, el secretario de Estado, Rex Tillerson, presidirá una reunión ministerial del Consejo de Seguridad sobre ese programa de armamento.
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