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Rusia suspende el acuerdo con EE UU que evitaba incidentes aéreos en Siria

Moscú condena el ataque norteamericano, pero deja abierta la vía de las negociaciones

Pilar Bonet

Nueva disposición de las piezas en el tablero de ajedrez en Siria y también nueva percepción de Donald Trump en Moscú después de que el presidente norteamericano se decidiera a lanzar una andanada de misiles de crucero Tomahawk sobre la base de Shayrat en Siria como respuesta a un ataque con armas químicas que, según el Kremlin, no ha sido efectuado por los militares leales a Damasco ni está lo suficientemente investigado.

El presidente ruso, Vladimir Putin, el pasado 5 de abril de 2017.
El presidente ruso, Vladimir Putin, el pasado 5 de abril de 2017.PAVEL GOLOVKIN / POOL (EFE)

Moscú fue avisada del ataque con anticipación, según reconoció el portavoz presidencial, Dmitry Peskov, quien no dio detalles sobre el margen temporal del preaviso. Las reacciones oficiales rusas, con toda su carga de dramatismo y de aseveraciones tajantes, dejan abierta la perspectiva de las negociaciones para resolver el cada vez más complicado conflicto de Siria. Pero la disposición de las piezas en el tablero de juego y los márgenes y riesgos de sus movimientos entran en una etapa nueva. Y en esta etapa nueva parece adentrarse también la alianza coyuntural de Rusia-Turquía-Irán que ha jugado un papel de vanguardia en el conflicto sirio ante la inhibición de EE UU y el aislacionismo inconmovible atribuido al líder de la Casa Blanca.

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, considera que los ataques norteamericanos a Siria son una “agresión contra un Estado soberano que infringe las normas del derecho internacional con un pretexto inventado”, según el comentario difundido en la página web del Kremlin. Como primera reacción concreta, Rusia suspendió la validez del “memorando" con EE UU para “evitar incidentes y garantizar la seguridad de los vuelos de la aviación en las operaciones en Siria”, según informó el Ministerio de Exteriores, que solicitó también una sesión extraordinaria del Consejo de Seguridad de la ONU.

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La cancelación del memorando bilateral es “precipitada e inadecuada” porque “crea el peligro de incidente militar directo entre Rusia y EE UU y de una rápida escalada del conflicto, incluido el enfrentamiento armado”, manifestó el respetado experto militar Alexéi Arbátov, de la academia de ciencias de Rusia. En una entrevista a Kommersant FM, el especialista dijo que son “muchos” los que desean el fracaso de las negociaciones en Ginebra y en Astaná, incluido “el mismo Damasco oficial, que tampoco muestra mucho entusiasmo por este proceso después de sus recientes éxitos bélicos”, tal vez porque “se ha hecho la ilusión de que por lo militar se puede liberar toda Siria de la oposición y de los grupos terroristas”, lo que es “un gran error”.

"Si el incidente no lleva tras sí una escalada de confrontación bélica entre Rusia y EE UU, los presidentes de ambos países, en su próximo encuentro, se pondrán de acuerdo y el proceso pacificador se reanudará”, vaticinó el experto. De momento, ese esperado encuentro está previsto para el verano, en la cumbre del G-20 en Alemania, a no ser que Washington y Moscú llegaran a ponerse de acuerdo para acelerar la cita.

Comentaristas rusos subrayan que la reacción de Trump rompe la percepción de un presidente desinteresado de la política exterior, además de contrastar con la ponderación e indecisión de Obama. “Trump actuará de otro modo y con él, o se llega a un acuerdo, o actuará de forma unilateral con métodos de fuerza y saltándose a la ONU”, sentenciaba Arbátov, para quien la acción militar estadounidense “no presuponía un reto militar a Rusia en Siria”, sino un “castigo a Bashar el Asad” por las acciones de las cuales le culpan en EE UU.

Según el Kremlin, el ejército sirio no dispone de depósitos de armas químicas, porque la destrucción de todos los arsenales de ese armamento pertenecientes a las Fuerzas Armadas de Siria fue “fijado y confirmado por la Organización de Prohibición de Armas Químicas” (OPCW, organización especializada de la ONU, en sus siglas en inglés). En agosto de 2013, la diplomacia rusa se apuntó un gran éxito internacional al lograr que Assad aceptara el control y la destrucción de sus arsenales químicos. En aquella ocasión, Vladímir Putin y el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, salvaron a Obama del callejón sin salida en el que este se había metido, al dar un ultimátum a El Assad. En los últimos tiempos, la insistencia de Washington en lograr el cese del presidente sirio parecía haber remitido, pero ahora, puede volver a intensificarse, algo que quedará claro en la proyectada visita del secretario de Estado, Rex Tillerson, a Moscú, prevista tras la estancia del alto funcionario norteamericano en Ankara.

En opinión de Putin, “la total ignorancia” por parte de Washington de los “casos de utilización de armas químicas por parte de los terroristas” “empeora gravemente la situación”. Con el ataque, “Washington causa un importante daño a las relaciones ruso-norteamericanas, que ya de por sí se encuentran en un lamentable estado”, señala el comentario presidencial. “Lo más importante es que este paso no nos acerca al objetivo final en la lucha contra el terrorismo internacional, sino al contrario, pues crea serios obstáculos para formar una coalición internacional de lucha contra el mismo”. En los ataques a Siria por parte de EE UU, Putin ve un intento de distraer la atención de la comunidad internacional de las numerosas víctimas entre la población pacífica de Irak”.

Por su parte, el jefe del comité de Exteriores del Consejo de la Federación (cámara alta del parlamento ruso), Konstantín Kosachev, dijo que el enfoque norteamericano hace que la “deseada coalición ruso-norteamericana contra el terrorismo pueda morir sin haber nacido”. Según el senador, existen como mínimo tres versiones del incidente que ha motivado la reacción norteamericana, a saber, una trágica casualidad, el uso consciente de las armas químicas por parte de los insurgentes y la responsabilidad de las autoridades sirias”. Esta última versión es “la menos lógica”, puntualizó Kosachev.

Según el comentarista internacional Konstantin Eggert, "el triunvirato Rusia-Turquía-Irán” que ha imperado en Oriente Próximo en los últimos meses está en peligro y EE UU, por medio del secretario de Estado, pide al presidente Erdogan que se defina sobre sus aliados. Por otra parte, afirma Eggert, no se deben concebir ilusiones sobre las simpatías de los consejeros de Trump en relación a Moscú. Para Eggert, Moscú tiene tres opciones: aceptar ser el socio principal de EE UU en la regulación, mantener su línea y estar dispuesto a enfrentarse con Washington en la región, o bien marcharse discretamente. Lo más probable, según el comentarista, es que el Kremlin elija una mezcla de la primera y segunda opción. Aparte de olfato político, Trump “tiene sentimientos humanos y por lo visto quedó muy impresionado por las fotos de los niños muertos”. “Una mala noticia para todos los que consideran que el cinismo es la forma suprema de las relaciones internacionales entre Estados”, sentencia Eggert.

Según Rusia, el hecho de que Damasco no tiene armas químicas ha sido “confirmado repetidas veces por especialistas cualificados”. A la producción de estas bombas, subraya el ministerio ruso, puso fin a una operación militar de la aviación militar siria. Además, la OPCW ha inspeccionado prácticamente todas las instalaciones que tuvieron o pudieran tener relación con el programa químico militar de Siria. En Idlib, los “terroristas se dedicaban a producir las sustancias tóxicas utilizadas como relleno en las bombas explosivas destinadas a ser empleadas en Siria e Irak.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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