Los republicanos toman el relevo de la estrategia de Trump contra las filtraciones a la prensa
Los representantes del partido del presidente recogen el guante y continúan sus ataques a los medios que han revelado contactos con Rusia
El director del FBI se encontró este lunes con dos líneas de interrogatorio en el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes. La distancia entre ellas es equivalente a la brecha que separa al Partido Republicano y al Demócrata en el caso de la influencia rusa en las elecciones presidenciales. Para los republicanos, es un asunto marcado por las filtraciones de información confidencial a la prensa, como la que le costó el puesto al asesor del presidente Trump, Michael Flynn. Para los demócratas, sin embargo, se trata de un claro caso de posible colaboración entre un gobierno extranjero y enemigo y el candidato presidencial que venció en los pasados comicios.
Los republicanos han recogido el guante tendido por su líder, Donald Trump. Durante las últimas semanas, el mandatario ha criticado las filtraciones de información clasificada a la prensa —como los contactos entre el embajador ruso y Flynn— y después ha rechazado la legitimidad de los medios que publicaban —las “noticias falsas”, según él, de The New York Times, CNN o The Washington Post. Este lunes, esa estrategia fue el manual de los representantes conservadores que interrogaron al director del FBI, James Comey, y su homólogo en la NSA, Mike Rogers.
El representante Trey Gowdy lideró las preguntas sobre información clasificada hasta sugerir que podría provenir de miembros de la Administración Obama. El republicano cuestionó a Comey acerca de qué miembros de la pasada Administración demócrata tendrían autorización para conocer y revelar después a la prensa las identidades de personas investigadas por el FBI. “¿Es cierto que la difusión no autorizada de información conlleva una pena de hasta 10 años de prisión?” preguntó Gowdy. “Sí, como debería ser”, respondió Comey, que añadió que se trata de “un delito grave”.
A pesar de que el director del FBI ha declarado que pueden demostrar que los rusos ataques informáticos rusos buscaban "perjudicar a Clinton y a la democracia de EE UU" —como también afirmaron otras cinco agencias de inteligencia—, ninguno de los republicanos preguntaron a Comey y a su homólogo en la NSA, Mike Rogers, sobre los posibles vínculos con el Kremlin ni por la influencia de Rusia en las elecciones.
El presidente se sumó a estos intentos para trasladar la atención hacia las filtraciones con un mensaje en Twitter en el que tergiversa las palabras de Rogers para asegurar que éste había dicho al Congreso que “revelar la identidad de personas [investigadas] pone en peligro la seguridad nacional”.
Mike Turner, representante republicano de Ohio, fue el primero en convertir la publicación de información clasificada, en forma de declaraciones de fuentes anónimas, en argumento para deslegitimar a una publicación. Turner enfatizó que no es delito mentir a los medios, como podrían hacer supuestamente esas fuentes, y pidió “ayuda” a Comey para que desmienta las informaciones en medios de “noticias falsas como The Washington Post o The New York Times”.
Trump también escribió durante la audiencia que “Comey ha reconocido que las filtraciones a los medios han estado 'inusualmente activas' recientemente”. El director del FBI admitió que “hay muchas informaciones que son equivocadas” y que el elevado nivel de filtraciones supone un reto para la agencia, porque no puede confirmar ni desmentir el contenido de las noticias por estar relacionado con una investigación en curso.
Los demócratas, por su parte, centraron todo el interrogatorio en los posibles vínculos de Trump con el gobierno ruso. El vicepresidente del comité, Adam Schiff, comenzó su intervención de 15 minutos repasando desde los ataques informáticos hasta las reuniones de miembros de la campaña republicana con el embajador de Rusia en Washington. Schiff definió la potencial alianza con Rusia como “una de las más sorprendentes traiciones a nuestra democracia”.
Su compañera de partido, la representante Terri Sewell, declaró que el FBI debería abrir una investigación criminal al general Flynn, exasesor de Trump, porque recibió pagos de un gobierno extranjero, algo que está prohibido por la Constitución. Ante estas peticiones, Comey no confirmó ni desmintió que uno de los objetivos de su investigación sea precisamente Flynn ni que vayan a presentar cargos contra él.
Otros demócratas solicitaron los directores del FBI y la NSA que incluyan en sus investigaciones al fiscal general, Jeff Sessions, tras conocerse que mintió bajo juramento al negar que hubiera tenido contacto "con los rusos". Sessions anunció que se apartaba de las pesquisas que lidera el Departamento de Justicia al salir a la luz que sí se había reunido con el embajador ruso en dos ocasiones.
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