Estados Unidos advierte de que Moscú intenta interferir en elecciones de otros países
Donald Trump defiende la conveniencia de tener una buena relación con Rusia
El poder de Estados Unidos, la mayor potencia del mundo, está partido por la mitad en plena crisis con Rusia y a dos semanas del cambio de gobierno efectivo en Washington. Los servicios de inteligencia advierten al mundo de que el Kremlin va a intentar interferir en elecciones en el resto del mundo mediante un plan de ciberataques, filtraciones y noticias falsas, tal y como sostienen que han hecho en América con voluntad de aupar a Donald Trump a la Casa Blanca. El presidente electo quita hierro a la investigación, llama al entendimiento con Moscú y apela a un futuro de colaboración entre ambos.
La transición del Gobierno de Barack Obama a Donald Trump, los presidentes número 44 y número 45 de la historia de Estados Unidos, será recordada como una película de espías: una trama con rusos y expulsiones de diplomáticos que recuerda a la Guerra Fría, pero en versión 2016, con mensajes de Twitter y la palabra posverdad en sustitución de la vieja propaganda entre países enemigos.
La CIA, el FBI y la Agencia Nacional de Inteligencia no solo sostienen sin ambages que el presidente ruso, Vladímir Putin, orquestó un plan para desacreditar la campaña de la demócrata Hillary Clinton y tratar de favorecer así a Trump. Según la versión desclasificada de su informe final sobre el caso, Moscú “ha intentado influir en las elecciones a lo largo de Europa” y tomará las lecciones de la operación en estos comicios presidenciales —que Rusia ha negado tajantemente— para otros futuros casos “en Estados Unidos y el mundo, incluidos aliados estadounidenses y sus procesos electorales”.
Aunque la primera vez que se apuntó a Moscú como responsable de los ataques informáticos fue a primeros de octubre, tanto las sanciones por parte del Gobierno de Obama como los informes de inteligencia han salido adelante después de las elecciones ganadas por Trump. El ahora presidente electo defiende la limpieza de su victoria, la nula influencia de los hackeos, aunque ya no se atreve a desmentirlos.
Simpatía por Putin
El episodio tampoco deja en buen lugar a Obama. La actuación del presidente demócrata en este asunto ha recibido críticas incluso desde la filas de su partido, por tibia, por tardía. En el avance de una entrevista con la cadena de televisión ABC, que se emite hoy, Obama insiste en que “los rusos intentaron entrometerse y se entrometieron” en las elecciones y llama al patriotismo de los políticos, al margen de la rivalidad política, en este asunto: “Vladímir Putin no está en nuestro equipo”.
Pero Donald Trump juega solo. El empresario neoyorquino ya rompió el tabú como candidato expresando una inusitada simpatía por Putin, anatema del republicano más tradicional, y animando al espionaje ruso a robar información de su rival, Clinton. Ayer culpó a la “negligencia” del Partido Demócrata que el pirateo de datos se produjera en sus servidores, en lugar de en los republicanos, los cuales, dijo Trump, mostraron “una fuerte defensa”.
En su cuenta de Twitter, defendió que “tener una buena relación con Rusia es bueno, solo los estúpidos o los tontos lo ven como algo malo”. “Ya hay bastantes problemas en el mundo, cuando sea presidente, Rusia nos respetará mucho más; ambos países, quizá trabajen juntos para resolver muchos grandes problemas en el mundo” , añadió.
Tampoco los servicios de inteligencia valoran lo influyente que haya podido ser la campaña de desprestigio que denuncian en el voto americano. Se han analizado ampliamente en Estados Unidos los complejos motivos de la victoria de Trump y, en la recta final de la campaña, tuvo una enorme repercusión mediática la investigación del FBI sobre el caso de los correos de Clinton, algo que no tiene que ver con Moscú.
Pero que el Kremlin haya podido robar y difundir correos privados de los cargos de sus principales partidos para tratar de influir en la opinión pública a favor de un candidato, sí causa escándalo en EE UU, no solo entre los demócratas, sino también entre los republicanos. El caso ha causado estupor en Washington, con excepción del próximo presidente.
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