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Corea del Norte condena a 10 años de trabajos forzados a un estadounidense

El empresario Kim Dong-chul, nacido en Corea del Sur, ha sido declarado culpable de espionaje y subversión

Dos agentes norcoreanos llevan detenido a Kim Dong Chul, este 29 de abril.
Dos agentes norcoreanos llevan detenido a Kim Dong Chul, este 29 de abril.AP

Corea del Norte condenó este viernes a Kim Dong-chul, un ciudadano estadounidense de origen surcoreano, a diez años de trabajos forzados al ser declarado culpable de espionaje y subversión. Kim, un empresario de 62 años que operaba en la zona económica especial de Rason, fue detenido el pasado octubre después de haber recibido de otra persona una tarjeta de memoria que contenía secretos militares y sobre el programa nuclear del país.

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La sentencia, dictada por el Tribunal Supremo norcoreano y divulgada por la agencia china Xinhua, se conoce poco más de un mes después de que la justicia del régimen liderado por Kim Jong-un sentenciara al estudiante americano Otto Warmbier a 15 años de trabajos forzados por intentar robar un cartel de propaganda política.

Kim Dong-chul ha sido declarado culpable de "conspirar contra el sistema de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) -nombre oficial de Corea del Norte-, difamar contra la dirección suprema del país socialista y obtener secretos de Estado y militares con objetivos de espionaje", dijo la corte. Como sucede con otros extranjeros que han sido detenidos y juzgados en el hermético país, el acusado ya había confesado entre llantos sus crímenes ante las cámaras de televisión semanas antes de conocerse la sentencia. En sus declaraciones, que podrían haber sido forzadas, mostraba su "profundo arrepentimiento" y pedía clemencia.

Kim empezó sus negocios con Corea del Norte en el año 2008, cuando fundó una empresa especializada en la importación y exportación de productos y servicios hoteleros en la zona económica especial de Rason, situada en el extremo nororiental del país y fronteriza con China y Rusia. Desde entonces, sostiene la Fiscalía norcoreana, "llevó a cabo propaganda reaccionaria de forma continua" contra el país e "inyectó a la población local fantasías acerca de la superioridad de los Estados Unidos con el objetivo de sacudir la estabilidad del sistema político y social".

A partir de 2013, explica el texto, "Kim empezó a espiar tras estar en contacto con varios surcoreanos que le asignaron la tarea de obtener secretos del Partido, del Estado y militares". Entre los documentos que habría reunido -no se especifica si logró sacarlos fuera del país-, hay información sobre instalaciones nucleares, pruebas atómicas y fotografías de barcos de guerra. Cuando fue arrestado, la tarjeta de memoria que llevaba encima contenía instantáneas de los mercados locales de Rason y archivos sobre el programa nuclear norcoreano. La Fiscalía asegura que Kim la compró a un residente local.

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"Me pidieron que les ayudara a destruir el sistema norcoreano y que difundiera propaganda contra el Gobierno", aseguró el propio Kim en una entrevista a la cadena estadounidense CNN en Pyongyang, cuando ya había sido detenido. Durante la conversación, en la que estaban también presentes funcionarios norcoreanos, Kim detalló que su tarea consistía en fotografiar instalaciones militares. Corea del Sur ha rechazado cualquier vínculo con el condenado.

Además de Kim y Warmbier, otro extranjero apresado en Corea del Norte es Hyeon Soo Lim, un pastor canadiense de origen surcoreano al que la justicia del país sentenció a toda una vida de trabajos forzados. Las tres condenas se han producido en medio de una de las mayores crisis entre Pyongyang y la comunidad internacional de los últimos años. Tras un nuevo ensayo nuclear -el cuarto-, Corea del Norte es objeto de sanciones económicas durísimas, a las que el régimen ha respondido con nuevas amenazas y más pruebas de armamento.

Estados Unidos no tiene relaciones diplomáticas ni consulares con el país asiático, por lo que en estos casos la embajada de Suecia ejerce de intermediario. Pyongyang utiliza estas detenciones para llamar la atención de la comunidad internacional, forzar visitas de líderes políticos y como arma en caso de que se retomaran las negociaciones sobre su programa nuclear, algo que por ahora parece imposible.

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